Para terminar el año fui con Geo a su lugar de trabajo de campo, un barrio de un pueblo colindante a Rosario al que se accede cruzando una calle. Este barrio no está asfaltado y tampoco tiene instalaciones básicas. Poco a poco están mejorándolo pero como está lejos del centro de Pérez es aún un barrio pobre. Hay multitud de inmigrantes paraguayos, donde su cultura y tradiciones siguen muy vigentes en esta comunidad.
La primera visita constó en hacer de cámara para grabar la procesión de las imágenes de las Vírgenes de Itatí y Caacupé, que despiertan profunda devoción. Rezos, plegarias, canciones que circularon por gran parte del barrio, despertando el fervor del pueblo. Finalmente, una misa con más canciones y una choripaneada con gran cantidad de chamamé y bailes regionales folklóricos.
Posteriormente fui a probar los productos típicos paraguayos, tales como el insuperable chipá, la exquisita sopa paraguaya (que no es líquida, ojo) y el hipercalórico borí-borí, con pollo. Eso fue comer y lo demás tontería. Además, pudimos conversar y dar cuenta que la xenofobia todavía está imperante, sobre todo en ciertos lugares de trabajo.
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