martes, 12 de junio de 2018

Diario de Viaje: Covadonga/Cuadonga en Cangas de Onís (Mayo de 1997)

Visita obligada si estás en Asturias. Es meterse de lleno en la Cordillera Cantábrica y ver riscos escarpados y una muy abundante vegetación. Eso sí, la lluvia no te la va a quitar nadie. El paraje de Covadonga es espectacular: las casas que hay, de piedra para resistir los inviernos crudos. La basílica de Santa María la Real es espectacular con sus campanarios terminando en pico, como si estuvieses dentro de una historia medieval, ya que su construcción evoca tiempos pasados y da un aire el entorno de que eso ha estado perdido hasta el día de hoy. El interior bien sobrio con altas columnas, como se espera de la época medieval (aunque realmente se inició su construcción en el último cuarto del siglo XIX).

No muy lejos está la famosa cueva donde se refugiaba Pelayo (cuya enorme estatua se puede ver en la explanada en frente de la basílica) e ideó los primeros pasos de la Reconquista. La pequeña ermita de la Santa Cueva está como enclavada en la roca y bajo ella corre el agua formando una cascada que llega a un pequeño lago. Es como si fuese un cuento de hadas. Al lado se puede ver la efigie de la Virgen de Covadonga y a pocos metros, en una oquedad, está la tumba del rey Pelayo, el primer monarca del Reino de Asturias (aunque fue el tercer jefe, Alfonso I, el que asumió el título real). Hay mucha historia encerrada en tan poco espacio.

No contentos solo con ver eso, el autobús enfiló hacia el paraje de los Picos de Europa, donde pudimos ascender hasta poder ver, siempre que la niebla lo permitiese por una decena de segundos, los lagos Enol y Ercina, rodeados de verde y roca gris. Es una experiencia que no paro de recomendar.

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