Paso a paso internándose aún más en la comarca de los Montes de Toledo. Al comienzo sigue siendo llanura, pasa por ondulaciones y cerros y terminas en la línea montañosa que da nombre a la comarca. Esos montes que ves siempre azulados en la distancia enmarcando el horizonte.
San Pablo de los Montes está justo en las laderas iniciales, un pueblo tranquilo de calles anchas y con algunas casas bastante curiosas. En el trayecto se ven dehesas, encinas, recintos con murallas para la explotación ganadera y lo verde va en aumento cada pocos metros. Un gran espectáculo que rompe con la monotonía de la zona seca.
Caminando un poco puedes llegar a la ermita, con un altar a las afueras del edificio quizás para las romerías o celebraciones de los Padres Agustinos. Y de pronto se inician muchos senderos que van ascendiendo en la ladera, como si fuesen túneles verdes que tienen un microclima más fresco y húmedo. Las vistas son impresionantes, desde ahí arriba puedes incluso adiviar dónde está el fin de la provincia hacia el norte, es algo que merece la pena.
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