miércoles, 23 de julio de 2014

¿Cuándo Venezuela volverá a tener paz?

Hugo Chávez, en mi humilde opinión, tuvo la valentía de intentar aplicar un socialismo adaptado al nuevo siglo. No como muchos que intentan ir al pie de la letra según textos de hace más de un siglo. Pero le pudo el afán de protagonismo y unido a el encono de potencias extranjeras y la desidia de fortalecer los lazos con países que no compartían el modelo venezolano han hecho que su proyecto esté con grandes fallas. Su muerte puso en primer lugar a alguien que estaba ahí solo por saber aplaudir fuerte. Nicolás Maduro no tiene fortaleza para dirigir un país y tampoco ha sabido rodearse de gente que le pueda ayudar a ello. Más bien parece desear que Chávez aparezca ya en forma de pájaro cantarín ya en mancha de humedad en lugares frecuentados. No es que haga un cierre de filas en torno al chavismo, sino que también contra reconocidos chavistas decepcionados con su política y altos mandos militares que antes eran uña y carne con Chávez.

El problema, al menos para Europa, es que abrazan a cualquier opositor. Guiños y guiños sin querer dialogar con el Gobierno venezolano. Parece que no cuenta la trayectoria o ideas políticas de los opositores que apoyan con una amplia sonrisa. Incluso podría ser que si algún político de su mismo país pensase lo mismo que el opositor al que apoyan, lo tildarían de retrógrado, oligarca o populista. Una cosa es desear un cambio en Venezuela, otra apoyar que se vaya uno malo para que venga otro pésimo. Otra cosa es que en el ambiente social europeo se le tiene alta simpatía al proyecto bolivariano. Otros que no ven que toda postura política tiene luces y sombras y creen que si entra eso en un día todo va a ir sobre ruedas. E incluso intentan agredirte (o se lo ves en la intención que abortan rápido) porque intentes decirles que no te convence esta postura política.

Ya, con el conflicto (o masacre, si queréis) en Siria donde el poder aplasta a los demás con tal de tener más poder y con una oposición cercana al integrismo, o incluso con el reciente conflicto Israel-Palestina (donde los primeros les gusta responder de manera cruel y desproporcionada y los segundos usan a civiles como escudos humanos para no parar de lanzar misiles hacia zonas habitadas, incluso desoyendo los gritos de tregua lanzados por la ONU, la Liga Árabe o incluso la propia Autoridad Nacional Palestina), no se recuerda mucho sobre las protestas estudiantiles venezolanas de este mismo año.

Vulneración de derechos civiles, la escasez de productos básicos, violencia callejera desmesurada y las políticas intervencionistas de Cuba en el país hicieron que muchos estudiantes salieran a las calles a protestar. La represión no tardó en surgir, junto con otras manifestaciones en apoyo del Gobierno y la típica propaganda. Se veían las imágenes y aparecían miles de estudiantes, no creo que todos fuesen comprados por Estados Unidos. ¿Algunos? Quizás. Pero ando muy seguro que la inmensa mayoría era gente indignada, harta de la situación que viven día a día y las instituciones parecen que no les interesa ni el más mínimo cambio o reflexión. Hubo algo así en España y lo llamaron 15-M. En un lugar parece obra de la CIA y en otro indignación popular. Alguno dirá que seguro había 'perroflautas', pero no hay que generalizar. La protesta fue sincera, pero como en todo arranque popular de indignación, al poco llegan movimientos políticos que copan la manifestación y comienzan a desvirtuarla al intentar encauzarla y en hacerse ver como los portavoces legítimos de las protestas. Parásitos los llamo yo. Y muchos de la oposición venezolana hicieron eso.

Está bien que sus postulados sean los mismos de las protestas, pero una cosa es eso y otra intentar fagocitar el reclamo popular. Pero Maduro pronto, quizás con un miedo terrible, decidió encarcelar a las cabezas más visibles, incluso políticas. Hubo muertos, detenidos y, supuestamente, torturados. Otros, que les gusta aprovechar el tumulto, llevaron a cabo actos vandálicos. Si era para promocionar sus ideas, fue un fracaso (como siempre que se quiere imponer una postura o publicitarla con el uso de la violencia). Si fueron infiltrados para desprestigiar lo reclamado, casi triunfan. Uno a otro se tildan de fascistas que, de tanto usar la palabra, perderá el significado que adquirió en el siglo XX y cuando vengan los fascistas de verdad, de sopetón, será época de oscuridad y rechinar de dientes.

Venezuela necesita de renovación institucional. Por mucho que se diga, en Venezuela funciona la democracia, solo que está cubierta y amenazada con muchas dosis de populismo y rondan muchos políticos que tienen tendencias autoritarias (y si no, que expliquen eso de bloquear señales de televisión). Que las partes dialoguen y los cabezas visibles de este último tiempo hagan las maletas (metafóricamente) y abandonen la política. Sangre nueva, propuestas renovadas y serias. El pueblo soberano sabrá, mediante el ejercicio de su voto, qué le convendrá en el futuro.

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