Pues fue época de explorar los Montes de Toledo, puesto que nos internamos un poco más en la comarca y llegamos hasta la pequeña Hontanar, muy cerca de Navahermosa, aunque ya se notó más la complicación de curvas y estado de la carretera. La verdad que el pueblo se recorre en nada y puedes quedarte en la placita de la iglesia de San Andrés Apóstol, que también es la del ayuntamiento.
Lo bueno es salir y recorrer la inmensa cantidad de senderos de muy diferente dificultad: puedes ir paralelo a la carretera, subir hacia los montes por senderos casi invisibles, atravesar un bosque de pinos y cruzando multitud de veces arroyos (supongo que el de los Cerezos, pero hay varios en el trayecto) y llegas a un lugar de pastoreo con unas vistas impresionantes, rodeado de grandes y frondosos montes. Incluso se perdió nuestra perra un breve tiempo persiguiendo a saber qué. Fue un susto porque por el lugar nos comentaron que hay jabalíes.
También almorzamos abundantemente por aquí y merecía la pena volver y hacer otros senderos, como evidentemente hicimos.
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