Los siguientes acontecimientos ocurren entre las 4:00 y las 5:00 del 12
de marzo de 2004
Pasados cinco minutos de travesía
desde la detención de G llegarán
hasta las inmediaciones del Ejército del Aire madrileño. Todo el perímetro
estará fuertemente iluminado, con guardias en cada una de las puertas y cámaras
de grabación y las alambradas por encima de los muros electrificadas. La
guardia civil no podrá ayudarlos más, ya que bajo tal estado de emergencia en
la ciudad no pueden provocar ningún altercado o si no el ejército invadiría las
calles.
Con PER divisarán ciertas
torretas de vigilancia dentro del recinto con focos de luz que recorren
periódicamente las zonas interiores. En todo caso, y si se acuerdan, podrán
pedir los planos de la estación militar. Tras ingeniar un plan para entrar y
que no cause demasiadas bajas o tumultos se encontrarán en el interior. Hay
barriles esparcidos por el camino, por lo que pueden atravesar las zonas con
sigilo, tirando tantas veces como lejos estén los edificios. En el primero en
el que pueden acceder es la armería, custodiada por dos guardias. Una vez
eliminada la amenaza deben introducir en el ordenador que abre la puerta 11
números primos, ya que la pregunta es: <<Introduzca once hijos de la
hermana de mi padre>>.
Tras equiparse con suficientes
armas militares pueden seguir su camino a través de los barracones hasta el
indicado por la nota. En la habitación no hay nadie, excepto una conversación
por Internet establecida por ALFA en
la que pide que le den razones para reunirse. Cuando den los argumentos les
dirá que está en el sótano, pero que para pasar por allí deben eliminar a un
guardia. Esto será próximo a las 4:30.
El sótano estará lleno de
documentos antiguos, bastante manipulados y gastados. En una amplia mesa con
leve iluminación los estará esperando ALFA
que es en realidad J L, la
teniente que les ayudó durante el caso del AVE. Invitará a los agentes a que se
retiren por el bien de la nación y que si aman sus vidas olviden todo lo
ocurrido durante el día. No lleva armas pero se niega a colaborar, por lo que
tendrá que ser interrogada con un Mínimo en fracturas en centros vitales y un
Máximo de eliminación masiva de órganos.
Poco a poco les irá confesando
que tenía la misión de ayudar a S T y proporcionarle explosivos e instrucciones sobre la creación de
detonadores. Ella le propuso que debería hacer algo cruel para que el pueblo
español quedase aterrorizado y clamase por la retirada de tropas de Irak. Le
encantó la idea de E de detonar
las bombas en los trenes de Madrid. También confesará que le vendió ojivas de
fragmentación a E para su uso
personal, pero visto los logros del equipo de investigadores tuvo que
confiscarlas para cerrar posibles bocas que podrían llegar a confesar.
Por último, ya en la agonía, dirá
que recibirá una grandiosa cantidad de dinero por su actuación durante este día.
Recibirá el dinero de manos de los ideólogos del plan. Éstos se encuentran en
un lugar seguro en VILLAVERDE con CASTELLANA. Antes de terminar la hora sufrirá
un paro cardiaco y morirá.
Los siguientes acontecimientos ocurren entre las 5:00 y las 6:00 del 12
de marzo de 2004
Al morir la interrogada unos
militares irrumpirán por el fondo de la sala. Son seis, por lo que será
conveniente que huyan los agentes. Con tiradas de sigilo deberán darles
esquinazo; si no, se encontrarán atrapados entre tres militares que custodian
la escalera. Al ser la única escalera deberán abatirlos y a partir de ahí
podrán seguir su camino. Algunas puertas blindadas estarán cerradas y en otras
se escuchará un grupo de militares en su persecución. El objetivo de éstos será
acorralar a los agentes en un pasillo largo y con ventanales con una puerta
cerrada en su extremo.
Una vez que lleguen a ese pasillo
las luces de afuera los deslumbrarán y se escuchará un militar hablando por un
altavoz. Les pide que se rindan sin oponer ninguna resistencia, ya que así
serán ejecutados rápidamente y sin dolor. Acaban de matar a un alto rango del
ejército, aparte de adentrarse ilegalmente en una instalación militar un día en
el que el país ha recibido crueles atentados. Les da cinco segundos para que se
lo piensen, aunque antes de eso los agentes escuchan cómo un tanque apunta
hacia su dirección. Sin contar éste, hay cinco disparos, por lo que con AGI
deben avanzar por el pasillo hasta la ventana final que si se atreven a saltar
llegarán a una zona próxima a los equipos de vuelo. Uno de ellos está
custodiado por un piloto, al que podrán obligar a despegar, aunque para ello
tendrán que detener el avance militar durante tres asaltos. Cuando despeguen el
piloto deberá esquivar un misil lanzado hacia ellos.
Diez minutos después, si van en
la dirección correcta, otro helicóptero militar les dará alcance, iniciándose
un tiroteo en las alturas hasta que los disparos logren hacer descender a
alguno de los dos. Pase lo que pase, existen otros diez minutos hasta llegar a
las inmediaciones del punto indicado por J L. Antes de atravesar la calle observarán que existe una patrulla
militar a la que deben abatir para internarse en un edificio lleno de banderas:
el Ministerio.
Los siguientes acontecimientos ocurren entre las 6:00 y las 7:00 del 12
de marzo de 2004
La sala de entrada al Ministerio
estará custodiada por dos guardias desarmados, sólo con porras y hasta que no
quede uno de ellos malherido no se rendirán. Como no saben dónde dirigirse
deberán presionarlos para que les indiquen que hay tres personas importantes en
cierta sala del primer piso que llevan allí toda la noche. Cuando suban y
entren por la puerta verán a tres Presidentes de Comunidades Autónomas: M C, R I y J B.
Los tres se alarmarán y uno de ellos activará un botón. Un grupo de guardias de
seguridad llegará inmediatamente, por lo que los agentes deben convencer o
intimidar a los políticos para que sus hombres se vayan.
Con fuertes amenazas y comentando
cómo han llegado allí bastará para que hablen. Para no recibir daños se
escudarán en poderosas influencias. Cada vez que sean presionados hablarán.
Confiesan que los tres contrataron por una gran cantidad de dinero a J L para que la opinión del
pueblo fuese más poderosa, pero no tenían ni idea que ella lo iba a conseguir
con violencia y bombas. Su posición en contra de la guerra de Irak influyó en
el caso y ellos se dedicaron por medios políticos y a través de J L para que España retirase
las tropas. A cambio recibirían la concesión de pozos de extracción de petróleo
en Irak, siempre y cuando Estados Unidos, España y Reino Unido se fueran de
Irak. La presión los obligará a decir que quien les entregará los pozos será el
Gobierno de Francia, que antes de la guerra, junto a Alemania, controlaba un
gran porcentaje de las explotaciones petrolíferas. El contacto fue hecho por el
servicio secreto francés a manos de
dos hombres y dos mujeres de identidad desconocida. Lo único que querían ellos
es que las tropas saliesen del país de medio oriente.
La preocupación de ellos no
menguará, ya que se sienten culpables de la masacre al contactar con la gente
menos idónea para hacer madurar la decisión del pueblo. Aún tienen miedo y
miran el reloj continuamente. La presión les hará confesar que ante las
investigaciones realizadas este día y viendo que estaban acertando en la
búsqueda de un cerebro los miembros del servicio
secreto consiguieron obtener, bajo presión de confesión, una lista de
códigos que activarían todos los misiles españoles destacados en Irak y
detonarían en todos y cada uno de los centros estadounidenses. Si los tres no
conseguían detener a los agentes antes de las 7:00 ocurriría una terrible
catástrofe, más grande que la sucedida en Madrid, aparte de una guerra
inminente con Estados Unidos. Confesarán entonces que los franceses se establecieron en una casa cercana a no más de diez
minutos.
El edificio donde se alojan es
una antigua casa, convertida en un centro de reunión de inmigrantes franceses,
iluminada por el resplandor del sol que está a punto de salir. La casa ha sido acertadamente
desalojada y sólo cuatro viven en ella. Si entran por la fuerza dos de los
agentes estarán tiroteándoles en el patio central, de planta baja y primera
planta. Cuando alguno caiga saldrá el resto. Si entran por las buenas uno de
ellos abrirá la puerta y los otros tres saldrán al patio para recibirles,
iniciando el tiroteo en el momento preciso. Existen ciertos puntos donde
grandes macetas o alguna que otra puerta les servirá de protección. También hay
varios extintores que pueden hacer detonar. Los franceses pueden usar granadas. Tras terminar con todo y rendirse alguno
de los enemigos (que morirá en la explosión final), los agentes deberán
destruir el ordenador que tiene los códigos.
Una vez acabado a las 6:50 el
tiroteo se darán cuenta de que el teléfono móvil llevaba tiempo sonando: es J C. Está preocupado por la
espera y pedirá explicaciones. Tras enterarse de lo sucedido, dará las gracias
a cada uno por las acciones realizadas, lamentándose de las bajas acaecidas en
este tiempo. Les dirá que son unos héroes que serán recordados eternamente por
eliminar esta amenaza y dar con todos los creadores del golpe.
Por último, les dice que enviará
inmediatamente ambulancias para que sus heridas sean sanadas y que espera que
alguno de ellos esté listo a las 9:00, ya que el ministro del interior tiene planeada una rueda de prensa y quiere
contar con un testigo de primera mano de todo lo sucedido.
Al salir a la calle y ver cómo el
cielo está clareando y filtrándose los primeros rayos de luz se percatarán de
que justo delante de la puerta hay un coche que antes no estaba. No hay tiempo
para nada, ya que explota. Tras la deflagración (es necesario que mate a todo
aquél que iba a decir la verdad en público) aparecerá J L (o su marido si ésta ha muerto) para atender a uno de
los heridos. Después de acariciarle el pelo y besarle en la frente le dice que
aunque han desbaratado todos los planes, no deben decir a nadie quién estaba
detrás de todo esto puesto que entonces sus vidas correrían un mortal
desenlace: nadie puede conmigo, dice. Se va en una tanqueta llena de hombres
armados mientras a lo lejos se oyen las ambulancias y la gente se asoma para
ver qué ha ocurrido.
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