martes, 31 de enero de 2012

Personajes de Primer: Traductor

Un personaje que aparece menos de un minuto pero de alta trascendencia. Es reservado y aplicado, con un afán de hacerse comprender. Parece ser que el primer doble de Aaron ha salido de Estados Unidos y se ha refugiado en un país de habla francófona (Canadá, Francia, Argelia, Bélgica...) con el propósito de construir una máquina del tiempo mucho más grande que los ataúdes. Del tamaño de un hangar para aviones. Traductor indica a un nutrido grupo de operarios dónde colocar las anillas.

Parece alguien muy metódico y que inspira confianza a la hora de traducir órdenes precisas, pero que a la vez desconfía y no lo toma como auténtico, intentando razonarlo para ver si lo que le mandan traducir tiene el uso que le plantean.

viernes, 27 de enero de 2012

Reflexiones sobre la Rojigualda (Libro de Feria 2012)

Abro este nuevo escrito con un amplio saludo a mis familiares y conocidos de Villa del Río ante la proximidad inmediata de las fiestas en honor a la Virgen de la Estrella Coronada. Como toda persona, crecer y madurar lleva ligado el ir teniendo responsabilidades, razón por la cual hace ya varias ferias que no las paso junto a vosotros. Pero eso no quita que acuda cuando me es posible en otras épocas del año.

Viajando desde Córdoba, para llegar al pueblo cojo la primera entrada de los huertos familiares y antes de la glorieta se observa el monolito en homenaje a las víctimas del terrorismo. Junto a las banderas de Andalucía y de la Unión Europea, está la española y en estos últimos años he observado además que el uso de la bandera de España por particulares en balcones y azoteas ha aumentado en gran medida. Quizás muchos no se hayan percatado, pero como yo visito España muy pocas veces lo detecto como una curiosidad. También hay una proliferación de llaveros y pulseras con la insignia rojigualda, que hace más interesante el caso.

Desde siempre se han referido al uso de la bandera española como simple afán por animar a las selecciones deportivas de fútbol o baloncesto, o como un atisbo de sentimientos fascistas y totalitarios. Para esclarecer el motivo del uso de la bandera española nada mejor que nos hable la Gran Enciclopedia Larousse (edición 1996) sobre lo que es una bandera: “Trozo de tela de forma comúnmente rectangular que se emplea como insignia o señal”. Es decir, un trapo inanimado que se puede doblar (tradición importada del Islam medieval que pintaba sus símbolos en trozos de seda, mientras que en Occidente utilizaban soportes rígidos, como el vexilum romano) y que está pintado, que no come, ni bebe, ni te dice qué hacer y cómo comportarte, pero lo que cobra especial relevancia es que actúa como símbolo y dicho símbolo cobra más fuerza cuando la cosa a representar es lo más abstracta y elevada posible y que lo que sirve como representación sea lo más simple y tangible posible. Identificar bandera con país es algo relativamente reciente (antes representaban o una idea, o algún interés, o a alguna persona o religión, pudiendo cambiar de diseño para indicar lo mismo), ya que durante el siglo XIX los embriones de los Estados Nación actuales tendieron a identificar sus propuestas mediante símbolos y lemas diversos, de esa manera podían separarse de las corrientes opuestas o indicar un proceso nacional hacia la consolidación de una constitución y una erradicación del antiguo régimen absolutista. Como decía, las banderas cumplen una función simbólica, aunque su uso único y excesivo sea propio de países que no tienen historia ni símbolos comunes. Pueblos de gran tradición pueden sentirse identificados con el Partenón de Grecia, el Taj Mahal de India o las Cuevas de Altamira de España. Que muchos se sientan identificados por la Alhambra granadina y otros por las barras y estrellas es parte de la propia decisión de cada uno y de dónde sea originario con su acervo cultural y de tradiciones comunes.

¿Pero qué simboliza la bandera española? Cada uno tendrá su opinión personal, altamente respetable por ello, pero desde mi punto de vista no simboliza sentimientos ni pulsiones nostálgicas, ni loas de unidad cuando quienes están vivos son los ciudadanos y no los territorios; uno no elige dónde nace y por lo cual ser nacionalista es un punto de vista sujeto a una lotería estadística. El simbolismo que creo que tiene es el de que en un lugar se aplican ciertos derechos y obligaciones a un colectivo de personas con multitud de elementos en común, personas beneficiadas y amparadas por un Estado de Derecho garantizado por una Constitución. Es el planteamiento de la filosofía del Patriotismo Constitucional, una doctrina que surge en la segunda mitad del siglo XX como contraposición al nacionalismo que desencadenó cada Guerra Mundial. España tiene regiones en las que sus ciudadanos tienen elementos diferenciadores, que hay que saber valorar, respetar y defender, pero hay más vínculos que nos unen que vínculos que nos separan. También, este país tiene grandes defectos y cosas a medio hacer, puntos flacos y acciones particulares de beneficio propio; pero esto no quiere decir que el simbolismo carezca de validez, todo lo contrario, ya que se intenta corregir lo que está mal para que la definición de patriotismo constitucional sea aplicable tras beneficiar a los ciudadanos que se rigen por dicha estructura constitucional democrática. No es cosa de un día ni de un siglo, sino que poco a poco todos y cada uno tenemos que arrimar el hombro en beneficio de los demás. Por tanto, una bandera no puede achacarse a una corriente de izquierdas o de derechas, puesto que la aplicación de derechos y obligaciones se debe repartir por igual, sin mirar de qué pie cojea, ya que otra cosa sería discriminación y apropiación de lo que no es tuyo, sino de todos.

Que el uso de la rojigualda sea cosa de resaca mundialista es para dudar, ya que hace más de dos años de ese logro deportivo (y que podrían haberla guardado en el armario hasta el próximo campeonato). Que sea una bandera con connotaciones funestas también es para dudar. Es cierto que durante la represiva dictadura franquista se hiciera una apología de símbolos para apropiárselos, mancillándolos y manejándolos a su antojo, proceso por el cual quedan esos símbolos muy maltrechos. Varios países han pasado por dictaduras que usan a su antojo los símbolos y tras la vuelta a la democracia los símbolos se mantienen, puesto que se entiende que han sido manipulados y que proceden de tiempos anteriores. La bandera actual se creó el 28 de mayo de 1785, puesto que Carlos III quería una enseña para la Armada para distinguirla de las de otros países (anteriormente se usaba una enseña blanca con escudo). El Ministro de Marina le presentó doce bocetos, eligiendo el modelo que conocemos (aunque amplió el ancho de la franja amarilla al doble de las rojas para mayor visibilidad). Tras su uso en el mar entró en tierra poco a poco y se identificó como insignia constitucional durante la Guerra de la Independencia y el Trienio Liberal. Finalmente, el 13 de octubre de 1843, Isabel II la designó como bandera nacional, siendo la enseña de distintos regímenes (Monarquías Borbón y Saboya, Gobierno Provisional, Regencia de Serrano, Primera República y Estado Español) hasta hoy, excepto durante la Segunda República. Finalmente, el modelo actual viene dado en la Constitución de 1978, junto al escudo de España creado el 5 de octubre de 1981. Así que, aunque el diseño oficial sea muy actual, las raíces llegan hasta finales del siglo XVIII, mucho antes de ideologías apropiadoras de símbolos enemigas de la democracia.

Hay lugares en España donde para protestar por lo que suponen una injusticia y para fortalecer lo que dicen se dedican a quemar banderas españolas (o la de alguna Comunidad Autónoma). Como hemos visto, quemar un trapo es algo sin sentido, pero los manifestantes hacen hincapié en el simbolismo. Si hay conceptos que no te gustan, quemar cosas no es la solución, solo atrae publicidad y algún aplauso exaltado. Para mejorar lo que crees que está mal hay que hablar, argumentar detalladamente, esquivar el insulto fácil. Quemar algo te retrata más como intransigente que como portavoz de una idea válida y creo que las ideas se defienden debatiendo, no queriendo insultar a los que comparten otros valores o puntos de vista. Juntas pueden haber dos banderas, o mil, o ninguna; que haya una no quiere decir que alguna deba extinguirse, eso no es democrático. Comprender que las definiciones de Nación y Estado son diferentes puede ayudar, puesto que un Estado puede estar compuesto por varias Naciones, no opuestas ni enemigas entre sí. Cuando en el esquema mental de una persona no cabe ningún colectivo diferente al tuyo eso ya roza el totalitarismo y abandona el juego democrático. Porque si hay algo hermoso en este mundo es que cada ser humano piensa diferente e impedir eso es querer entrar en zonas oscuras de la historia de la humanidad.

Por eso creo que este auge del uso de la bandera de España es algo natural, tras haber estado escondida tras varias décadas mientras se limpiaba del mal uso que hicieron en su simbolismo. Usarla en un concepto de compartir con multitud de ciudadanos unos valores comunes en un marco de democracia regido por una Constitución de consenso. Que la gente la use o no, es su prerrogativa, pero el respeto a las opiniones de cada uno es algo de necesario cumplimiento.

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...