Retorno a Argentina en la nueva etapa de desempleado, pero no por ello dejé de recorrer nuevos lugares. Bernardo se mudó a las afueras de este pequeño pueblo y fuimos a comer varios asados.
Como todo pueblo argentino cercano a una gran ciudad se ordena respecto una carretera y da lugar a un pequeño centro con casas y clubes y unos barrios tranquilos de casas ajardinadas. Incluso había como chozas, no sé si un restaurante temático o un museo.
Lo curioso es que la parada del bus tenía pinturas infantiles sobre cuentos y mitos. Pero de terror: personas ahorcadas, lobos con fauces ensangrentadas, lloronas... La casa de Bernardo estaba muy cerca de la ribera del Paraná, algo alta respecto a este, pero con muchas arboledas y verde. Se veían las imponentes islas y barcos atravesando los brazos interiores de tal manera que parecían botes que se movían por tierra firme. Sol a pesar del invierto y mucha calma. Una visita rápida a las parrillas y viendo cómo los niños disfrutaban y corrían con total libertad.
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