viernes, 7 de octubre de 2011

Diario de Viaje: Campinas (Mayo 2009)

Reabro esta sección a causa de un nuevo viaje explorador hacia el impresionante mundo de Brasil. Fue por causas laborales pero intenté aprovechar el tiempo para intentar escaparme y disfrutar del clima de este país (que en pleno otoño hacía una temperatura de 23ºC).

La semana anterior al viaje vino un francés de Nantes a dar unas conferencias y ver cómo era nuestra forma de trabajar. Él vendría con nosotros a Campinas, en el estado de São Paulo, pero para despedirlo el jefe decidió hacer un asado en su campo para que el francés viese las delicias de kilos y kilos de carne argentina. Así que hartos de comer y algo bebidos tuvimos que volver a nuestras respectivas casas y hacer la maleta, ya que el bus a Buenos Aires salía a las 5 de la mañana. Haciendo tonterías y leyendo se hicieron las 12 así que dormí poquito... menos mal que el bus llegó tarde (casi una hora el mamón). Con mil traqueteos llegamos al aeropuerto para ver cómo la paranoia de la gripe porcina está en todos los rincones. Gente con mascarillas y médicos pululando de un lado para otro. Preguntándote si tenías las siete plagas. Lo mismo en Brasil, rellenando formularios para ver si tenías tos o fiebre... una locura.

A la caida de la noche llegamos a Campinas, una "pequeña" ciudad de dos millones de habitantes. No entramos en ella sino que a las afueras existe un sincrotrón donde se hacen multitud de experimentos. Los turnos interminables, alrededor de 12 horas, sólo parando para mal dormir y a comer cuando el haz de electrones se paraba. Por las noches subrutinas programadas para no perder el tiempo. Gente muy buena, ayudándote en todo lo que podían y el francés acaparando el terminal de rayos X, así que nos veíamos con el tiempo justo a pesar de las horas de trabajo.

Luchando para lograr hacerme entender en portugués. Algo chapurreaba pero cuando me hablaban rápido me perdía totalmente. Lo que me encantaba era el pan de queso, llamado en Argentina chipá. De los más ricos que comí. Y las brasileñas... joder, no importaban que fueran guapas o feas, todas tenían un culazo impresionante... no sé si sería por la dieta insulsa que comen (ensaladas y arroz mayoritariamente) o por genética. Y algunas se pasaban de culo y era ya algo enorme a la par que antiestético. El viernes con Guinter fuimos a una "festinha" en las zonas de recreo del laboratorio. Bajo un techo una cantando con micrófono mientras el resto bailaba o se quedaba en la barra esperando la provisión de chorizo o carne a la parrilla. Estos brasileños sí que se lo montan bien.

El sábado hablé con un brasileño que viene de vez en cuando a nuestro laboratorio a trabajar y me ofreció su piso para pasar el fin de semana. Vive en Niterói que está justo en frente de Río de Janeiro, así que la visita al Corcovado era obligatoria. Llegados a su casa me presentó a su esposa e hijos. Ay, qué princesita Camille, una ricura de 5 años que hablaba sin parar hasta que te dolía la cabeza y creyendo que la comprendías. Quería llevarme de paseo a un bosque y enseñarme todas sus fotos de cumpleaños (tanto que me tocaba la barbilla para mirar las fotos todo el rato, así que no podía hablar con los demás y cuando lo intentaba me ponía el álbum frente a los ojos). También está el muchachito Caio, un encanto y que se puso a aprender español y no parar de usarlo en todo el fin de semana. El sábado pasamos por toda la costa de Niterói, con el fondo con el Pão de Açúcar y Corcovado. Estuve a punto de hacer parapente pero me pedían 100 reales (digamos q cerca de 50€) por diez minutos, dinero que no tenía, visitamos un pequeño museo botánico y pasamos al lado del museo de arte moderno (que parece un OVNI). Visité un antiguo fuerte de la colonia llenito de militares y tras varios meses por fin comí pescado. Fue casi orgasmático, qué rico el pescado y más después de tanto tiempo.

Por la noche salí con Aurelio mientras el resto de la familia estaba en una fiesta de cumpleaños de una amiga de Camille. Fuimos a tomar caipirinhas y caipivodcas (la primera es con cachaça y la segunda con vodka). Cuando estábamos ya bastante borrachos volvimos a casa a tomar tequilas mientras que comíamos los trozos de pastel que habían traido de la fiesta. Eso sí, parece una sociedad bastante machista, ya que la esposa se encargaba hasta de hacer los cafés. Durante el transcurso de la borrachera pasó el tema de la política y estuvo bien el asunto de ver qué opinaba sobre el proceso de los nacionalismos en España. Para él, la independencia de colectivos que tienen todos los aspectos en común hará fomentar la xenofobia y el racismo a la larga, ya que la gente se acostumbraría a una única cosa. Y económicamente tampoco lo ve viable ya que surgiría más competencia. Interesantes conclusiones, para pensar un rato largo.

El domingo con la resaca nos levantamos tarde y empecé a perder ganas de ir a Río. Además, Camille estaba muy entusiasmada en visitar un bosquecillo que hay cerca de su casa, pero a la llegada de la tarde me decidí a ir. Con un catamarán en quince minutos llegué a Río y con un par de explicaciones pude encontrar el tren que lleva hasta el Corcovado. La vista es impresionante, a pesar de la neblina a causa de la contaminación. Llegué en la hora del atardecer, cosa que lo hizo más especial y hermoso. Me quedé hasta que nos echaron y volví a Niterói casi ya a última hora. Ocurrió un putadón y es que al llegar a la ciudad tenía que llamar a Aurelio para que me llevase de vuelta a casa pero la tarjeta que tenía no funcionaba... me decía que los números que marcaba no existían y estuve una hora llamando hasta que decidí llamar a la operadora y decirle que era una mierda su compañía. Tras eso y la vuelta a casa nos pasamos la noche viendo vídeos de Youtube sobre Zico, Flamengo y Barça. El lunes por la mañana antes de irme al aeropuerto me enteré que Camille tenía fiebre y estaba pachucha, pero creo que era una insolación o algo por el estilo.

Y de vuelta a Buenos Aires empieza el trato como delincuentes comunes. Que si ponernos en fila que se rellenar tantos papeles, que si inspección del médico. Estrafalario, tenían hasta una cámara para ver la temperatura corporal, ahí de pie como un asesino en serie preparado para la foto de archivo de rigor. Absurdo y patético.

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Publicado originalmente el 26-05-2009

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