Gran frase de mi amigo Juani en este mes de marzo. Hacía como dos años que no nos veíamos y muchas cosas nos hemos contado. Sobre todo de lo mal que anda el Reino de España y el mundo por extensión en el tema laboral.
La gente se cree que ser científico es ir de bata blanca y pelear cada año por conseguir el Premio Nobel. Pues nada de eso. Hay miles de trámites burocráticos e instrumentos que no funcionan que te hacen rabiar y frustrarte al máximo. Y leer, leer mucho. Después solo replicar cosas con algunos avances (los que te permita tu superior y lo que haya disponible en laboratorio). Con suerte a los meses se llega a algo de interés y empieza la nueva travesía de escribir un artículo (donde el resto de autores, en vez de sumar, muchas veces restan). No es solo acordar un modelo o explicación convincente, sino armar cosas y quitar otras tantas para pasado un tiempo más bien largo pueda ser enviado a alguna revista. Con mucha suerte esto es gratis. No, no te pagan como investigador mindundi por publicar artículos. Si la cosa va bien en un plazo más o menos largo lo ves publicado y vuelta al comienzo. Si se tuerce, los árbitros evaluadores te atacan a ti personalmente y a tu artículo. Eso de método científico es para otras dimensiones, pienso yo.
Es sufrido investigar, sí. Porque después de romperte días y días la cabeza, cansarte incluso físicamente y luchar contra el laboratorio y contra autoridades, va el de turno y te dice que no sabes qué es trabajar. O que pueden desmontarte lo que dices con un par de segundos de imaginar algo. Mal remunerada la ciencia. Y con prestigio de forma general y/o abstracta, después somos los vagos del momento.
¿Y laboralmente? Pues investigar es duro, duro. Hay que conseguir una beca cada poco tiempo, con la cosa que si traspapelas un plazo vas jodido. Se viaja y aprende, sí, pero cuando llega un momento de pensar en proyectos a largo plazo, tanto profesionales como personales, uno quiere parar de dar vueltas y asentarse. Pero como está la cosa es muy difícil. La remuneración económica no es para tirar cohetes y en muchos países ni es considerado trabajo, por lo que cotizar para tu pensión futura es un cuento de ciencia-ficción. Superas la treintena con apenas cotización, así que jubilarse bien a los 65 (o 67 si lo cambiaron ya) es algo psicodélico. Y con becas o contratos temporales con esta edad y pocas miras de saber dónde estará tu futuro, para más inri. Da igual tu estatus y valía, si no hay lugar o fondos estás fuera.
Entonces, ¿por qué seguir en esto de la investigación? Mi mentalidad y manera de pensar siempre ha sido descubrir lo subyacente de las cosas, investigarlas y pensar todo. Desde que me decanté en Secundaria por ciencias (mixtas en mi caso, tenía la idea del humanismo muy de moda) en 1999 llevo sin parar aprendiendo, estudiando y trabajando por y para la investigación. No sé hacer otra cosa. Se puede aprender, pero no sería lo mismo. Llamadlo vocación, si queréis.
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