...es cierto que las cosas nunca salen como sospechabas. Que al final es lo mejor, porque al ser inesperado es una sorpresa. Grata o no, pero sorpresa. Como ya dije al no confiar en mí mismo esto hace una proyección al exterior de cobardía, en la que se desea la sorpresa pero aparece el miedo de poder recibirla con agrado. ¿Y cuando aparecen varias? Es elegir lo que es jodido: o ir por lo más accesible y que sabes que te conviene a pesar de que es más improbable, o acudir a algo más incierto, que no sabes si al final será de provecho pero es algo más plausible.
Y es que, en cualquier rama de la vida (trabajo, amor, amistad, aporte económico) somos animales sedentarios y llegamos a lo de "más vale malo conocido que bueno por conocer", así que cuando aparecen nuevos caminos nos da cosa dejar los que teníamos aunque antes renegásemos de ellos. Como un día dijo el sacerdote D. Bartolomé "uno se vuelve conservador cuando tiene algo que conservar". Al final parece cierto, los jóvenes como empezamos sin nada somos revolucionarios, después si vamos consiguiendo cosas con dificultad no nos gustará perderlas e intentaremos conservarlas. Generalmente es cierto, aunque afortunadamente no siempre (por ejemplo, Dolores Ibárruri, "La Pasionaria"). Pero, ¿y si es hora de abandonar lo que conservas y arriesgarte un poco más de la cuenta por opciones que no sabes si cuajarán o no?, y en caso de que sí, ¿cuál será? Parece que ahora alguien ha tirado piezas al suelo y están encajando. Así que esta vez no lo considero cobardía, sino más bien una espera astuta a ver dónde y cómo van encajando las piezas, para no apuntar a lo loco y disparar la bala.
Como bien dijo Trini, a veces no hay que intentar preveer el futuro, ya que dos o tres giros inesperados pueden joder el plan ideado, así que mejor ver qué pasa paso a paso. Y repitiendo lo de mi amigo José R., lo que no está planeado sale mejor. A ver si sigue siendo verdad...
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Publicado originalmente el 29-09-2009
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