Salió un viaje inesperado, la verdad. Siempre que bajamos a Andalucía uno se sorprende por el paso de Despeñaperros. Y en el festivo del mes aprovechamos para quedarnos unos días aquí. Es un pueblo pequeñito con algunas plazas interesantes pero la comida (y el aceite) espectacular. La estatua de Alfonso VIII en un lado y la de Carlos III en la plaza del ayuntamiento son bien interesantes, junto a una colección de banderas relacionadas con las poblaciones que repoblaron el lugar hace unos siglos.
Lo importante, claro está, son sus vistas impresionantes al paso. Recorrerlo a pie te deja maravillado por la barrera natural entre La Mancha y Andalucía. Grandes formaciones rocosas como Los Órganos te dejan maravillado y caminar y ascender hasta las pinturas rupestres por entre la vegetación es una gran experiencia. Subir hasta el mirador y observar toda la zona montañosa es increíble.
Y en otra ocasión fuimos a la cueva de los Muñecos y estuvimos buscando la pintura rupestre del gamo, que desgraciadamente apenas se ve ya. Una pena que tengan que cercar todo o no dar pistas para evitar el gamberrismo y las ocurrencias de los tontos de turno. Desde el mirador del cerro del castillo sigues embobado viendo a cada lado el cambio geológico de ambas provincias. Es una buena experiencia.
También hay zonas de senderismo más cerca del pueblo, pasando por detrás del cámping de caravanas. Hay un mirador donde puedes ver el paso subterráneo y el corte natural montañoso. Mucha vegetación y si ignoras el infinito pasar de coches por la autovía puedes presencias una zona natural un poco olvidada pero que ofrece mucho.