sábado, 15 de junio de 2024

Desgranando el pensamiento de Blas Infante (IV): el Ideal Andaluz y cómo implementarlo

 Esta es la cuarta parte del famoso Ideal Andaluz de 1915. Previamente se había desarrollado la filosofía infantiana de mejora continua hasta la perfección y cómo esto afecta en la organización social y el progreso de toda la Humanidad. Tras esto, Blas Infante pudo recorrer y documentar la existencia de Andalucía y destacar cuáles son sus características más definitorias. Y para que Andalucía implemente lo mejor de sí se puso a evaluar sobre qué elementos impiden en la actualidad (tanto en la que escribió su obra como en el momento actual) que desarrolle todas sus potencialidades. "Existe un ideal para Andalucía, Andalucía existe; y es capaz de realizar ese ideal; imponiendo el matiz de su genio en el triunfo del Progreso español". Esto no es exclusividad de Andalucía, sino de todas las regiones españolas y estas han de competir sanamente en hacer predominar sobre las demás su personalidad y sus cualidades para motivar a las demás. Y es así, generando un ambiente de dar lo mejor de uno mismo, ya sea región o persona, que España logrará volver a reivindicarse en la escena internacional y aportar sus cualidades en el progreso de toda la Humanidad: la determinación por los ideales, la renuncia al egoísmo, la caballerosidad. Ya lo dice el lema andaluz: Andalucía, por sí, para España y la Humanidad.

Ahora bien, ¿cuál es el ideal de Andalucía? Ya hemos visto que la mayor característica es el amor por la vida, una alegría de vivir traída por los griegos, pues al compartir geografía y climas similares la filosofía es totalmente homologable. Aun estando el genio andaluz debilitado puede verse en el cante, en la liturgia, en las fiestas, costumbres y en toda manifestación artística. Infante da por hecho que entonces no son necesarias sesudas investigaciones para determinar cuál es, y mucho menos inventarlo. Ya se ve y se detecta en multitud de eventos históricos. Es el papel de relegación de los últimos siglos y al fanatismo de pureza religiosa es la responsable de dicha desolación. El fanatismo nunca ha hecho bien a Andalucía, pensar en la vida del Más Allá choca con los postulados andaluces de saborear y disfrutar la armonía del universo. Creer que la muerte es la única manera de librarse de las penas es lo más antiandaluz que puede existir. El Ideal andaluz condensa el optimismo y el amor por la creación, el culto a la naturaleza y a la Humanidad que tiende a enaltecer la armonía que lleva a la perfección, haciéndonos progresar sin fin.

El artista andaluz no piensa en el dolor y la miseria sino que anhela contemplar el mundo perfecto para implementarlo en nuestro mundo, en nuestro momento. No es egoísta, quiere que participe toda la Humanidad de este placer. Los medios de realizar el Ideal son los hitos a cumplir para llegar hasta él. Como no se puede implementar directamente se deben alcanzar ideales próximos e ir refinando hasta llegar a este. Estas condiciones han de cumplirse, a saber: fortalecer el genio, trabajar con él para consolidar una voluntad inspiradora y libertad para realizar los valores que resultan de la inspiración. Para el primer punto, y viendo ya que el genio andaluz hoy en día está débil, necesita purificarse de estigmas. Hay que eliminar el optimismo exacerbado, el optimismo que no es de origen griego y que llama a la lucha, al desprecio a la naturaleza y que termina en el pozo de la fatalidad vital y las actitudes indolentes. Este ni siqueira es el generado al considerarse víctima de la providencia, hay un regocijo en la indolencia, en sentirse sombrío. Este fatalismo nunca ha sido propio en la Historia de Andalucía. Hay que erradicar la exageración y el apasionamiento que no se vuelca en la fe por la capacidad creadora de la Humanidad. Hay que empezar a reconocer la dignidad y la responsabilidad, eliminando pasiones desbordadas. Esto nos devolverá al optimismo griego que tanto bien nos ha hecho a lo largo de los siglos.

El segundo punto sí que está casi ausente. El genio andaluz está débil y por tanto no hay una voluntad unificada. No hay conciencia de pueblo, no hay conciencia de unidad que se manifieste en todas las esferas de la vida andaluza. Sin un pueblo fuerte y capacitado no se puede defender correctamente la vida ni nuestros ideales. Y sin este segundo punto el tercero no podrá existir. "Para que la vida de un pueblo sea reconocida por la ley constitutiva de una sociedad es preciso que imponga su reconocimiento mediante vigorosas revelaciones". ¿Cómo generar unidad? Mientras los elementos constitutivos, o sea, las provincias, se consideren como entes homogéneos y con poca afinidad con las demás, poco podemos hacer. No puede haber una fuerte voluntad de las provincias están disgregadas. Aunque para Blas Infante es la debilidad de pueblo la que conlleva la debilidad de los lazos entre provincias, no al revés. Es por eso que todo intento por la fuerza de la ley a generar algo que no existe en los corazones no puede triunfar. Una ley que obligue artificialmente a ser solidario en un marco artificial y con unos límites a la libertad está abocada al fracaso. Las combinaciones humanas no pueden sustituir con sus obras formales y vacías a las obras esenciales de la Naturaleza. Como ejemplo da la coetánea Ley de Mancomunidades, la cual intentaba ser implementada a todas la regiones aunque no estuviesen preparadas. Infante cree que solo Cataluña podría ser la receptora, pues en ese momento era la región más fuerte y con más conciencia de sí misma de España. En resumen: el cambio ha de ser de abajo hacia arriba, crear conciencia en las personas y de ahí, en sinergia, germinará la conciencia en municipios, comarcas y provincias. Solo así se afirmará políticamente la existencia de Andalucía y se conseguirá la capacidad administrativa. Construir de arriba hacia abajo ni siquiera sirve como acicate. Solo contempla su implementación sin son normas muy elementales y poseen mecanismos de ampliación en función de los grados de avance del territorio: no pueden aplicarse todos los mecanismos al inicio porque de manera natural se intentaría gestionarlo todo con pocas fuerzas y recursos. La actual organización provincial oculta la existencia de Andalucía como un ente común, los municipios no se ven como elementos de un todo mayor. Es más, las concejalías no se ven como parte de un todo común (el Ayuntamiento) a la hora de recaudar impuestos y aplicar normas. Es más, Congreso y Senado no se ven como parte de un todo común, la organización del Estado en tres poderes. Ese es el problema de aplicar un marco muy amplio cuando aún no hay preparación. El mecanismo debe existir pero debe ser paciente con Andalucía para no ahogar su creatividad ni a su genio. Aunque queramos dotarnos de un sistema jurídico propio y administrar nuestra propia riqueza y autogobierno necesita de un proceso de fortalecimiento previo y la capacidad de indicar cuándo y hasta qué grado podemos exigir competencias exclusivas. Pero, atención, esto no quiere decir que la organización estatal sea heterogénea. Un sistema de aplicación gradual pero que sea el mismo en último grado al resto de regiones: no se puede mutilar el desarrollo de ninguna región y darle menos oportunidades en el pugilato nacional. Porque Andalucía no es más que nadie, pero tampoco menos que nadie. Reconocer el marco es ya un paso para la redención, para el progreso. La libertad de aplicación dependerá de la evolución de la conciencia de pueblo. Pero esta libertad ha de ser contraria a los impulsos independentistas: extirpar a España de alguna de sus regiones conllevaría a que no pudiese nunca llegar de nuevo al concierto de las naciones, cosa indispensable para el progreso de la Humanidad.

Primero de todo hay que fortalecer el espíritu regional difundiendo la Historia andaluza y su genio a través de sus producciones culturales. Debe hacerces hincapié en la solidaridad y la dignidad para afirmarse políticamente y reivindicar autogobierno y su utilidad. Y esto ha de aplicarse sin demora para luchar contra el centralismo que ahoga a toda región española. El marco legislativo actual ahoga el progreso de las regiones porque se aplica sin contar la psicología, la geografía y la historia de las regiones que conforman España. Andalucía no puede quedarse atrás en este camino porque quedaría eternamente esclavizada y dirigida por intereses foráneos, estigmatizadas ante el mundo entero. Este es un ideal próximo: fortalecer el espíritu y la conciencia de pueblo. Los ideales se cunplirán en función de las energías ya existentes. Ya se ha expresado que no se puede abarcar todo desde primera hora, sino en función de las fuerzas del momento para evitar así la disociación y la frustración. Es necesario conocer los puntos débiles para ir fortaleciéndose e ir generando solidaridad entre municipios, comarcas y provincias. Hay que centrase en el elemento básico y natural: el municipio. Sin una conciencia municipal la conciencia de pueblo no existe. Si no se abarcan los problemas más directos, que más están a la vista, ¿cómo atender a lo lejano, a lo que no se ve? Sin un municipalismo fuerte y sincero no se puede tener conciencia regional ni nacional.

Si bien existe un amor por el terruño en el que se nace y vive, poco amor hay por el desarrollo municipal en temas de legislación, administración y obras. Sin este refinamiento poco se puede lograr en el pugilato entre municipios de la misma comarca. Se cree que lo de uno es lo mejor cuando en una región las características de tierra y clima siempre son idénticas a las de otros pueblos. Hay que cambiar ese sentimiento visceral y hacerlo consciente. Porque es por estas pasiones que el individuo genera mentalidad de rebaño, sensación ideal para que el cacique maneje el municipio a su antojo. Se necesita hacer pedagogía, mucha, para enseñar a las personas las características del municipio, de hacerle saber cuáles son sus elementos constitutivos y generar una consciencia regional que indiqué hacia dónde se quiere ir y cómo. Hay que hacer hincapié en el medio antes de explicar el fin. Hay que explicar primero el ideal próximo, generar un patriotismo municipal que defienda las características del municipio y que se dediquen esfuerzos en pos de lograr la prosperidad de todos los habitantes del municipio. Hay que fomentar la participación del ciudadano en la vida municipal, defender su autonomía y adaptar una legislación en función del avance del municipio para no frenar a los que posean más consciencia. ¿Por qué no se ha logrado hasta ahora? Por las penalidades históricas que ha ido sufriendo el andaluz, que le han alejado de su instinto sociable y de su afán por vincularse para un fin mayor. No existen instituciones que velen cultural, política y socialmente de los municipios. No hay quien fomente valores debido a las imposiciones administrativas que lo evitan y de las trabas económicas para crear y mantener. Para el primer punto, Blas Infante rechaza que haya trabas administrativas, al menos en cuanto a organización municipal se refiere, en cuanto al caciquismo cree que no se prolongará a partir de que el municipio empiece a funcionar correctamente: no es la causa del atraso, sino uno de los síntomas. Es así que las trabas económicas y sociales han de ser las verdaderas causantes. En efecto, el pueblo andaluz está conformado por jornaleros y clase media. Los terratenientes no viven en el campo asiduamente o ni siquiera viven en Andalucía. De la clase media se puede definir el propietario que trabaja su propia tierra, el colono, los artesanos e industriales elementales y los burócratas. Infante considera como jornalero a los trabajadores del campo y a los obreros industriales de ciudad. En Andalucía predomina la clase agricultora, los jornaleros, pues el campo ha sido históricamente la vocación de Andalucía: ha alcanzado grandes cotas civilizatorias siempre que ha enfocado su interés a la agricultura. La clase media campesina apenas existe. Los jornaleros no pueden sustituir a la clase media, la cual sustenta los ideales colectivos. El pobre jornalero está maltratado, su jornal se ha mantenido intacto durante siglos y la pena y el desasosiego que se genera al ver cómo son maltratados hace saltar lágrimas al empático. Duele el corazón.
 

Desgranando el pensamiento de Blas Infante (IV): el Ideal Andaluz y cómo implementarlo

 Esta es la cuarta parte del famoso Ideal Andaluz de 1915. Previamente se había desarrollado la filosofía infantiana de mejora continua hast...