Ya, ya lo sé. Aún estamos de confinamiento, aunque poco a poco se ve el final del túnel. O eso espero. Pero encerrado en casa te da tiempo a reflexionar y replantearte ciertas cosas. Empiezas a hacer planes para implementarlos una vez que volvamos a ser libres. Como una explosión, un estallido expansivo.
En resumidas cuentas, visto lo visto, ya desde inicios de 2018 en Toledo, creo que el ciclo está acabado. Creo recordar que hace un tiempo publiqué algo por el estilo, que siempre he vivido en muy buenos lugares y me he empapado de ellos pero llega un momento en que veo que ya no hago más ahí, que mi ciclo ha terminado y seguir en el lugar es como estar encerrado. ¡Si incluso me pasó con Rosario, y eso que es la ciudad que me permitió crecer y madurar!
Sí, Toledo es una ciudad espectacular y me siguen atrayendo sus alrededores, sus senderos y pueblos de raíces visigodas, romanas y árabes. Hay mucho por recorrer en esta gran provincia. Pero la orografía de la ciudad es bastante complicada para, por ejemplo, querer salir a pasear en bicicleta. O meterte de nuevo en el casco, puesto que actúa más como museo a cielo abierto que como ciudad en sí. Cosas de cómo se ha planificado la ciudad. Es una sensación que no he vivido en Córdoba (aunque tampoco he vivido nunca en su centro histórico).
En estos años tampoco hemos podido hacer muchas amistades. Es una ciudad con una idiosincrasia rara, como si fuera un pueblo grande (espero no ofender a nadie, son sentimientos que me tocan ahora mismo). No sé si estar a la sombra de Madrid, o sus remembranzas a su pasado imperial, no sé, o su conservadurismo que a veces huele a naftalina. La verdad que no sé, pero es como que sabes que no vas a encajar en los círculos de la ciudad. Claro, hay otros círculos pero la manera de ser toledana es muy clánica, muy exclusivista. Si no eres conocido de la infancia es muy difícil entrar en ciertos lugares o que termines formando parte de ellos.
Esto se nota en el día a día, en lo difícil que es que te respondan a un simple saludo o que entres a un comercio y te traten con suspicacia (mierda, si voy a gastar mi dinero en tus productos, no seas tan agrio, por favor). Muchos hablan de la forma de ser de la gente de la Meseta, pero hay lugares que no son así. ¿Es el famoso carácter castellano? No me gustaría entrar en tópicos que casi siempre son falsos, pero te acercas a La Mancha y el carácter de la gente es muy diferente.
No quiere decir esto que aborrezca la ciudad, que no quiero visitarla de nuevo y que paso de recorrer sus hermosas callejuelas. Todo lo contrario. Cuenta con un lugar especial en mi corazón por darme una oportunidad tras más de una década fuera de España. Un lugar en el que no tenía contactos, que me era ajeno, pero me permitió dar unos interesantes pasos laborales y me protegió de una familia que quería que desarrollase unos roles que hacía once años que ya no eran más válidos. Lo que pasa es que ya me veo que el ciclo ha terminado, que no puedo hacer mucho más en el lugar y que estar más tiempo va a ser contraproducente tanto en mi humor como en mi consideración sobre esta bella ciudad. Aunque ya estoy más viejo, con pocas ganas ya de ser nómada, aún me queda esa vena exploradora. ¿Cuál será mi próximo destino?
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