Saliendo de Rielves me quedé con ganas de llegar hasta Huecas, luego cogimos el coche y enfilamos para el lugar. Una vez aparcados visitamos la plaza del ayuntamiento, que tiene el rollo de justicia y la fachada consistorial tiene el escudo en piedra. Parece que muchos estaban jugando al bingo, o algo similar, porque entré a los baños públicos y escuché un griterío sobre quién se llevaba tal o cuál premio. Interesante que existan estas iniciativas, sobre todo en pequeños pueblos de población envejecida.
Muy cerca está la enorme iglesia del pueblo, con tres cruces de madera y algún que otro monumento religioso. Todo da a una gran llanura cuajada de pastos que aguardaban mejor meteorología para germinar las semillas insertas en tierra.
Había algún que otro parque más, pero como no admitían perros nos pusimos en marcha para volver a casa.
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