Bueno, creo que ya iba siendo hora de sincerarme conmigo mismo y con vosotros, ya que esta declaración no volveré a repetirla. Además, creo que iba siendo hora de darla a conocer y más en estos momentos en que me estoy duchando. Me gusta la sensación de correr el agua caliente por el cuerpo, el ruido sordo del agua. Es una agradable sensación y éstas son lo único natural e imprevisto que puedo percibir; no son un hecho consumado, sino un proceso de percepción. Sí, por fin lo declaro, desde que nací tengo el don de la presciencia. ¿Qué es eso? Fácil, una habilidad para conocer todas las cosas y detalles que depara el futuro. Muchos aplaudirán diciendo que es una suerte, un regalo, algo bendito. Pero a lo largo de mi vida creo poder decir que más bien es una maldición, una pesada losa que no podré quitarme de encima nunca.
Los primeros años de mi vida fueron marcados como que era algo natural e inherente en el ser humano. Sabía todas las respuestas a las preguntas de los profesores, sabía qué iban a poner en los exámenes, sabía cómo iban a quedar los resultados de los partidos de fútbol (o cuando jugaba sabía por dónde dirigirme y qué acciones llevar a cabo... hubiese sido muy bueno de no saber que carecía de forma física para ello). Lo sabía todo, todo quedaba claro en mi mente. Al pasar los años fui algo más consciente que el resto de la gente fallaba en muchas cosas que las veía yo con total transparencia, por lo que poco a poco empecé a dejar de pensar que fallaban a posta para tirar por la teoría de que fallaban de manera natural. No eran prescientes. Y como la falsa apariencia que daba a mis congéneres de inteligencia y perspicacia día a día me iba granjeando envidias y enemigos empecé por fallar también adrede, traicionando lo que predecía. Pero tranquilos, nunca me rodearon los matones de clase para darme una paliza, sabía dónde iban a estar y cuándo, por lo que esquivarlos era algo sencillo y rutinario. Ya en plena adolescencia empecé a hacer lo que ansía todo el mundo que alguna vez soñó con tener este don, ganar dinero con apuestas. Sin embargo, también veía cristalinamente que si llegaba a hacerlo de manera asidua ganaría más rencores que los típicos enemigos de clase: tener a casinos como enemigos o al mismo Estado bajo la sospecha de trampas me traerían finales desagradables. Por tanto cada vez que jugué quinielas o a la lotería fue de manera esporádica y casi nunca acertando de pleno, para levantar el mínimo de sospechas. Así que a todos los que digan que tener presciencia les resuelve la vida en el sentido monetario tengo que decirles que no es así, ya que se puede vislumbrar las funestas consecuencias de una vida así.
Por consiguiente, aunque desahogado no puedo permitirme lujos desmedidos a causa de ver lo que ocurre en el futuro. Multitud de veces he tenido que fingir que no sabía lo que pasaría, a actuar como cualquier ser humano para parecerme siquiera un poco al resto de la humanidad. Algunas veces fingí bien, otras no tanto y muchas veces a los ojos de los demás se me veía simple de mente. Pero una cosa es ser tonto y otra cosa es hacerse el tonto, donde esta segunda opción siempre me sirvió para no hacer daño a los demás, porque es muy duro y trágico saber lo que va a pasar, y lo que es peor, recordar en un futuro lejano cosas y consecuencias que ocurrieron (u ocurrirán, no sé cómo conjugar) en un futuro cercano que aún no ha pasado (si el verbo recordar es aplicable en este caso, claro). A pesar de poseer presciencia me considero humano si no tomamos en cuenta esta pequeña habilidad, por lo tanto estoy sujeto a las redes del amor. Pero es algo inevitable verlo desde otra perspectiva. Sabes qué mujer se sentirá atraida por ti, por quién tus reacciones químicas indicarán que te has enamorado, cómo irá la relación y cómo terminará. Por tanto, no puede definirse amor en el sentido estricto de la palabra. La mayoría de las veces evito las relaciones puesto que he llegado a considerar que es como jugar con sus sentimientos: sabes qué hará y qué pasará, sabes que el enamoramiento llevará a la rutina y terminará en ignorancia, desencadenando peleas y la eventual separación. Otras veces contemplas justo al verla las infidelidades que existirán a los pocos meses, por parte de ambos. Alguna que otra vez, he de confesarlo, hice oidos sordos sobre lo que iba a acontecer y me abalancé sobre la relación en un intento de disfrutar del momento y sentir más que pensar, aunque sabía cuánto tiempo iba a durar y que ciertas acciones, inevitables en ese momento, derivarían en eventuales discusiones y la dura separación. Y algo he de deciros, aunque el futuro sea cierto y evidente para uno, siente dolor y sufrimiento cuando ocurre realmente (como saber que darse un martillazo en el pulgar va a doler... saberlo con tanta certeza no evita el dolor al darte el golpe). Y todo esto, ¿a qué lleva? Eso creo que es algo íntimo y personal y que quizás cada uno lo viva de manera distinta, siempre y cuando existan más prescientes en el mundo, por supuesto. Pero algo os voy a decir, uno no es feliz, saber todo lo que acontecerá no trae la felicidad, ya que un requisito para alcanzarla es que el futuro sea incierto (y esta frase además ya no sé si la aprendí o la aprenderé, pero de todos modos me gusta) y para mí no es incierto en ningún momento.
Ya dejo de agobiaros con mis relatos y mis opiniones, no porque haya terminado de sacar a la luz todo lo que guardo, ni siquiera porque haya terminado de ducharme. Simplemente, en la azotea un electricista, mientras estaba arreglando una instalación, ha soltado accidentalmente un cable y se acaba de apoyar en la tubería del agua, por lo que ha quedado electrificada y el agua en su interior también. Por tanto estoy perdiendo la consciencia, estoy perdiendo la vida mientras mis músculos se contraen espasmódicamente y mis órganos internos comienzan a quemarse. En lo poco de vida que me queda sólo me cabe indicar que quizás esta muerte accidental termine con esta maldición que me atenaza y pueda descansar en paz. Aunque pensándolo bien, y puede ser que sea mi último pensamiento, más que accidente según mi cualidad debería llamarse suicidio, ¿no creéis?
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Publicado originalmente el 29-03-2010
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