Hace ya tiempo que no escribo una biografía, aunque sea novelada sin apenas referencias y carente de fechas y comprobaciones, pero es más al estilo de poner en conocimiento a personajes de la historia que valoro. Bueno sí, soy alfonsino ¿y qué? Pero cuando alguien lo hace verdaderamente bien hay que valorarlo en su justa medida, da igual que sea A o B, porque también es cierto que en España no se nos ha conocido nunca por la exquisita calidad de nuestros gobernantes.
Nicolás Salmerón Alonso nació en 1838 en un pueblecito de Almería llamado Alhama la Seca. Sus primeros pasos los vivió en el seno de una familia sumamente liberal que emanaba amor por la política por todos sus poros, tanto que el hermano de Nicolás se convertirá en diputado y en Presidente de las Cortes. Desgraciadamente pronto queda sin madre y queda al cuidado de sus hermanas, de cierto talante estricto, por lo que siempre echará en falta cariño, amor y comprensión. Parece ser que el oficio de su padre, la medicina, no le permitía pasar largas horas con el joven Nicolás, por lo que poco a poco los estudios se convierten en su único refugio, consiguiendo el título de Bachiller en Bellas Artes en Almería y yendo raudamente a estudiar en Granada la carrera de Derecho y Filosofía. Allí conocerá a Giner de los Ríos, convirtiéndose en uno de sus principales preceptores e inspiradores de las nuevas corrientes filosóficas que empezaban a entrar en España, como el krausismo (doctrina que promulga la libertad de enseñanza académica y que supone que Dios contiene la naturaleza sin ser parte de ella ni estar fuera de ella). Tras obtener el título se dedica exhaustivamente a las oposiciones consiguiendo finalmente plaza en la Universidad de Oviedo como profesor de Historia. Pero Nicolás no se contentará con esto, renunciará a la plaza y luchará por entrar en Madrid, ya sea como profesor de secundaria o como catedrático, ya que en la capital coincidían las mentes más despiertas de la época, además que era el lugar donde se cocía la política y entraban de primera mano las noticias extranjeras políticas y filosóficas. Finalmente consigue su doctorado y puede dar clases de Metafísica. Coincide en Madrid con Sanz del Río, que le sienta las bases del krausismo más puro y le inyecta el embrión sobre la creación de la futura Institución de Libre Enseñanza. Parece que Nicolás fue siempre un duro profesor, que tenía siempre contra las cuerdas a los estudiantes en sus clases y exámenes, hasta el famosísimo Menéndez Pelayo temía su planteamiento que todos los alumnos debían cursar dos veces sus cursos para que aprendiesen realmente.
Con el paso de los años va madurando y descubriendo que las posiciones moderadas son más útiles. Poco a poco se va empapando de las doctrinas del positivismo (pensamiento que indica que la única manera de conocimiento sólo se puede realizar aplicando el método científico terminando con la recopilación de datos experimentales e introduciendo la imposibilidad de crear generalizaciones o teorías que engloben). Pero aún no llega la hora de su moderación política. Todos los días ve la injusticia y la inestabilidad del reinado de Isabel II y cree que es necesaria una profunda reforma para solventar todo esto, por lo que se afilia con fervor al Partido Demócrata y empieza a escribir una serie de artículos en favor de la causa republicana, acudiendo a reuniones con jóvenes pensadores y revolucionarios y debatiendo la posibilidad de la implantación de una España federal. Estos movimientos eran duramente reprimidos por la autoridad por lo que llega a ser detenido y puesto entre rejas por sus opiniones políticas durante cinco meses. Tras salir en libertad ve claro que la única manera para poder cambiar todo es desde dentro y no con reuniones secretas, pero los votos no le son favorables. Observa de primera mano la revolución La Gloriosa y ve un resquicio de esperanza. Consigue en 1871, bajo el reinado de Amadeo I, un acta de diputado y comienza ahí su actividad febril en favor de una España democrática, ya que según él no era aún hora de la instauración de la República, la veía poco madura y a los políticos poco preparados para tan difícil empresa. El resto del partido lo ven como a una especie de traidor y empezarán a darle de lado, arrinconándolo en las butacas del Congreso. Es en ese momento cuando empieza a barajar las tesis unitarias republicanas, en contra de los regionalismos y las particularidades históricas de los territorios españoles. Sin embargo, sus tesis empiezan a ser muy valoradas y se convierte en alguien a tener en cuenta en la vida política española y más con su ferviente apoyo a la aceptación de la I Internacional, todo dentro de los cauces democráticos, claro está. Finalmente, el 11 de febrero de 1873 abdica el Rey e inmediatamente se lleva a cabo una votación en el Congreso que proclamará la I República. Por fin sus sueños cumplidos, si bien es cierto que no confía plenamente en sus contemporáneos para llevarla a buen puerto y consolidarla en la vida española. Sus temores pronto aparecen por las eternas discusiones entre el sistema federal o unitario. El presidente Figueras es consciente de su valía y lo ficha para su gabinete como Ministro de Gracia y Justicia. En el ejercicio de su cargo invierte casi todas las horas de su tiempo: es necesaria una reforma profunda y la presencia de leyes laicas en el Estado cuanto antes. Propone la separación entre Iglesia y Estado, decreta la inmovilidad de los funcionarios públicos e inicia una serie de reformas penitenciarias para dar dignidad a los reclusos, mejorar las infraestructuras y revalorizar el puesto de carcelero.
Es en estos meses cuando empieza a acercarse a las tesis conservadoras, no por convicción sino por la necesidad de aglutinar a todos los republicanos moderados y evitar tanto como fuera posible las discusiones intestinas y sus temibles consecuencias. De algo sí que está seguro, no está de acuerdo con las ideas de su antiguo compañero de charlas Pi y Margall, no le parecen aceptables y menos su actitud impositiva. Desgraciadamente, sus reformas no surtieron el efecto deseado, no por buenas e innovadoras, sino por el poco tiempo para asentarlas y más dentro de tanto clima de odio y disputas. Figueras cae en desgracia y la Presidencia queda ocupada por Francisco Pi. La Constitución a medio redactar, las insurrecciones cantonalistas, las conjuras borbónicas, el predominio del federalismo, etc. hacen que no siga en su cargo y empieza a considerar que si no ocupan los altos cargos los moderados el sueño republicano se va a ir al garete. Todo por culpa de envidias y viejas rencillas, por no ponerse a debatir seriamente y sin insultos para poner ideas en común. La situación de España es tan caótica que Pi y Margall se ve obligado a dimitir y el 18 de julio de 1873 Salmerón es elegido Presidente del Poder Ejecutivo de la República (cargo similar al actual Presidente del Gobierno), siendo además Presidente de facto de la República Española (ya que no se había promulgado aún la Constitución y ser jefe del ejecutivo equivalía ser Jefe del Estado, aunque esta misma Carta Magna indicaba que eran cargos separados y ocupados por personas diferentes). Sólo mes y medio duró su presidencia, llena de inquietudes y violencia. Intentó reimplantar sus leyes con más vigor y rapidez que nunca, sobre todo las comenzadas cuando ocupada el cargo de ministro. Intentó ser justo y benigno con todos para llevar la República a buen puerto. Pactó con los militares antifederalistas para ayudar a la pacificación del sur español, envuelto en guerrillas y con multitud de cantones proclamados y renuentes al poder central. Para ello tuvo que realizar algunas reformas del estamento militar pero sin tocar nada referente a la abolición de la pena de muerte. Sus pactos, ya fuesen obligados o motivados por una conjunción de fuerzas políticas, no fueron bien vistos por los conservadores, que le declararon hostilidad sin miramientos. Ante tanta intransigencia y zancadillas sin parar el pobre Nicolás veía que todo podía quedar en aguas de borrajas. En vez de unirse todos para eliminar la estabilidad de España, seguían odiándose y negándose la ayuda unos a otros. A Salmerón no le quedó otra opción sino dimitir cuando los militares le exigieron el restablecimiento de la pena de muerte para obligar al acatamiento de sus tropas y poder manejarlas así más unidas y sin rechistar. Salmerón nunca estampó su firma en las dos sentencias de muerte que tenía ante sus ojos, no iba a traicionar así como así sus ideales y creencias a cambio de mantener el sillón. Actuó como una persona de bien y no como un político, por lo que dimitió el 7 de septiembre de 1873.
El siguiente gobierno quedó presidido por Castelar y él fue elegido Presidente del Congreso. Pronto quedó defraudado por las políticas ultraconservadoras del Presidente y más cuando impunemente se apropió de unos obispados para regalarlos a sus adeptos y coaccionar a otros para que bailasen a su paso. Esto hizo que se convirtiera en un confeso anticastelarista, vigilando con lupa todas y cada una de sus acciones, propuestas y leyes, poniéndoles pegas y recriminando lo que consideraba injusto. Estos continuos enfrentamientos debilitaron aún más al poder y los conspiradores vieron su oportunidad. Es que es cierto que hacer las cosas bien a veces queda reñido con que sean cosas valoradas y reconocidas por los demás. El golpe del general Pavía destruye oficialmente a la República once meses después de su nacimiento. Para guardar las formas y la apariencia de legalidad, el presidente Serrano conserva las estructuras republicanas, pero dándoles un aire centralista unionista y desoyendo al resto de políticos elegidos por el pueblo. Con mano de hierro acalló las revueltas y extinguió casi todos los cantones. En este año, 1874, Salmerón decide no seguir la mascarada y vuelve a sus clases de Metafísica con más ardor que nunca, ya que veía que había que educar perfectamente a las nuevas generaciones para que no hicieran las tropelías de los de su época. El pronunciamiento de Martínez-Campos a finales del año abortan las aspiraciones del presidente Serrano y se restaura la monarquía bajo Alfonso XII. Nicolás al poco verá que no está a gusto en su trabajo, los nuevos gobernantes no ven con buenos ojos que los republicanos estén educando y que sigan pululando por España y quizás fomentando revueltas (¿cuándo seremos tan evolucionados para que seamos civilizados y los que pierdan el poder puedan seguir viviendo entre nosotros sin problemas y con nuevos oficios?). Eso es lo malo que hemos tenido en este país desde tiempos inmemoriales. Al menos no tuvieron en mente ejecutar a los políticos republicanos, había consciencia que matar a diestro y siniestro tal y como sucedió en la Francia revolucionaria (sí, la misma que propugnó libertad, igualdad y fraternidad a la vez que cortaban cabezas) no era algo positivo. En 1875 tuvo que exiliarse a Francia conociendo allí a Ruiz Zorrilla y fundando el Partido Republicano Progresista. Parece que no congenió con las ideas de Zorrilla pero tuvo que tragarse sus ideas para conseguir que los republicanos se uniesen en esas fechas tan difíciles, creando una oposición firme y a tomar en cuenta. Durante este tiempo su esposa Catalina le da el cariño que no tuvo en su infancia y vive con ella todo lo que puede en compensación por los años dedicados en exclusiva a la política. Es en estos momentos sin frenesí cuando empieza a ser consciente de su delicada salud, necesitando de termas y tratamiento todo el resto de su vida.
Gracias a la amnistía del presidente Sagasta de 1881 puede regresar a España cuatro años después de promulgarse ésta. Estaba claro que no podían dejar fuera del país a tantas mentes preclaras y que España sólo podía mejorar si empezaban a colaborar todos juntos. Vuelve a ocupar su plaza de Metafísica y es elegido diputado de manera continuada hasta comienzos del siglo XX. Es cierto que se vuelve más estricto en sus clases y que no consigue mucha representación en el Congreso pero no teme que escuchen su voz y siempre será el adalid del republicanismo, luchando por su regreso pero siguiendo los cauces democráticos. Concibe cierta esperanza de un gran auge del republicanismo en 1890 debido a la promulgación del sufragio universal masculino, pero pronto sufre un duro revés al no verse con más representación de la que gozaba antes, ya que parecía que el régimen de la Restauración aún tenía vida y no estaba pasando la decadencia que le depararía años después, todo esto sumado a la presencia de caciques que adulteraban las elecciones en el clásico pucherazo y que beneficiaban a los dos partidos mayoritarios de la época (qué raro, hoy hay también bipartidismo y es una época en la que ya ha quedado obsoleto... ¿y falsificaciones hoy? me da pena decir que sí, la ley D'Hont no sigue lo de una persona un voto, sobrerrepresenta a los mayoritarios y a los que se presentan en pocos lugares, ningunea a los minoritarios y a los que se presentan en todo el territorio nacional), aunque no tan falsificados como para que siempre tuviese un escaño. Con el tiempo se adhiere a Unión Republicana y se reúne con varias personalidades republicanas del momento que empiezan a ser figuras emergentes en política. Siempre con su viejo anhelo, una coalición moderada que lleve las cosas adelante lo mejor posible, pero se percata que cada día se le hace más difícil crear una unión entre todos. Funda varios periódicos en donde puede hacerse escuchar, relatando la actualidad desde otro punto de vista. Tras la pérdida de las últimas colonias en 1898 proclama abiertamente que es el momento de que la Regencia deje paso a una nueva República, nota en el ambiente que el sistema político actual está pronto al derrumbe y ve su causa ya suficientemente preparada, no como en 1873. Sin embargo, no conseguirá su objetivo, aunque no parará de luchar por él. España en esa época era un estado centralizado, escarmentado por los cantones y el federalismo desaforado. Pero lo que es injusto es la proclamación de la nueva Ley de Jurisdicciones, que recorta multitud de derechos a los españoles. Es en ese momento cuando Salmerón olvida sus ideas antiregionalistas y comienza a interesarse por las concepciones catalanistas, tanto que participa en el nacimiento y funcionamiento de Solidaridad Catalana, un movimiento político en favor del reconocimiento de la identidad catalana. Esto hace que se convierta en un político muy valorado, aunque comience a granjearse enemigos de la talla de Lerroux, españolista hasta la médula. Aunque desgraciadamente también tuvo enemigos no intelectuales, tanto que le prepararon un atentado del que afortunadamente pudo salir con vida. Pero lo que no pudo hacer la maldad humana lo consiguió su delicada salud, muriendo en 1908 mientras disfrutaba sus vacaciones en Francia. Un buen hombre y político había dejado de existir, un líder de la causa republicana y un sabio español. Sí, una gran persona cuyos actos merecen estar en nuestros recuerdos.
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Publicado originalmente el 08-03-2010
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