Hace algunos meses escribí un artículo para dilucidar si la vida era realmente cíclica o no. Estaba bien planteado por aquella época y no reniego de él. Pero volví a equivocarme. ¿Por qué? Porque quería equivocarme. Quizás no conscientemente, pero en el fondo quería un cuento de hadas. ¿Qué quería hacer? Crear algo ficticio, algo artificial, basado en malinterpretaciones y convenciéndome a mí mismo de algo que no era real. La única conclusión es que era para camuflar mi cobardía. Utilicé a personas y manipulé para engancharme a algo irreal, obviando así las resposabilidades cotidianas y evitando quedar mal. Porque eso es lo cierto, me daba miedo de mí mismo y me sabía inútil para compartir, así que hice algo obtuso y aniñado.
Pido perdón a todo el mundo afectado. No pensé en las consecuencias debido a mi inexperiencia. Tras haberlo escrito reflexioné durante mucho tiempo. Me vi que había obrado realmente mal, mentido y manipulado. Me odié por esto y pensé que aún estaba tiempo de corregir mis fallos. Lo hice. Afortunadamente esto sirvió para devolver a la normalidad la vida de la gente. Rectifiqué a tiempo, pero aún no es argumento de peso para perdonarme el haberme engañado a mí mismo y haber utilizado a otras personas. Lo siento de veras.
La vida no es cíclica. Aunque parezca que se repiten las cosas no es así, son cosas parecidas. Tropezar y aprender te ayuda a progresar en esta vida. A veces se hace un camino de rosas y a veces es una sucesión de tropiezos y malos actos (intencionados o no). La decisión de hablar y pedir perdón ha servido. Tanto a mí como a los demás. Ahora estoy más seguro de mí mismo, vivir haciéndome responsable de mis acciones, que es lo que estaba evitando. Luché contra mis miedos e inseguridades y por fin solventé mis traumas. Ahora puedo respirar con confianza en mí mismo. He progresado, aunque el precio ha sido demasiado alto.
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Publicado originalmente el 19-12-2010
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