jueves, 10 de marzo de 2022

Visiones blanquiverdes

 Ya me conocéis. Del pie que cojeo ya creo que está claro. Pero también es de sobra conocido cómo voy basculando cada cierto tiempo entre varias de mis opciones preferentes. Como era evidente, ante tanta polarización y descreimiento de la clase política, sin fuertes referentes que merezcan la pena, me volví a inclinar hacia el andalucismo.

Tuve siempre ciertas nociones históricas y folklóricas pero decidí profundizar un poco más. No solo he ido publicando algunos artículos reivindicativos de la cultura andaluza en la revista de feria villarrense. Por fin tuve tiempo y me leí la gran obra de Blas Infante, el Ideal Andaluz. Me quedan otras muchas obras de gran importancia y que desarrollan su pensamiento inicial (o lo transforman completamente) pero primero quiero empaparme de su piedra angular, de la que mayoritariamente bebe la Andalucía actual. También me queda mucho que aprender sobre el andalucismo de segunda ola, el político, que inició a la par que la Transición (o incluso un poco antes) y que termina contra todo pronóstico y toda traba consiguiendo la consideración de nacionalidad histórica con una autonomía de primer nivel. Hay un par de libros sobre el Partido Andalucista y unas memorias (creo que son memorias) de Rafael Escuredo que quiero conseguir.

Y mis aficiones andalucistas, ya esbozadas hace mucho tiempo con las propuestas de Foro Andaluz, el partido liderado por Manuel Pimentel y con la piedra fundacional llevada a cabo en mi pueblo, han visto que desde la crisis económica de 2008 y la decretada disolución del Partido Andalucista puesta en marcha en 2015, ha quedado en paralelo con la novedosa y cultural tercera ola del andalucismo. Un andalucismo que cuaja a veces en formaciones políticas (ahí está Teresa Rodríguez) pero que es más desenfadado, más juvenil, más reivindicativo de sus características para evitar que lo usen como tópico, más vinculado al cante, a la música, a la poesía, al activismo. Es más dinámico y coge muchos hilos para poder tejer un andalucismo menos encorsetado.

Estoy ahora escuchando el programa de radio liderado por Pura Sánchez llamado Andalucía, un pueblo con historia. Ahí se relatan junto al debate de expertos temas interesantes para Andalucía, no solo históricos (4D, Reconquista, América, orígenes, Gibraltar) sino de actualidad y que son los constitutivos de la Andalucía actual (educación, minería, olivar, agua). Es bueno aprender de los expertos.

También ando escuchando en retrospectiva el canal de Youtube llamado Café en Andalú, donde un par de chavales con muchas ganas e ilusión han conseguido consolidar un nuevo espacio de andalucismo, invitando a militantes históricos del andalucismo (Isidoro Moreno, Manuel Delgado, Rojas Marcos...) y a nuevas figuras de este movimiento, tales como a Antonio Manuel, Pilar González, Pastori Filigrana, Pilar Távora, Manuel Ruiz Romero...). Se aprende mucho escuchando a gente comprometida y tratando muchos temas, tales como el feminismo, la ruralidad, la gentrificación, la definición de Andalucía, etc. Lo que no me termina de cuajar es que, si bien hacen un trabajo pedagógico encomiable, apenas abandonan la órbita del marxismo y de posturas muy afines a Podemos (o Adelante Andalucía, tras la crisis Rodríguez-Iglesias). No digo que esté mal esto de por sí, pero se nota que no llevan a invitados con opiniones algo diferentes a lo que debe ser el andalucismo. ¡Incluso se descolocan cuando un invitado propuso un modelo de España confederal para que encaje Andalucía en vez de abogar por las posturas independentistas! Además, el decir que el andalucismo es aglutinador y a paso seguido dar etiquetas de qué es andalucista y qué no es me descoloca mucho, la verdad. O el tejemaneje que hacen para agarrarse de una definición muy arriesgada de colonia para llegar a explicar que Andalucía es una colonia de España, aunque después sea el primer caso donde la metrópoli hace suya la idiosincrasia de la colonia para venderlo como algo típico español (de todo el territorio, se entiende), como Marca España (cosa que también critican por apropiación y anulación cultural, evidentemente).

Hay muchos artículos de opinión que postulan una Andalucía con dos vertientes del andalucismo principales: una socialdemócrata con foco municipalista y sin complejos por la identidad dual Andalucía-España y otra soberanista y más transformadora. Creo que ese es un buen camino donde mucha gente puede sumarse en vez de una única visión del andalucismo muy concreta y con tendencia a excluir posturas dispares.

Como dijeron en uno de los programas, para volver a levantar a Andalucía hace falta ponerse unas gafas blanquiverdes, o sea, arreglar los problemas de los andaluces desde una perspectiva andaluza, con herramientas y soluciones andaluzas. A día de hoy hay tres formaciones con tendencias andalucistas: Adelante Andalucía con Teresa en la cabeza (aunque puede que esté la formación muy coptada por Anticapitalistas), la coalición Andaluces Levantaos (con el andalucismo municipalista de AxSí y el trasfondo de Más País) y Unidas Podemos (con mucho lastre, a mi entender, de lo que se dicte en Madrid). Quizás tanta fragmentación no es buena electoralmente pero se puede hacer la lectura que el andalucismo no murió nunca, sino que se aletargó y resurgió cuando menos se lo esperaban. Incluso la derecha de Moreno Bonilla empieza (no sé si por convencimiento o por electoralismo) a empatizar con las partes más moderadas del andalucismo. Algo se cuece, veamos qué será.


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