miércoles, 15 de diciembre de 2021

Diario de Viaje: Rozas de Puerto Real (Noviembre de 2020)

 Ya en noviembre, algo tarde para la época del año, fuimos a este hermoso pueblo. Las restricciones madrileñas de zonas básicas sanitarias se relajaron en cierta medida y aprovechamos para visitar los castañares de la zona.

Sin embargo, parece que tuvimos la misma feliz idea que casi toda la Comunidad de Madrid, pues aparcar no fue tarea fácil y había gente por todos lados. El paisaje era hermoso pero siempre te encontrabas con una familia o con jóvenes que gritaban y así no podías relajarte admirando las montañas de dorados colores. En el primer momento fuimos hacia el sur y paseamos por un pequeño castañar ya algo pelado pero al menos podías admirar el contraste de tonalidades. Un poco más el campo raleaba y tenías unas muy buenas vistas, ideales para comer un bocadillo mientras te recreabas en ellas.

En un intento de evitar lo más posible a la gente hicimos un buen rodeo y por una vía pecuaria llegamos a la carretera para retornar a pie hacia el núcleo urbano. Desde ahí, hicimos el sendero típico que te acerca al seminario, enclavado en el el valle y que termina en un coqueto embalse. Desgraciadamente, no pudimos caminar mucho por la alta densidad de gente pero al menos pudimos observar los castañares en su esplendor otoñal.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Diario de Viaje: Aldea del Fresno (Noviembre de 2020)

 Se ha convertido en uno de mis sitios favoritos de la Comunidad de Madrid. La confluencia de los ríos Perales y Alberche generan un entorno muy verde con una cantidad de recovecos bastante atractiva para cualquier época del año.

Cuando llegamos por primera vez aparcamos en una extraña zona, como si fuese un bulevar a medio hacer, o una futura estación o algo. Desproporcionado, cuanto menos. El paseo nos llevó hasta las inmediaciones de la parroquia de San Pedro Apóstol y de ahí hicimos caminata remontando el río Perales, cubierto de abundante vegetación. Por desgracia no pudimos avanzar mucho pues nos obligaba a atravesar el río varias veces y el frío era bastante patente. Otra de las rutas era cruzando el puente hasta un camino rural que empezaba a ascender y lograbas tener unas hermosas vistas de la sierra, atisbando dónde podría estar la presa del río Alberche.

Hablando del Alberche, sus playas son bastante amplias y tiene ciertos lugares entre la vegetación que te ayudan a relajarte y darte un chapuzón en las épocas más calurosas. El paseo está plagado de chiringuitos y si sigues llegas a un lugar mucho más tranquilo. Es un buen sitio para pasear y ver la cantidad de árboles que bordear su curso. Naturaleza, al fin.

El interior del pueblo también es bastante acogedor. Desentona el único edificio de varias plantas porque si vas a un pueblo quizás quieras casita o algo menos citadino, y es que hay sitio para expanderse el pueblo. La plaza del ayuntamiento te recoge y te ofrece multitud de bares a rebosar. 

Es un lugar que me gusta recorrer cada pocos meses, te invita a relajarte y a descubrir nuevas caminatas con nuevos paisajes.

lunes, 29 de noviembre de 2021

¿Y ahora? Leganense

 Pues ni un año hemos aguantado en Fuenlabrada. Y me da pena porque aunque el barrio no fuese el mejor me sentía cómodo en él y aún me quedaba mucho por conocer de esta ciudad. Pero bueno, vivir en un bajo tiene sus riesgos (aunque siempre hay alguno disponible y casi siempre admiten perros o no son quisquillosos por los contratos temporales sucesivamente encadenados). La verdad que el movimiento del bar no me inquietaba mucho pero sí el grupo que se ponía junto a la ventana hasta altas horas y que veías que tenían de vez en cuando una cierta actividad altamente sospechosa. En estos casos, por desgracia, no se negocia y quedan dos opciones: o tragas o te largas.

Sí, el cinturón sur madrileño ni tiene los mejores paisajes ni tiene un encanto per se. Sin embargo, es verdad que el fuenlabreño tiene un cariño especial por su ciudad y eso termina notándose. No tiene muchos parques y casi todo son bloques aquí y allá, pero tiene algo que te atrae y te da ganas de seguir conociéndola. Sus bares, sus eventos, la vida de barrio, no sé, hay algo especial en todo ello.

También va a ser que, salvando las diferencias, me pasó lo mismo que con Nantes: siento que no completé el ciclo y que mudarme me deja algo inconcluso. La verdad es que el cambio no ha sido a peor y Leganés está muy cerca, por lo que puedo seguir explorando de vez en cuando la ciudad de Fuenlabrada hasta completar el ciclo (o rellenar los huecos que mi inconsciente dice que faltaban por rellenar).

Por otro lado, Leganés es una buena opción. Ya cuando visitábamos esta zona para ver de mudarnos nos pareció la ciudad más equilibrada en cuando a parques. Los barrios son como siempre, repletos de viviendas, populosos, multitud de culturas conviviendo y un deje de ciudad dormitorio que aún no puede quitarse. No encuentro ese encanto oculto o ese cariño de sus habitantes. Lo tienen, sí, pero es diferente. En Leganés al menos puedes moverte fácil a pie y recorrer la gran cantidad de zonas verdes que tiene y eso es algo de agradecer. El bajo (¡otro bajo!) poco a poco ha ido calmándome y demostrándome que no iba a ser otra repetición de lo vivido el año pasado. Bien construido, con una interesante disposición y algo más grande. Una plaza y las salidas bien cerca. Mi mujer más cerca del trabajo y yo casi a la misma distancia. En cierto sentido estas ciudades del cinturón sur se parecen pero cada una tiene una característica que la hace diferente.

Veamos qué deparan los meses siguientes, la relación con los vecinos y la administración. Por ahora en mis paseos quiero recorrer y aprender de la idiosincrasia del lugar y poder aportar cierto grano de arena en la región que me acoge.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

La trampa del concepto multinivel

Llevo ya muchos años, pero muchos, escuchando algunas ideas interesantes de los políticos sobre el modelo territorial español. Tendrá sus defectos, por supuesto, pero también sus aciertos (tanto que algunos países, en su remodelación de organización han imitado la fórmula). Este Estado de las Autonomías ha permitido grados de descentralización nunca vistos, incluso mucho más que en algunos países de nuestro entorno que se jactaban de plena descentralización. Sin embargo, el principal punto negativo es el oscuro reparto de competencias: unas son fijas del Estado y el resto son delegables pero incluso las exclusivas del Estado son susceptibles de ser delegadas.

Por un lado, con un núcleo duro cohesionador no se pierde la esencia de unidad y coordinación. Por otro, que el resto sea posible tener la competencia pues ayuda a que algunas comunidades que se lo pueden permitir pueden conseguir más y otras que no pueden (ya sea por consenso social, dificultades de gestión o presupuesto insuficiente) lo dejen para otro momento. Digamos que tienes un menú y puedes gestionar a la carta lo que te quieres llevar. Esto ayuda a que cuando estés preparado y en consonancia con las sensibilidades históricas y políticas, cada autonomía puede gozar de cierto grado de descentralización en función de lo que le convenga.

Esto es la teoría en el papel, claro. Porque puede pasar perfectamente que pidas competencias por el hecho de tenerlas, por acaparar, por parecer que eres mejor y más eficiente de lo que eres en realidad. Y la gestión queda hecha unos zorros. Y paga el de siempre, el ciudadano de a pie. Duplicidades, enchufismo, gastos excesivos, descoordinación con otras autonomías (ay con los diferentes softwares y su imposibilidad de comunicarse entre sí) terminan pasando factura al contribuyente y algo que era bueno al principio (traer la gobernabilidad y la toma de decisiones más cerca del ciudadano) termina siendo una penuria.

Si bien siempre he sido un defensor de las posturas federalistas y creo que el sistema federal puede ser un salto cualitativo al Estado Autonómico, sigo teniendo mis reparos para su implantación en España. A ver, creo que España ya funciona como un Estado Federal, aunque con fuertes asimetrías, duplicidades y descoordinación. Hay que pensar bien y mucho qué modelo federal seguir, pues hay varios y con muchas particularidades. En la extinta UPYD se apoyaba un federalismo copiado del alemán (creo que ni adaptado, sino plagiado) pero el federalismo puede ser similar al de Estados Unidos. Hay muchos casos, con sus puntos positivos y negativos. Después de pensarlo bien hay que adaptarlo a la sociedad de hoy día, pues el en federalismo la igualdad de condiciones es algo casi sagrado. O sea, no puedes fijar competencias exclusivas autonómicas si algunas comunidades no podrían con ciertas. Hay que poner un mínimo para todas. Y, lo que es más importante, una serie de competencias exclusivas estatales que queden bien descritas y abarquen lo esencial para asegurar igualdad, eficiencia y coordinación.

Aquí ya hay dos puntos en donde muchos nacionalismos negarán con la cabeza. Primero, que el Estado pinche y corte en todo momento y que su decisión, en caso de conflicto, tiene más fuerza de ley que la de un estado/región/unidad federal. Segundo, que el reparto haya de ser igual para todos, cada región ha de tener la misma lista de competencias y todas tienen la misma altura entre ellas a la vez que tienen la misma voz y tratamiento por parte del Estado central.

Y justo por eso hace unos meses, desde distintos sectores del PSOE, empezó a escucharse el concepto de «España multinivel»: una España fuerte por su alto grado de descentralización, con un Estado central en su mímina expresión y (aquí viene lo gordo) que algunas regiones gocen de más privilegios que otras, que tengan trato preferente y a nivel bilateral con el Estado central. ¡Ajá! Este era el quid de la cuestión. Hay que pasar a un modelo federal para darle más fuerza a los nacionalismos periféricos de siempre: al vasco y al catalán. Sí, el gallego siempre se queda olvidado por sus compañeros periféricos de andanzas cuando toca pedir tratos especiales (incluso se le olvida como enemigo al también preocupante nacionalismo español). Sí, de las otras nacionalidades históricas ni se las menciona en ningún caso. No es mejor trato a los desfavorecidos, sino mejor trato a los que ya tienen de por sí unos recursos económicos y políticos ingentes.

Este mimar a ciertos lugares ya se pensó en los inicios de la Transición: un articulado especial para nacionalidades históricas con alto grado de descentralización para País Vasco y Cataluña (y para Galicia si se avispaba a tiempo) y el resto del territorio o sin convertirse en autonomía o con otro articulado (y otro reparto competencial) y tratada como región. Y ahí apareció mi querida Andalucía para forzar el famoso «café para todos»: no era más que nadie, pero no quería ser menos que nadie. Con un gigante 4D de 1977 y con un referéndum con todo encontra el 28F de 1980 Andalucía sacudió tanto al Estado como a sus hermanos que querían trato preferencial para decir que ella también quería un trato igual. Este sacudirse reactivó el proceso autonómico y muchas regiones movieron ficha para lograr su grado de descentralización. No es que Andalucía hizo de alma caritativa sino que movió a su pueblo para pedir no ser olvidados ni maltratados y sirvió de acicate y ejemplo al resto de pueblos españoles.

Así que este nuevo concepto de España multinivel viene a ser un remake de lo que se vivió hace más de 40 años: un salto cualitativo donde solo se invitan a dos regiones (y a una tercera si se avispa a tiempo). Un Estado más democrático, sí, pero mayor descentralización para un club selecto. Un Estado federal asimétrico reafirmado (nuevamente) por la Carta Magna. Pues qué queréis que os diga, lo más seguro es que Andalucía vuelva a surgir para decir que no, que de nuevo no quiere ser más que nadie pero tampoco menos que nadie. Y me parece bien porque todo esto suena a una escaramuza para que Cataluña y Euskadi siegan siendo preferenciales. Es decir, no necesitan más dosis de autogobierno, sino tener algo que el resto no tenga, tener en exclusiva aunque sea una idea borrosa. Por eso el resto de España se tiene que activar y pedir justamente lo mismo. Una España «mononivel». Por mucho que se implemente, por ejemplo, el derecho de autodeterminación en un hipotético nuevo marco federal, si este derecho también es garantizado para, por ejemplo, Islas Baleares, Murcia o Melilla, queda anulada la exclusividad. Porque, seamos sinceros, desearían poder contar con un derecho a decidir por el hecho de tenerlo y exhibirlo en negociaciones y dar a entender su condición exclusiva y especial, no para usarlo en sí; en el momento que cualquier autonomía lo tuviese y pudiese jactarse de igual manera, todo quedaría anulado, generándose una nueva tabula rasay destruyendo el afán de exclusividad. ¿Que entonces llegado este caso se empezaría a hablar de confederalidad? Puede ser, pero el truco, creo, es seguir todos a la par.

miércoles, 27 de octubre de 2021

El olvidado horror afgano

 Ha sido como la crónica de una muerte anunciada. Una ansiada retirada de tropas estadounidenses de Afganistán y en lo que canta un gallo, los talibán han vuelto a tomar el poder. Increíble. Y lo vimos como una película a cámara lenta, temiendo que terminase justo como sospechábamos como iba a terminar. Tantos años no han servido para nada. Y me duele que lo poco que se estaba consiguiendo, sobre todo en libertad y derechos para la mujer, van a quedar en la nada más absoluta.

No creo que sea incompatible criticar la ocupación de Afganistán por parte de EE.UU. y criticar su sonrojante retirada. Seamos sinceros, esto viene de muy atrás, esto viene de los años coloniales británicos y su necesidad de crear Estados tapón. O Estados dóciles que facilitasen el meter mano en sus asuntos internos, especialmente con el cultivo del opio. Una sociedad muy tribal, muy disgregada, que ha jugado a ser un país unido. Unos ataques continuos con los famosos URSS y EE.UU. que salieron escaldados. El opio sigue, sí, pero ahora también los gasoductos del mar Caspio. Ya sabemos que al-Qaeda tenía su fuerte ahí, con el mulá Omar, pero la intención de Bush no era escarmentar a los talibán, sino más bien asegurar suministros de combustible. Y ahí radica un gran fallo, un pecado original. Las tropas de EE.UU. no llegaron con la idea de forjar y proteger la democracia (aunque sea la exportable sin más suya, sorda a las idiosincrasias del lugar y, por tanto, propensas a colapsar). A ningún dirigente estadounidense le importó el futuro de Afganistán. No quisieron entrenar bien un ejército, apoyar económica y políticamente a un gobierno propio, a sufragar educación y a divulgar las fortalezas de la democracia. Llegaron, mantuvieron un gobierno dócil y cuando las cuentas salieron a pagar, salieron a lo loco.

Y muy clara la actitud ya incluso en la guerra. Gente del mundo militar que conozco estuvo destinada allí y cuentan que siempre había un barrio donde vivían los de siempre que estaba todo impecable, ningún bombardeo los alcanzaba y las grandes y lujosas casas tenían luz y demás suministros cuando Kabul lo pasaba mal. Al final siempre es más de lo mismo. Al menos ahora el presidente Biden tuvo la entereza de decir la verdad: que estaban ahí por causas diferentes a garantizar la estabilidad democrática de la región. No iban contra los talibán, no iban contra el terrorismo, no iban a favor de las mujeres y las minorías, no les interesaba consolidar nada, sino que iban por otras cosas y ahora ya lo tenían asegurado. Así que fuera. Y se fueron tan rápido que dejaron un inmenso arsenal para los talibán, arsenal de última generación. ¿Una forma de pago, tal vez? Porque cuando un ejército se retira, inutiliza su arsenal para que no lo usen en su contra, ¿no?

Bush consiguió el objetivo maquillándolo de otra cosa. Obama, aunque crítico, mantuvo la mascarada. Trump, bajo su manto histriónico, fue continuista y se las vio venir. Tanto se las vio que terminó pactando con gente que había estado detenida en la terrorífica prisión de Guantánamo. Gente que ahora ocupa altos puestos en el gobierno del Emirato. Biden ahora contento porque prometen no albergar a terroristas de al-Qaeda en suelo afgano. Sí, esto fue planificado, la llegada de los talibán ha sido algo proyectado. Quizás la huída del Gobierno legítimo y la floja resistencia militar no fue pensada pero que el régimen republicano democrático iba a caer tarde o temprano era cosa cantada. Muchos clanes no fueron contactados y casi todo lo que hacía EE.UU. (o la coalición internacional de la OTAN) atendía a Kabul y alrededores. Que cambiase un régimen por otro no era trascendente para muchos clanes. Y esto lo han usado los talibán a su favor. Y, claro está, el infinito apoyo de Pakistán, que quiere un Afganistán débil para poder mirar hacia la India sin temor. Un Estado títere que pueda manipular a su antojo.

Ahora los talibán tienen un discurso más comedido, más adaptado a las sensiblerías del siglo XXI. Ojo, que nadie se engañe, estos talibán no son más moderados que los del siglo XX. Son iguales o peores. Sin embargo, ahora en vez de ejecutarte en una plaza pública para clamor de la opinión pública internacional lo hacen en un sótano sin cámaras. Son igual de criminales pero con palabras y gestos bonitos. Y lo peor es que muchos compran estas mascaradas.

Sí, los medios de comunicación pronto quedaron pasmados por el avance talibán, rápido aullaron de miedo con las represalias y más raudos para abandonar el tema y pasar a otro asunto. Desgraciadamente, olvidaremos lo que pasó y el régimen de terror podrá campar a sus anchas. Fueron dramáticas las escenas de evacuación del personal nacional y de sus colaboradores (eso sí, creo que Suecia y Países Bajos huyeron como ratas sin avisar a los colaboradores afganos, los cuales, si son atrapados, serán cruelmente ajusticiados). El aeropuerto de Kabul convertido en suculento botín con ataques de los desalmados del Estado Islámico y los talibán, presumiblemente, cobrando dinero a los Estados por pemitir el paso de personal de tal o cuál país y sus colaboradores, trabajadores, traductores y familias.

Lo que me da náuseas es que la Unión Europea, Rusia, China y varias potencias pronto han dejado de criticar la brutalidad talibán. Pronto han dejado de apoyar grupos insurgentes anti-talibán (o al vicepresidente que asumió el control dentro de las fronteras para iniciar una insurgencia) y pronto han empezado a avanzar que sin reconocerlos como legítimos van a negociar con ellos. El blanqueamiento del régimen taliban por parte de Occidente ha sido vergonzante y a una velocidad insultante. El mismísimo Borrell como que ha intentado dar a entender que esta gente no es tan malvada, que quizás incluso incluirá mujeres en el Gobierno y que van a negociar tal o cuál cosa. Un esperpento.

¿Qué se puede hacer? Los Estados occidentales ya no quieren ni pueden volver (mucho dinero, mucha mala prensa). Esto no se resolvía manteniendo las tropas de EE.UU. indefinidamente. No. Esto solo pudo haber funcionado hace 20 años con un planteamiento diferente por parte de las tropas invasoras. Derrocar a los talibán y fortalecer la democracia. Solo hicieron lo primero y sobre todo por los combustibles y el opio. Ahora es muy tarde y solo queda el apoyo internacional a los grupos democráticos disidentes y a los miles de refugiados en medio mundo. Se lo debemos.

viernes, 15 de octubre de 2021

El burnout olímpico

 Ya pasaron los Juegos Olímpicos de 2020, aunque llevados a cabo en 2021. Ya muchas historias de superación quedaron aplaudidas y olvidadas. El espíritu olímpico de esfuerzo, de competición, de victoria, de sacrificio, queda muy bien para esos días pero ese mensaje puede servir (y debe servir) para ser un acicate en el día día. Hay que competir, hay que ser honestos y hay que intentar dar lo mejor de sí para avanzar. Y si avanzas, el mundo termina avanzando. Y si lo haces bien y de manera ejemplar motivas a otras personas para que sigan el mismo camino.

Este año pegó fuerte el caso de Simone Biles: tras sufrir acoso, denunciarlo, ser ignorada y terminar triunfando (el acosador recibió merecido castigo) se entrenó con fuerza y entusiasmo y compitió hasta que su mente dijo basta. Su rutina podía ser fácil o difícil pero su mente se bloqueaba y en esa circunstancia cometer un fallo era muy probable. Lo malo es que fallar haciendo lo que hacía podía provocarle una lesión irreversible y pondría incluso en peligro su cuerpo. Fue así que, sorprendentemente, decidió dar un paso al costado y apoyar a sus compañeras para evitar ser un lastre. Esta decisión fue aplaudida y criticada a partes iguales. Pero lo importante es que fue un ejemplo que una deportista de élite se atreviese, en medio de toda esa presión, a decir que no podía más y que esto también es algo humano.

Quito el tema de los enteradillos que dijeron que no era para tanto o que más grave es el suicidio y temas similares que llevan predicando desde años atrás. Lo quito no porque no sea tema baladí, sino por la actitud que toman. Además, es probable que dando a conocer el problema del burnout y los trastornos mentales (que se lo digan si no a Íñigo Errejón y su campaña de visibilizar, a pesar de las mofas, los problemas mentales y sus propuestas de que sea tema importante en la sanidad pública) haga palanca para ayudar indirectamente al gran drama que es el suicidio.

Esta generación está quemada casi desde su origen. No digo que las anteriores no tuvieran presión, pero es que esta, quizás ya desde la educación primaria y sus temas de horas interminables de ejercicios en casa e idas y venidas frenéticas a actividades extraescolares, hacen que los niveles de estrés ya estén con nosotros desde el primer momento y no en dosis pequeñas. Y que estas dosis cada vez son mayores y cuando llegas a la edad adulta ya es muy probable que termines explotando.

A ver, no digo que el estrés desaparezca de la noche a la mañana. Hay trabajos que por definición están sometidos a mucha presión. El deporte olímpico, la cirugía, el control del tráfico aéreo, etc., son mundos que de por sí tienen presión y los niveles de estrés no hay que eliminarlos así a la ligera pues pones un juego muchas vidas si cometes fallos, por muy tontos que sean. Puedes probar si te gustan esos trabajos y ver si aguantas la presión. Y si no, pues a otra cosa. No creo que prohibir (en caso de que sea posible) el estrés en todo haga bien a un número puntual de profesiones. Lo malo, a mi entender, es extrapolar ese nivel de estrés a todas las demás profesiones que, por definición, ni deberían tenerlo.

No digo que en la vida o en el trabajo no haya momentos de estrés enorme. Siempre hay picos. Digo que en la norma esto no sea algo cotidiano. Pero en un mundo donde el dormir, el descansar, se toma como vagancia o pérdida de tiempo (ay, gran victoria aquí del capitalismo industrializado del siglo XIX), donde los programas de televisión de mayor calidad se sitúen cerca de las 23.00 y que en el trabajo si no te atosigan parece que no produces (y cumples las horas de reloj como si todos fuésemos empleados de oficina) están creando una generación cansada de manera crónica y con mucho cabreo.

Por ejemplo, el tema de la academia, de la investigación. De ese «publish or perish», de esos índices-h a lo estrellas de McDonald's, de los cuartiles, factores de impacto o códigos de colores sin sentido. De renovarte cada poco pero evadir la responsabilidad de ofrecerte un futuro fijo y estable. Esto hace que ya no te demores en pensar buenas hipótesis, en hacer muchos y detallados experimentos que lo expliquen todo y en labrar un artículo largo y detallado. Ahora resultados parciales, poco texto, mucha imagen. La dictadura de la pantalla, de la imagen, de la información que satura para que te informes en pocos segundos de todo y pronto a olvidar. Esto hace mal a la ciencia, me hizo mal a mí y tuve que dar un paso al costado. Fracasé en esa aventura. Preferí enfocar mi pasión por la ciencia desde otra perspectiva y aprender a valorar también otros aspectos de la vida.

Y no solo en la ciencia, ya casi cualquier trabajo te mete estrés, quiere que vivas precarizado mientras todo se justifica en que no sientes la camiseta y que no pones de tu parte. Antes, al menos, tenían la decencia de explotarte y confirmar que te explotaban. Hoy te echan la culpa de que no quieres ser explotado. Repartidores en bicicletas que tienen que ser autónomos para ser «contratados», plazos de entrega inverosímiles, tener a los trabajadores bajo un control de tiempo estricto y sádido. Ataques contra la dignidad al confiarse que si te vas del trabajo hay una masa de personas que lo pasan mal que van a tomar tu precarizado puesto sin dudarlo. Es una sociedad neoliberal donde, me incluyo yo, si podemos tener unos caprichitos ya estamos conformes. Es una sociedad que no merece la pena que se desarrolle, ha de cambiar. Y Simone Biles, con su paso al costado, puede que haya iniciado este camino de mejoría.

jueves, 14 de octubre de 2021

Diario de Viaje: Los Yébenes (Septiembre de 2020)

 Pues justo después de las vacaciones de verano, cuanto intentas entrar de nuevo en la rutina pero aún tienes ganas de una última aventura, tocó visitar el impresionante paraje de Quintos de Mora. Unos amigos hacían reunión y comida por allí, justo para dar un paseo después y contemplar la berrea.

El lugar está alejado del pueblo, un lugar con muchas curvas pero bien dentro de mucha vegetación y arboleda. La cantidad de gente era impresionante y parecía complicado que uno pudiera estar atento a la berrea. Pero es imposible, los ciervos van en tal estado que ni se dan cuenta de lo que pasa a su alrededor.

Caminamos un trecho por el sendero principal y después nos desviamos por uno de los caminos. Estando en silencio empezabas a escuchar los berridos lejanos y de vez en cuando veías a lo lejos avanzar a algunos ciervos. Incluso me topé con una cornamenta joven, como si la hubiese perdido para aumentar su tamaño. No sé, no soy experto. En cierto momento nos dimos media vuelta porque la perra (mala idea llevarla) estaba exaltada y podía escaparse. Justo ahí apareció muy cerca, a un par de metros, un macho de gran tamaño.

Es indescriptible el ruido que hacen, sinceramente. Hay que vivirlo. De vuelta tuvimos que ir lentamente en el coche porque una vez se nos cruzaron tres o cuatro a la vez. Una gra experiencia.

miércoles, 13 de octubre de 2021

El ideal humano y la nación, según Blas Infante (Libro de Feria 2021)

En esta época tan turbulenta parece que toca frenar un poco y pensarse uno mismo hacia dentro. Por eso, para esta publicación me gustaría alentar a toda persona que resida en Andalucía (y también a andaluces que viven fuera) que participe en esa reflexión interior sobre sus raíces culturales, históricas e idiosincráticas. Y qué mejor manera que abordando la figura de Blas Infante y su amplia obra.

Desde la disolución en 2019 del Partido Andalucista se ha ido viendo, en el campo cultural, un renacimiento de la idiosincrasia andaluza en lo que se ha venido en llamar “Andalucismo de Tercera Ola”. Antonio Manuel Rodríguez, Pastora Filigrana, María Sánchez, Javier Aroca, Manu Sánchez y la banda Califato ¾ son unos pocos pero muy ilustrativos ejemplos de andaluces que quieren reflexionar sobre qué significa Andalucía y ser andaluz. Es verdad que también existen formaciones políticas andalucistas que abarcan un gran espectro y en donde se pueden mencionar, entre otros, a Pedro Ignacio Altamirano, a Teresa Rodríguez y a Modesto González.

Creo que, al calor de esta nueva ola, este humilde intento de difundir las ideas que dieron estructura a la Andalucía en la que vivimos debe enfocarse en la gran obra fundamental que fue, es y será el Ideal Andaluz (1915). Es verdad que Blas Infante, con los años, cambiaría algunos puntos de vista, pero esta obra es el paradigma y el punto de partida de lo que es Andalucía en la actualidad e invito a toda persona a que la lea con detenimiento, pudiendo ahondar con más detalle que lo que puede aportar esta publicación.

La primera sección de esta obra, llamada El Ideal, queda enmarcada por la presentación de esta obra infantiana a los ateneístas: "Este es el problema: Andalucía necesita una dirección espiritual, una orientación política, un remedio económico, un plan cultural y una fuerza que apostolice y salve". ¿Y cómo se plantea conseguirlo? Primero, dando a conocer sus postulados filosóficos que rigen su pensamiento, para inmediatamente identificar cómo se deben plasmar en la idea que tiene de España y cómo Andalucía puede jugar un papel fundamental en el desarrollo de estas ideas.

Para Blas Infante la vida es un proceso continuo que tiende hacia la perfección absoluta, a la trascendencia en la eternidad. Es el impulso natural de todos los seres vivos y mediante la lucha por la vida el Universo gestiona la soberana armonía que rige todo. Si bien la perfección absoluta es una meta, una estrella que guía, en el corto plazo la vida intenta conservar todo logro que consigue y en este punto el ser humano va con ventaja, pues al usar la razón y la inteligencia comprende este impulso natural de la vida. Es el raciocinio el que se opone a alcanzar el objetivo de la eternidad mediante el temor, sino que elige como herramientas la libertad y el amor. Solo con el amor a uno mismo, a sus congéneres y a la vida que le rodea se puede avanzar en el gran objetivo.

Sin embargo, debido a lo corta que es la vida de una persona nos cuesta ver esa meta, ese camino a recorrer y dicha lucha vital por la perfección la sentimos como un destino, un viaje de depuración y perfeccionamiento. Por tanto, el ideal humano es algo diferente a la eternidad en sí, por lo que se articula como acicate y guía para progresar. Para sortear la muerte y el dolor, para trascender nuestra propia vida, el ser humano ha generado la Ciencia, el Arte y la Moral: son caminos que intentan acercar a todos los mortales una velada imagen de la meta última, de la belleza de la perfección y esto queda resumido en su sentencia "Transformar la Tierra en Cielo, que es llevar, al Cielo, la Tierra". Y que existan estas ramas del conocimiento lleva a colación que por individualidades la tarea de llegar a la perfección absoluta sería imposible, así que lo óptimo es que sea una tarea en conjunto, un trabajo colaborativo. El pueblo toma así forma en el ideario de Blas Infante: la familia ayuda al individuo, el municipio ayuda a las familias y el pueblo ayuda a los municipios.

La unión de individuos genera una consciencia colectiva, un sentimiento de pueblo, de historia y destino común: un ideal de nación. Si entre individuos ha de haber un sano pugilato para hacer triunfar la personalidad de cada uno y poder influenciar de la mejor manera entre personas, las naciones han de actuar igual: no con guerra, sino con el poder de la razón y el ejemplo. España, para Blas Infante, es una nación que no está dando ejemplo, que no lidera el carro de la modernización ni del avance de la sociedad. Pero no lo dice como crítica, sino como lamento, ya que en el devenir histórico y social de inicios del siglo XX echa en falta el punto de vista español (la caballerosidad, las ganas de conservar todo lo bueno, la abnegación, la justicia, la fe, etc.).

España debe enfocarse en volver al lugar que le correspondía, en elevar su nivel y codearse con las grandes potencias para que estas quieran imitarla y así encaminarse todas hacia la consecución del Ideal Humano. Para ello debe aprender España a usar los marcos referenciales europeos, a no encerrarse sobre sí misma. Pero no solo eso, para que España sea fuerte, han de serlo sus componentes: individuos, familias, municipios y regiones. En el total han de estar todos los matices de las partes y actuar de manera recíproca y complementaria. Si esto se impide, las partes llegarían a ser homogéneas e indistinguibles, no generando ningún nuevo factor que fuese de provecho para el conjunto. Evidentemente, las partes han de converger hacia un fin común que, en última instancia, repercuta en favor de toda la humanidad. Infante dice, acertadamente, que el alma española es solo la suma convergente de las energías regionales. Y es por ello que descarta las ideas independentistas de varias regiones, puesto que pronto languidecerían al tender a la homogeneidad al aislarse una la individualidad. Es más, la complejidad del Estado-Nación es tal que todo intento separatista quiere indicar un abandono de un ente complejo y evolucionado. Es por ello que Infante se lamenta de la división entre Portugal y España porque así la familia ibérica perdió fuerza y quedó bajo la influencia de potencias extranjeras.

Para que España pueda resurgir de sus cenizas ha de mirar a su pasado y aprender de sus proezas; no debe destruir lo poco bueno que le queda, sino reforzarlo. Y para ello toda región debe fortalecerse también y entrar en un pugilato cultural e ideológico para sobreponerse a las demás e impregnar con su carácter el alma española forjada por una comunidad, con una historia común y debatiéndose en un medio geográfico identificado.

Por supuesto, para Infante, Andalucía ha de ser una región que intente darle un aura característica al país, no como realidad sustantiva e independiente, sino como parte integrante de España. Blas Infante confía en que el liderazgo moral andaluz es esencial para que España vuelva a lo más alto del panorama internacional y que pueda ayudar en el progreso humano. Pero Infante debe responder unas preguntas antes de que Andalucía entre en el pugilato, indagar algunas cuestiones vitales. ¿Existe Andalucía? ¿Cuál es el genio andaluz? ¿Es Andalucía incapaz de lograr alzarse? ¿Cuáles son las trabas que no permiten el despegue andaluz? Para conocer sus acertadas respuestas habrá que esperar, si así lo desean, queridos lectores, un año más.

jueves, 30 de septiembre de 2021

Diario de Viaje: Los Alares en Los Navalucillos (Agosto de 2020)

 En una nueva jornada nos decidimos por parar en un lugar más alejado, más allá del camino que te lleva a la cascada del Chorro. Un camino tranquilo directamente hacia los montes de Toledo, entre pinares gigantescos y silenciosos. Una caminata que nos hizo pasar al lado de un quejigo centenario de importantes dimensiones y llegar a la cumbre pelada que te permite ver un paisaje espectacular con Espinoso del Rey al fondo. Las formaciones rocosas del lugar eran como balcones y daba una sensación de estar en un lugar especial.

Seguimos el camino bordeando por Cabañeros y llegamos a la tranquilísima aldea de Los Alares. Como deshabitada de lo tranquila que estaba (aunque normal que a esa hora no hubiera nadie en la calle). Casas pequeñas, de manera rústica y de muros gruesos para aguantar tanto el calor veraniego como el frío invernal. El paisaje se perdía en occidente en algunas nuevas estribaciones bastante bonitas, supongo que ya sería alguna sierra extremeña.

La iglesia del Pilar de la aldea estaba decorada de manera muy particular, como si remarcase una cara que diese la bienvenida a los fieles. Ya más cerca del bar o local social las casas eran más modernas y había más movimiento de gente.

A la vuelta nos detuvimos en el mirador de La Joyona. El silencio era sepulcral y podías ver Cabañeros desde otro punto de vista. Un silencio solo roto por los ciervos que pudimos ver a pocas decenas de metros. Una comunión con la naturaleza espectacular.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Diario de Viaje: Las Hunfrías en Robledo del Mazo (Agosto de 2020)

 Siguiendo el recorrido por el valle del Gévalo ves unos montes bien verdes y una orografía algo diferente a lo que veías en Cabañeros. Similar pero diferente, porque tampoco están muy lejos entre sí. Ir a la Garganta de Las Lanchas no pudo ser, porque parece que necesitas reservar turno para que te dejen acceder al entorno.

Pero bueno, el viaje era para intentar encontrar algo para comer. Y mira qué suerte que en la aldea de Las Hunfrías había como ambiente festivo, no sé si por ser la hora del aperitivo o porque estaban para iniciar alguna verbena. Solo había unas pocas casas, algunas calles para poder callejear y una gran plaza con decenas de mesas. La gente del bar nos atendió muy bien y la gente de la aldea pronto se acercaron a saludar a la perra. Los bocadillos que comimos estuvieron muy ricos y repusimos energías para seguir nuestro camino. La paz de las calles volviendo al coche indicaban un lugar bastante agradable.

En vez de volver por el mismo camino decidimos continuar y atravesar Robledo del Mazo y tener una panorámica espectacular del valle. Y justo entramos en una carretera horrible, estrecha, de asfalto desgranado. Esto nos obligaba a ir lentamente y esto tuvo un acierto enorme porque los cervatillos estaban pululando tranquilamente por la carretera. Pudimos verlos de cerca y al acercarnos aún más saltaron grácilmente hacia el monte. Realmente hermoso.

Una cosa más, tuvimos que atravesar Espinoso del Rey y me resultó incomprensible y muy criticable que los tramos de entrada y salida del pueblo estaban en condiciones aún peores. Esto no se puede permitir.

lunes, 27 de septiembre de 2021

Diario de Viaje: Robledo del Buey en Los Navalucillos (Agosto de 2020)

 No solo por esta zona está la hermosa cascada de El Chorro. Siguiendo un poco más hacia el sur se llega al valle del Gévalo, un lugar remoto de la provincia que está más en contacto con la provincia de Ciudad Real y Extremadura.

Antes de adentrarnos en esta hermosa zona buscábamos un lugar para comer tranquilamente, que hacía ya bastante calor y la hora ya apretaba para ganar energías. Robledo del Buey es una aldea que está al lado del camino y el poco tiempo que estuvimos (no recuerdo si el restaurante estaba cerrado o no tenía terraza para poder estar con la perra).

Unas cuantas casitas, una tranquilidad inmensa, ciertas calles en cuesta y algún que otro parquecito generaban un lugar bastante tranquilo y con otras dinámicas diferentes a la de la ciudad. Un viaje rápido que no dio tiempo para más.

sábado, 25 de septiembre de 2021

Diario de Viaje: Los Navalmorales (Agosto de 2020)

 Tercer y último destino de las vacaciones veraniegas. Si estuvimos en la sierra de Gredos y en la de San Vicente ahora tocaba ir al sur de la provincia de Toledo hasta sus montes. Un lugar no tan conocido pero que con el paso del tiempo se está convirtiendo en un referente turístico.

Atravesamos pequeños pueblos y en alguno pasamos preocupados porque pocos días antes habían tenido riadas y no sabíamos si se podría circular. Nada de lo que preocuparse finalmente. El paisaje cambia abruptamente al acercarse al Tajo, más seco, más dedicado a agricultura. Antes de llegar a Los Navalucillos, donde teníamos la casa rural, decidimos parar a las afueras de Los Navalmorales. Me dio impresión de que tenía calles anchas, con las típicas casas bajas de fachada pétrea, colores terrosos.

Por suerte, y a pesar de la hora, encontramos un buen bar-restaurante donde nos pusimos las botas. Y es que por esta zona se come de manera abundante, por suerte.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Diario de Viaje: Lanzahíta (Agosto de 2020)

 Había que aprovechar la cercanía de la provincia de Ávila para hacer una última visita. Fue por eso que decidimos acercarnos hasta Lanzahíta, un pequeño municipio muy cercano a la sierra de San Vicente. Quisimos llegar a este porque tenía una inmensa cantidad de pinares y decidimos recorrer un camino forestal.

Subimos y subimos hasta que encontramos un sendero que cortaba la carretera y decidimos seguirlo. Más a la sombra, con algunos grados menos y un olor resinoso típico de los pinares. Un ascenso bastante bueno. El tema es que empezamos a ver grandes piedras y un lugar donde habían talado y los troncos estaban todos atravesados en el lugar. Muy difícil se nos hizo el avance y empezamos a dudar sobre cómo seguir. Pero nada complicado, empezamos a descender y llegamos hasta un murete de esos que te hace pensar si sales de un terreno privado o entras a uno. Había como una casona abandonada y nos sirvió como referencia para encontrar otro camino hasta la presa de Lanzahíta. Era pequeña, pero con el paisaje de elevaciones verdes y todo tranquilo hicieron un buen lugar para descansar.

Volvimos por otro camino, donde aparecían ya algunas casas de campo y nos acercamos hasta el cámping de Eliza y de ahí recorrimos un trecho corto hasta llegar al puente románico del lugar, donde atestigua que gente afamada tuvo que atravesarlo en su viaje hacia o desde Madrid (justo no recuerdo los nombres que aparecen, pero son conocidos). Queda al lado de la extraña ermita de la Virgen del Prado y de un parquecito cerca de la carretera principal. Merece la pena detenerse y cruzarlo a pie.

El callejeo nos llevó a una mezcla entre casas de piedra y otras con fachada blanca y balcones grandes de madera junto a la parroquia de San Juan Bautista. Curiosa plaza de España circular, quizás usada como lugar de toreo en el pasado (o puede que incluso ahora). También pasamos por un pequeño barrio con gente mayor que tenía infinidad de macetas y estaba en sus patios delanteros hablando entre ellos y viendo la vida pasar. Un lugar tranquilo, agradable y atractivo.

jueves, 23 de septiembre de 2021

Diario de Viaje: Navamorcuende (Agosto de 2020)

 Por la mañana hicimos una enorme caminata por las dehesas al sur de Nuño Gómez. El sol quemaba pero nuestra intención de llegar al Alberche y su verde ribera  para descansar era enorme. Ida y vuelta en un paseo hermoso pero agotados del calor. Pasamos gran parte de la tarde en la cabaña recuperando energías. Y como todo esto era poco cogimos el coche y rodeamos la sierra de San Vicente para llegar hasta Navamorcuende, un lugar que nos habían recomendado varias veces.

El pueblo es muy similar a los que hay en la comarca aunque se veía a la gente por las calles aprovechando las brisas de la tarde. La iglesia de Nuestra Señora de la Nava destaca ampliamente en el skyline del pueblo y las vistas a Gredos lo enmarcan en un paraje impresionante.

El paseo pronto nos alejó del pueblo y empezamos a caminar parelelos a la carretera entre pinares hacia el pantano de Guayerbas, el mismo al que quisimos ir cuando visitamos la cercana Hinojosa de San Vicente. Llegados al pantano vimos muchas vacas pastando por el lugar y sus cencerros por aquí y por allá. Era como entrar en otro paraje. Y llegar al agua siempre es un plus, aunque no te bañes ni nada, pero es como un proceso con un final apoteósico. Las vistas del agua y los montes cercanos bordeando todo es un espectáculo digno de ver.

Hicimos fuerza y volvimos al coche para descansar, cumpliendo ese día (hasta la fecha de esta publicación) con un récord en el podómetro.

viernes, 17 de septiembre de 2021

Diario de Viaje: La Iglesuela del Tiétar (Agosto de 2020)

 La etapa abulense de las vacaciones había terminado y ahora tocaba volver a la sierra de San Vicente, un lugar que me encanta. Apuntábamos hacia Nuño Gómez, un pueblecito que anda algo alejado de la carretera principal y no está sobre la falda, pero eso le hace atractivo porque los precios no están tan desorbitados y siempre hay lugar. Y las cabañas a donde vamos (estábamos repitiendo) son lugares de silencio y relax.

Mi mujer tenía ganas de investigar este pueblecito y como pillaba de camino hicimos una parada estratégica a la entrada del pueblo, justo donde siempre encuentras buen aparcamiento. Caminamos un poco por las calles del pueblo, viendo varias casitas de piedra con mucha vegetación. Supongo que estábamos viendo las parras que dan sombra (y alimento) los calurosos días de verano. Llegamos hasta la hermosa iglesia de Santa María de la Oliva, con entrada lateral al estilo castellano y una torre con nidos de cigüeñas. El crucero de la iglesia era de forma cuadrada y muy elevado, dando un estilo que me gustó bastante.

Caminamos un poco más hasta la plaza del ayuntamiento y nos pusimos en marcha para hacer una breve caminata hasta el río Tiétar, que creo que hace de frontera natural entre las dos Castillas. El paseo me gustó a pesar del calor y de la vegetación ya muy amarillenta porque podías divisar la sierra de Gredos imponente a un lado y al otro la elevación de la sierra de San Vicente. Me gustó el lugar y el paseo. De ahí, con algo de hambre, tocaba ir hasta las cabañas y, para más inri, elegimos dar la vuelta a la sierra por el lado más largo para conocer esa parte.

lunes, 13 de septiembre de 2021

Diario de Viaje: El Arenal (Agosto de 2020)

 Por una carretera estrecha y con decenas de curvas empezamos a ascender y a tener una panorámica excelente de las 5 Villas del Valle. Incluso había bancos para sentarse en el borde de la carretera y admirar el paisaje. Con el ánimo aumentado hicimos parada en El Arenal, algo al norte de Arenas de San Pedro.

El paisaje de la sierra de Gredos es hermoso y hay un sendero al lado del pueblo que discurre en sintonía con el río Arenal. La piscina natural no me gustó tanto pero el ambiente me gustó: poder pasear entre la naturaleza siempre es un punto a favor.

Callejeando sí noté mucho coche y la circulación algo caótica y opresiva. En la plaza del ayuntamiento recuerdo una fuente gigante en la que se podía recargar la botella de agua y que contaba con varios peces de importante tamaño. Creo recordar que había una escultura o algo por el estilo, como de un anciano sentado. En un bar cercano tomamos una tapa y vimos el ajetreo del pueblo, con la iglesia de la Asunción dominando esa parte del pueblo y un poco más allá el famoso Rollo de Justicia, aunque me parece que era una edición nueva de otro que quizás existió justo ahí en el pasado.

Creo que llegamos a hacer unas pocas de compras en un mercadito cercano y nos pusimos en marcha para intentar pasar por las calles estrechas sin mucha complicación. Un lugar con un paisaje bastante bonito y con la posibilidad de ascender los montes cercanos.

sábado, 11 de septiembre de 2021

Diario de Viaje: Cuevas del Valle (Agosto de 2020)

 Impresionante este pueblo, ya casi enclavado en el paso de la sierra hacia su cara norte. Es como si ya no pudiese haber más casas porque te rodean farallones de profusa vegetación y un poco más arriba ves los picos pelados, anuncio de inviernos fríos y quizás nieve.

Me sorpendió la multitud de casas con techos y balcones de madera, con un estilo muy particular. Edificios no muy altos, con esta artesanía y muchas macetas con plantas. Muchas de las casas eran ya de piedra y otras eran blancas, como si fuese una zona de transición entre protección contra el calor y protección contra el frío. Muchas fuentes y pilones, y cruzar el río con grandes y redondeadas piedras hasta la piscina natural con agua fría y cristalina.

Los alrededores eran bastante verdes, con un pequeño sendero con plantas cultivadas y carteles explicativos. La atmósfera del pueblo me gustó mucho, sobre todo esa comunión entre civilización y naturaleza.

viernes, 10 de septiembre de 2021

Diario de Viaje: Mombeltrán (Agosto de 2020)

 Con la preocupación de un final de estado de Alarma y las noticias de rebrotes uno se pensaba bien si iba a salir para las vacaciones o no. Viendo cómo las autoridades, dentro de una política de prevención, indicaban que no pasaba nada por moverse (se nota que querían que se reactivase la economía) decidimos reservar en varios sitios, especialmente en casas rurales con contacto mínimo con el resto de personas. Bajar a ver a la familia no estaba contemplado, así que, en previsión de si volvían a confinar o no las provincias en función del número de casos, decidimos no alejarnos mucho de Toledo.

El primer objetivo fue recorrer algo más de la sierra de Gredos. Volvimos a recorrer Arenas de San Pedro, hicimos rutas por las gargantas hasta la entrada de Guisando (viendo las réplicas de los famosos toros). Nos bañamos en algunas pozas nada concurridas y nos pilló un buen chaparrón yendo por rutas forestales.

El primer lugar inédito al que fuimos fue Mombeltrán, cerca de Arenas. Una de las cinco villas del Valle, un paraje excepcional abrupto con mucha vegetación y que al asomarte podía ver el pueblo de al lado. Hay ganas de volver a recorrerlo a pie y dar una vuelta espectacular. Incluso dar un poco más con el coche y atravesar la sierra y ver cómo cambia el paisaje.

En este caso nos paramos a ver el imponente castillo de Mombeltrán y caminar por el parque de la ermita de la Soledad. Desde ahí te asomabas y veías otro pueblo. La panorámica fue espectacular. Tampoco recorrimos mucho más, solo los barrios del lugar y nos pusimos en marcha para el siguiente pueblo.

miércoles, 25 de agosto de 2021

Diario de Viaje: Humanes de Madrid (Julio de 2020)

Otra visita al conocido cinturón sur madrileño para tantear posibles mudanzas. El fin del estado de Alarma nos permitió poder transitar entre autonomías y en este caso particular le tocó a Humanes. Eso sí, quedaba un poco desconectado de las vías de transporte público, aunque cuenta con la parada de cercanías.

Me dio buenas sensaciones al caminar por el pueblo, todo articulado sobre una enorme avenida. Un ayuntamiento pequeño y multitud de nuevos edificios enormes en donde muchos viven en un entorno más tranquilo que en las grandes ciudades. Llegamos hasta el parque América y nos tomamos un café para ganar energías y evaluar la situación. De ahí pasamos cerca de la estación para ver el ambiente. Sí, las zonas de grandes casas y chalets adosados siempre están bien; otra cosa diferente es que los sueldos permitan acceder a tales lugares.

Fuimos también al parque cercano a Humanes. Es muy raro porque está todo desolado, lleno de cultivos agrícolas y se erige como una pequeña isla azul con una ermita y un edificio, con muchos lugares para pasar el día o comer y algunas albercas donde ver correr el agua. Es un lugar que me gustó mucho.

martes, 10 de agosto de 2021

Diario de Viaje: Marrupe (Julio de 2020)

 Ya en estas fechas estivales uno quiere tener agua cerca. Jugueteando con Google Maps y no habiendo alcanzado el embalse al que queríamos ir desde Hinojosa de San Vicente decidimos ir hacia Marrupe. Es más, desde las ruinas del castillo de San Vicente creo que también se veía este pequeño embalse.

El pueblo es muy pequeño, con calles irregulares y en desnivel algunas. Esta comarca toledana tiene varios pueblos con un gran encanto, como si se agarrasen a una época y a pesar del paso de los años se empecinasen en conservar las esencias de dicha época dorada.

Usando un camino acondicionado (seguramente con los sempiternos fondos europeos) llegamos hacia el embalse. En primer lugar intentamos rodearlo por fuera del vallado pero llegó un momento en que se hizo imposible. Algo derrotados entramos por la entrada principal y saludamos a unos pescadores que había en el lugar. No se podía avanzar mucho tampoco por esta zona y el embalse parecía pequeñito.

Intentando tener otras alternativas cogimos un camino que estaba a la derecha del que te llevaba al embalse. Esta parte, aunque bien calurosa, me encantó. Dehesa por ambos lados, unos tonos amarillos cálidos bastante bonitos, las rocas típicas del lugar y encinas por todos lados. El cielo, fuertemente azul, generaba hermosos contrastes.

Lástima que se nos hizo la hora y tuvimos que desandar, porque la ruta prometía.

martes, 3 de agosto de 2021

Diario de Viaje: Leganés (Julio de 2020)

 En los viajes dominicales para sondear el sur de Madrid nos tocó Leganés. Muy buenas impresiones, la verdad. Cierto que estas ciudades dormitorio son bloques y bloques pero ya han generado cierta autonomía propia, ciertas inercias que las hacen independiente de la capital. Lo destacable de Leganés son sus parques, multitud de ellos. Y mucho césped. Creo que hicieron bien en separar los barrios con parques y jardines y romper así la monotonía del cemento.

Paramos cerca del hospital Severo Ochoa y de allí caminamos al gran parque de los Frailes con sus rutas y zonas de juegos. Callejeamos un poco con aceras unidireccionales para evitar cruces de personas por la situación de crisis sanitaria que vivíamos en aquel momento. La parroquia de San Salvador es típica de la zona castellana y la plaza España, con su gran bandera, alberga al antiguo ayuntamiento. Paseamos un rato por el centro histórico, zona peatonal. Y compramos un pan gigante y muy rico. Callejeamos hasta bordear el campus de la Carlos III y de ahí llegamos al parque de los Olivos, bien grande y con posibilidad de descansar un rato y tomar café en alguna calle cercana.

Los bloques de la avenida Juan Carlos I me gustaron mucho porque a la avenida dan grandes parques y árboles gigantes, que te dan buena sombra y bajan la temperatura veraniega un par de grados. Nuestra caminata nos llevó al parque de la avenida Europa, con sus bancos reivindicativos LGTBI y algunas fuentes muy curiosas. Para cerrar el círculo fuimos por la avenida de la Lengua Española, a rebosar de institutos de secundaria y con monumentos en las rotondas alegóricos a grandes obras de la literatura.

Pasamos brevemente por Polvoranca, un parque inmenso con multitud de áreas y zonas de descanso y deporte. Un lago con su cafetería cercana y las ruinas de la ermita de San Pedro le dan un aire muy bueno. Y el barrio que lo circunda, con sus chalés y parques ajardinados hacen que merezca la pena la zona.

sábado, 31 de julio de 2021

Peajes polémicos

 El final de la pandemia está trayendo una polémica por semana. Y a veces más. Creo que se nota mucho cómo estamos todos muy quemados y que la crispación está bien elevada, la misma que se gestaba ya desde hace años. Y ahora estamos en una atmósfera invivible que ojalá pronto se disipe. Por el bien de todos.

Es evidente que la pandemia, el confinamiento, las vacunas, han generado una deuda enorme y que el déficit, que ya era galopante, ahora es estratosférico. Europa ya no es tan dadivosa, tantos años entregando dinero a raudales y poca retribución. O conocimiento de cómo se invierte ese dinero, que parece a fondo perdido. Sí, ahora los jueces de la moral son los países del norte, queriendo abrir brecha con los del sur y tratándonos de desaliñados a la vez que intentan tapar sus miserias de una manera poco honrosa (hola, Países Bajos).

Todo esto es el reflejo del problema puntual, seguramente un globo sonda del Gobierno para ver la aceptación de la idea. Hay que recortar gastos, hay que justificar las inversiones europeas. Y esta vez le tocó a un tema que hacía tiempo que se había puesto en la parrilla: los peajes. Ya se habla del tema cuando la concesión de una autopista de peaje termina y se convierte un pública, a cargo del Estado. O del estado de las carreteras en general. O de vez en cuando se mira hacia Portugal y se dan inicio a ciertos conatos de decir que van a tener ventajas. La respuesta siempre era la misma: España es un gran país porque mis impuestos van para carreteras y hospitales. Sea tan así, o no, es cierto que los impuestos tienen que tener clara vocación social, que parte de mi dinero sirva para el resto de la sociedad. El lema de si no lo uso para qué lo pago puede tener consecuencias muy perversas. O te puede ir volviendo al estilo karma en una situación jodida que necesites un carísimo tratamiento médico y que sea completamente sufragado por la sanidad pública.

Esta vez intentaron colar los peajes con la cosa que no, que los impuestos no van para esto, o no son suficientes. Y mira el resto de Estados europeos con sus autovías de peaje a tutiplén. A ver, señores políticos, no puede ser que hagas loas a los impuestos y a las carreteras españolas cuando cuatro egoístas youtubers deciden irse fraudulentamente a Andorra por su laxa política fiscal y a las semanas decir que las carreteras son muy caras y que los impuestos no bastan. O una versión, o la otra. Aunque lo peor no son los políticos, sino los votantes que más que votantes hacen de hooligans y regurgitan cada día una de las dos versiones. En menos de dos meses no puedes cambiar de opinión de manera tan radical, por favor. Está bien que todos nos tragamos sapos de nuestra cuerda política, pero hay sapos que son ya demasiado grandes.

Puedo llegar a entender que la crisis ha dejado las arcas públicas peor de lo que estaban y que tocaría apretarse el cinturón. O que se les cobre a las empresas de transporte que necesitan usar la red viaria para su labor y que la gente que se desplace al trabajo no sea penalizada. Ok, lo entiendo. Incluso que nos hagan pagar durante cierto periodo de tiempo. Pero tengo la seguridad eterna que cualquiera de estos bondadosos y solidarios casos no se van a dar: empezará como un escenario u otro pero al final se hará permanente y para todos. Así, a lo bestia.

¿Qué conseguirían con tal medida? Pues que la gente para ahorrar empezará a coger la red de carreteras secundarias. Sí, esas mismas que se llevan el 90% de accidentes mortales, esas mismas que atraviesan pueblos sin pudor. Las autovías entonces serán para los ricos o para los que no tengan otra opción. ¿Resultado? Poca recaudación y mayor siniestralidad. Evidentemente, algún ministro se dio cuenta de esto y graznó que los peajes (en modo electrónico, al estilo portugués) irían también en las carreteras secundarias. Aquí se va a cobrar por todo para que nadie sea más listo que yo, vamos.

Y no, no son recaudaciones para mantener las propias carreteras. Ojalá lo fueran. Porque para que fuese un impuesto bien dirigido debería existir una alternativa sólida y confiable: una buena red de transporte público, regular, eficiente y que conecte en mayor o menor tiempo a cada rincón del país. Pero no, hay pueblos que están olvidados por las empresas de autobuses. La red ferroviaria está desarticulada completamente, incluso para mercancías y la de alta velocidad es tan radial que a veces parece chiste. Extremadura es el ejemplo paradigmático.

Evidentemente, viendo el inmenso rechazo popular, pronto dieron marcha atrás. Pero lo volverán a intentar, independientemente del color político que ocupe en ese momento el Palacio de la Moncloa. Se cuesta mucho ganar un derecho, y ese mismo derecho es muy fácil de ser eliminado. Hay que estar vigilantes. Y, como conclusión, que sea España el único país del entorno con red de carreteras impresionante y gratuita no debe verse como anomalía y defecto ante los países vecinos, sino como ejemplo y orgullo de país, con una política que debería ser envidiada e imitada por esos mismos países vecinos.

martes, 13 de julio de 2021

Desgranando el pensamiento de Blas Infante (I): el Ideal

A día de hoy, en un mundo donde la crispación y la polarización política es la nota general, donde la crisis económica y sanitaria pega con fuerza, resurgen unos valores que estuvieron dormidos algunas décadas: los valores del andalucismo. Ya se habla de una tercera oleada de andalucismo (la primera es la histórica de inicios del siglo XX y la segunda es la que arropó la gestación e impacto del Partido Andalucista en los albores de la Transición) y, si bien la defunción del PA en 2019 parecía la puntilla final al andalucismo, este se ha transfigurado de mil maneras más enfocadas en el plano cultural que en otro: Antonio Manuel Rodríguez, Pastora Filigrana, Javier Aroca, Manu Sánchez y la banda Califato ¾ son unos pocos pero muy ilustrativos ejemplos de andaluces que quieren reflexionar sobre qué significa Andalucía y ser andaluz. En esta época tan turbulenta parece que siempre toca frenar un poco y pensarse uno mismo hacia dentro. Es verdad que también existen formaciones políticas andalucistas que van desde las rocambolescas ideas de Pedro Altamirano con sus Países Andaluces (que abarcarían desde el Algarve y Alentejo portugueses hasta el sur de Alicante, pasando por el Rif marroquí) hasta la nueva formación de Teresa Rodríguez de resonancias anticapitalistas o la formación, de vocación también municipalista, AxSí de Modesto González

Para esta entrada me gustaría alentar a toda persona que resida en Andalucía (y también a andaluces que viven fuera) que participen en esa reflexión interior sobre sus raíces culturales, históricas e idiosincráticas. Qué mejor manera que abordando la figura de Blas Infante y su amplia obra. En un humilde intento de difundir las ideas que dieron estructura a la Andalucía en la que vivimos hoy me enfocaré en varias entregas en su obra fundamental publicada en 1915: el Ideal Andaluz. Cierto que Infante, con el paso de los años cambiaría algunos de sus postulados y defendería cosas diferentes a las que defendió en un principio pero me parece interesante comentar su obra más emblemática y de la que más se ha bebido en la cultura andaluza actual. Ya lo dijo Blas Infante a los ateneístas justo antes de presentar esta obra "Este es el problema: Andalucía necesita una dirección espiritual, una orientación política, un remedio económico, un plan cultural y una fuerza que apostolice y salve" Evidentemente, recomiendo su lectura para evitar mi sesgo y que cada uno se empape y evalúe con sus criterios pero espero que estos comentarios le sean de utilidad o acicate para acercarse a la obra del gran pensador que fue Blas Infante.

La primera sección que inicia el libro se titula, y con razón, El Ideal. Es la parte más filosófica y compleja de la obra y sirve de base para generar una hoja de ruta por todo el libro, incluso cuando se pone más político usa como referencia esta sección, como buen hilo conductor. Para Blas Infante la vida es un proceso continuo que tiende hacia la perfección absoluta, a la trascendencia en la eternidad. Es el impulso natural de todos los seres vivos y mediante la lucha por la vida el Universo gestiona la soberana armonía que rige todo. Si bien la perfección absoluta es una meta, una estrella que guía, en el corto plazo la vida intenta conservar todo logro que consigue y en este punto el ser humano va con ventaja, pues al usar la razón y la inteligencia comprende este impulso natural de la vida. Es el raciocinio el que se opone a alcanzar el objetivo de la eternidad mediante el temor, sino que elige como herramienta la libertad y el amor. Solo con el amor a uno mismo, a sus congéneres y a la vida que le rodea se puede avanzar en el gran objetivo.

Eso sí, todo el plan, todo el camino a recorrer, no es diáfano. Es verdad, el futuro nadie lo conoce y solo podemos ver un pequeño trecho del camino vital que recorremos y lo más seguro es que no nos dará tiempo de alcanzar la perfección absoluta, así que la lucha vital por esta perfección la sentimos como un destino, un viaje de depuración y perfeccionamiento. Por tanto, Infante concluye que el ideal humano es algo diferente a la eternidad y a la lucha por la vida, pues es mediato y va consiguiendo logros poco a poco de manera concreta. Entonces, ese Ideal de perfección, esa sensación de destino es la que se erige en guía y acicate para no dormirse en la complacencia y seguir ese oculto pero seguro camino. 

Infante termina explicando que el mal, la muerte, el dolor, existen como experiencias vivificadoras. No podemos dormirnos en los laureles y estas oscuras acechanzas están ahí para recordarlo. También, por lo efímero de la vida humana y del largo recorrido hasta la perfección se explica la existencia de la Ciencia, del Arte, de la Moral: son caminos que intentan acercar a todos los mortales una velada imagen de la meta última, de la belleza de la perfección. "Transformar la Tierra en Cielo, que es llevar, al Cielo, la Tierra" llega a decir Infante en relación a esto, poniendo como ejemplo la vida de Jesucristo. Y que existan estas ramas del conocimiento lleva a colación que por individualidades la tarea de llegar a la perfección absoluta sería imposible, así que lo óptimo es que sea una tarea en conjunto, un trabajo colaborativo. El pueblo toma así forma en el ideario de Blas Infante, un acto colectivo de progreso mediante las herramientas que son la ciencia, el arte y la moral.

La unión de individuos genera una conciencia colectiva, un sentimiento de pueblo, de historia y destino común: un ideal de nación. Si entre individuos ha de haber un sano pugilato para hacer triunfar la personalidad de cada uno y poder influenciar de la mejor manera entre personas, las naciones han de actuar igual: no con guerra, sino con el poder de la razón y el ejemplo. España, para Blas Infante, es una nación que no está dando ejemplo, que no lidera el carro de la modernización ni del avance de la sociedad. Pero no lo dice como crítica, sino como lamento, ya que en el avance de la sociedad echa en falta el punto de vista español. Echa en falta el ideal caballeresco, que es el alma del idealismo; los siglos de guerra han provocado que se luche de manera innata por conservar el bien que se consiguió con mucho esfuezo y todos los logros pasados no deben caer en el olvido, sino generar una virtud de grandeza, que es lo que están necesitando y reclamando las naciones hermanas de España. Abnegación y justicia que combata por el amor y una fe inagotable en ayudar, no para estar en contra de nadie.

Para ello, España debe enfocarse en volver al lugar que le correspondía entre las naciones e iniciar un pugilato con fuerza cultural moral y física, es decir, la fuerza de la civilización que es capaz de eliminar obstáculos históricos sin usar la fuerza bruta. Infante llama a esto "europeizar España", elevar el nivel del país, igualarse en intensidad (no en cualidad) ante las primeras potencias, llegar a un punto en que el resto de naciones quieran adaptar los postulados, avances y valores de España. Eso sí, hay que imitar los elementos comunes, usarlos de marco referencial, no plagiar cualquier cosa. Solo así se podrán llevar a cabo creaciones originales, pues no se pueden ignorar o anular los dones que dio la naturaleza y la historia al genio español. Por consiguiente, Infante está en contra de la colonización cultural, de renegar de nuestros puntos positivos para simplemente emular cualquier cosa que venga de fuera.

Pero para que España sea fuerte, han de serlo sus componentes: individuos, familias, municipios y regiones. En el total han de estar todos los matices de las partes y actuar de manera recíproca y complementaria. Si esto se impide, las partes llegarían a ser homogéneas e indistinguibles, no generando ningún nuevo factor que fuese de provecho para el conjunto. Evidentemente, las partes han de converger hacia un fin común que, en última instancia, repercuta en favor de toda la humanidad. Por tanto, es obligatorio que cada nación se subdivida en regiones en función de elementos comunes y afines, no solo por el bien, en este caso, de España, sino también por el bien de todos sus ciudadanos. Infante dice, acertadamente, que el alma española es solo la suma convergente de las energías regionales. Solo regiones fuertes en una sana competencia pueden dar buenos frutos para el conjunto español. O sea, la mejora como país ha de ser un proceso de abajo hasta arriba.

"Vivir, por sí, para España" ha de ser el límite de cada región, pues Infante postula que una región que quisiera convertirse en nación (en territorio independiente) pronto languidecería, pues la individualidad asilada tiende a la homogeneidad. Quedar fuera del grupo de regiones que componen las naciones en función de la geografía, de la historia y de la psicología solo puede ser algo transitorio al no tener reciprocidad y que mandato imperante internacional lucharía en contra de este evento. Es por ello que Infante se entristece en ver la división entre Portugal y España, pues cree con fuerza que la familia ibérica ha de estar unida para evitar quedar a la sombra de otras potencias que, de seguro, las explotarán.

Y habla de regiones de manera genérica porque no está en contra de llamarlas naciones (siempre y cuando entonces España sea considerada supernación). ¿Y si en el pasado uno de los reinos que llegarían a conformar España hubiese tomado otro camino y se hubiera independizado fructíferamente desde entonces? Blas Infante no descarta que en ese caso sí se hubiesen generado regiones en el territorio separado y que posiblemente sería un Estado viable y que los caminos se habrían bifurcado de manera independiente. Pero esto tuvo que haber sucedido ya hace siglos porque el proceso de unificación española no puede ser revertido en la actualidad: el aumento de complejidad traído desde la creación del Estado indica evolución y apelar a antiguos hechos no sirve como razón de peso para el separatismo el día de hoy. Y en ese mismo día de hoy las ricas y diversas historias que configuran cada región quedan circundadas en la Historia de España, puesto que en cada territorio han existido grandes personajes con ideales muy similares: desde el Cid Campeador y Gonzalo de Córdoba en la Corona de Castilla hasta Pedro III y los almogávares en la Corona de Aragón. Tan claras y poderosas afinidades, en especial el ideal católico, hablan de la obligada unidad de España a pesar de la diversidad de sus componentes.

En la actualidad (recordemos que Blas Infante escribe en el primer tercio del siglo XX, en plena I Guerra Mundial) España ha quedado muy relegada con respecto al resto de potencias vecinas pero ese glorioso pasado que ostenta tiene que servir para otra cosa diferente al ensimismamiento por los hechos pasados, es prueba de que si una vez se consiguió puede volver a suceder, los ideales siguen intactos y solo falta la fe en ellos. No hay que destruir lo poco que queda, sino reconstruir el resto. Una comunidad, con una historia común y debatiéndose en un medio geográfico identificado hacen brotar el alma española. Infante se lamenta que esta alma no sea ibérica, pues reprueba el tutelaje inglés a Portugal, ya que al renegar del hogar común, de la tradición y de la sangre hace que el destino que tenían nuestros hermanos lusos quede truncado por instrumentos de castigo personificados en potencias coloniales. Esto lo usa como criterio ejemplificador para las regiones con ansias separatistas, advirtiendo que Reino Unido y Francia siempre aprovechan estas veleidades para tomar el control de las regiones descarriadas: «En España, pues, solo regiones, hay. Solo regiones puede haber», concluye. Y la misión de cada región ha de ser el fortalecimiento nacional porque, evidentemente, cada elemento (incluso desde el individuo) ha de luchar por el bien común, por el ideal inmediatamente superior, que es lo que marca la senda para llegar a alcanzar el Ideal Humano. Para cumplir tal aspiración cada región debe robustecer lo que la hace única y diferente y elevarse en función de sus características e idiosincrasia. Al hacerlo así cada región contrastará cada una con las demás e intentará de manera natural que el alma de la nación quede impregnada de su matiz regional característico. Solo así el país entero podrá progresar mediante fuerzas físicas, morales y sociológicas. Cada región vencerá durante cierto tiempo (no hay victorias definitivas) y dará un aura característica al país, será la región más española al poner en lo más alto el nombre de España.

Por supuesto, Andalucía ha de ser una de esas regiones, no como realidad sustantiva e independiente, sino como parte integrante de España. Ha de luchar por ser la región que imponga de manera pacífica y fructífera su criterio y matices característicos en la patria. Blas Infante confía en que el liderazgo moral andaluz es esencial para que España resurja de sus cenizas y vuelva a lo más alto del panorama internacional y que España pueda ayudar en el progreso humano. Pero antes de esto, Blas Infante se detiene para iniciar la siguiente sección del libro porque es necesario, antes de que Andalucía entre en el pugilato, indagar algunas cuestiones vitales. ¿Existe Andalucía? ¿Cuál es el genio andaluz? ¿Es Andalucía incapaz de lograr alzarse? ¿Cuáles son las trabas que no permiten el despegue andaluz?

jueves, 8 de julio de 2021

Diario de Viaje: Hinojosa de San Vicente (Junio de 2020)

 Ya empezaba a apretar el calor veraniego y había que aprovechar estos últimos momentos para poder caminar con seguridad en senderos sin sombra. Por las mañanas aún hacía fresco y entonces nos apuramos en volver a nuestra querida Sierra de San Vicente.

Hinojosa queda como apuntando hacia Talavera y es un pueblo pequeño, con calles desordenadas y muchos coches aparcados por aquí y por allá. Las viejas casas de tonalidad marrón le daban un aire bastante serrano y la iglesia de la Concepción gustaba bastante. Ataviados con la mascarilla pudimos salir por un lado del pueblo y pararnos en una morera a hartarnos de dulces moras. La caminata era en parte en ascenso y bordea el cerro donde llegas a avistar las ruinas del castillo de San Vicente. Algo de sombra había y la vegetación del lugar me gusta mucho. Llegas a ver el gigante valle del Tajo y ahí al sur, en la lejanía y con tonos muy azulados, ves el muro que generan los Montes de Toledo. A pesar de que nuestro objetivo era llegar a un embalse cercano, la dureza del sol hizo que mejor diésemos media vuelta hacia el pueblo.

De vuelta al pueblo llegamos a la plaza del ayuntamiento, rodeada de unas esculturas que son aperos de ganadería o labranza: piedras, metal, herramientas que recuerdan los tiempos agrícolas antiquísimos de la fundación del lugar. En un bar pudimos refrescarnos y ponernos rumbo a la casa para almorzar.

domingo, 4 de julio de 2021

Diario de Viaje: Ciempozuelos (Junio de 2020)

 Seguidilla de visitas tras el primer estado de alarma. Teníamos aún intención de ir viendo lugares de Madrid donde poder mudarnos con conexiones a la capital más o menos rápidas. Le tocó ese domingo a Ciempozuelos, que no es muy grande pero tampoco muy chico, un tamaño que me parece ideal pero que en su contra tiene un cercanías con una frecuencia un tanto alargada y que ya me pillaba a traspiés del trabajo. Aunque no era mal sitio.

Mañana calurosa y tras dejar el coche cerca de la estación fuimos hasta el amplio parque que queda en frente de la Universidad de Comillas. En ese sitio sí se podía pasear y había lugares con buena sombra. Un poco de paseo más nos llevó hasta la parte con más callejeo y recovecos, mucha mezcla cultural que anuncia que se pueden generar sinergias interesantes. Esculturas, iglesias pequeñas y bonitas y la plaza cuadrada amplia que contiene al ayuntamiento en esa disposición tan típica de esta parte central del país.

Recorrimos un largo rato el centro y viendo que era de casitas y que quizás alquilar ahí se iba a complicar nos dirigimos hacia el norte, aunque nos tocó ver zona de chalés: bastante buenos pero no nos alcanza con los sueldos. Ya de ahí volvimos por otro lado hacia el centro y encontramos una tienda de croquetas que nos comentó que abrieron la semana en la que empezó el confinamiento y que todos sus planes habían ido al traste y que ahora volvían a empezar pero sin el colchón económico que tenían como seguro. Esta pandemia ha hecho mucho daño al pequeño empresario y creo que a día de hoy sigue siendo buena idea comprar en el comercio local.

miércoles, 30 de junio de 2021

La ingenuidad de las renovables

Hoy en día todo está polarizado, cualquier cosa se usa como arma arrojadiza o como elemento para distinguir y alentar a los tuyos. Desgraciadamente, también le ha tocado a las energías renovables y al cambio climático. Como las predicciones han sido más por exceso que por defecto muchos creen que en realidad todo es falso. Pero, creedme, es mejor prevenir que curar. Y más con lo del cambio climático. Quizás la hostia no llegue en 2100, quizás lo haga en el año 2200 o 2300, pero da igual, la certeza es que va a llegar. Ahora, muchas opciones conservadoras quedan arropadas por el clima de crispación y con la dialéctica de la teoría de la conspiración y se oponen por defecto a toda medida en favor de las renovables, más defendidas por el sector político progresista.

Ya con cualquier noticia sobre impactos medioambientales de las energías renovables saltan clamando que todo es un timpo y que los combustibles fósiles son la única y eterna solución. Pero no, si estás metido en el mundo de las renovables sabes que no todo es color de rosa y que se hacen análisis de ciclos de vida donde incluso se evalúa seriamente el impacto ambiental. Que no se difunda y que los periodistas crean que todo lo renovable es Jauja es otro asunto serio a discutir. Ese triunfalismo pedante termina por hacer sospechar incluso al previamente más convencido.

La nueva polémica es por darse cuenta algunos que los parques eólicos tienen bastante impacto en su zona circundante y que puede haber muertes de aves, ruidos molestos y que la tierra queda ocupada también para la instalación. Es de cajón que los parques van en lugares con condiciones de viento muy favorables, por lo que no pueden ser instaladas en cualquier lado. Sí, impacto visual; sí, el tema de la extracción de las tierras raras necesarias para los generadores; sí, el problema acarreado del desmantelamiento final del parque y qué hacer con los elementos no reciclables. Repito, esos son temas conocidos pero se tienen que divulgar sí o sí para evitar triunfalismos o discursos equivocados.

Y tampoco podemos vender a las renovables como la solución definitiva. Vale que dos horas de irradiación solar en la superficie terrestre vale para dar electricidad al planeta entero un año, pero en dos horas no se recoge toda la energía necesaria, nuestra tecnología (y superficie de instalación) es limitada. Además, son procesos variables, una nube o un cambio de vientos puede hacer parar la producción. Nuestra civilización cada vez depende más de un suministro constante y fiable de electricidad. ¿Solución? Instalaciones de respaldo. Hoy lo suple el gas natural (o el carbón en algunos lugares) y la aquiescente nuclear. ¿Cómo incluso quedarse con el excedente si la producción es muy buena? Pues hay que recurrir a la tecnología de almacenamiento de electricidad, que hoy no está tan madura para que las renovables puedan con seguridad guardar su excedente y darlo a la red cuando haya mal tiempo. Hidráulica de bombeo, aire comprimido, volantes de inercia, baterías, vectores energéticos (hidrógeno, gas natural, gas de síntesis, etc.). Y respaldo de las centrales de base que generen el menor impacto posible (nuclear, ciclo combinado, gas natural, etc.). Lo siento pero toda tecnología contamina en mayor o menor grado, el impacto nunca puede ser cero. Falta más investigación.

Pero, para mí, el problema siempre es el mismo. El problema es la sostenibilidad. Se puede arrasar toda la superficie española y poner a cascoporro paneles solares y el impacto sería, evidentemente, catastrófico. Eso sí, a cambio tendríamos energía de sobra. Pero la moraleja sería que pasados unos años (o décadas, a lo sumo) esa potencia eléctrica llegaría a ser insuficiente para la humanidad. Porque cada vez consume más y más, y cada vez hay que generar más y más energía. Y esto, ni con los recursos ingentes del sol, es ilimitado. Ya en el máster me dijeron que la energía más limpia es la que no se consume. Por ejemplo, se llegó a estimar que el parque eólico ecuatoriano de Villonaco generaba una potencia similar a lo que se consumía en el país por pilotos de standby encendidos. ¿Es entonces «renovable» la producción eólica si tiene que ir a algo que casi nunca es necesario? ¿No estamos echando la culpa a las renovables de nuestro despilfarro?

No digo, como algunos, que hay que volver a vivir casi como antes de la Revolución Industrial (prohibido carne, viajes en avión, productos suntuarios) pero hay que frenar un poco. Tantas cosas con plástico no creo que sean necesarias. Si tengo que tardar media hora más en un viaje no debe ser un problema. En un mundo estresado se tiene el paradigma de la máxima potencia pero al final lo mejor es la mayor eficiencia (con momentos puntuales de más potencia). También, además de no consumir si no es necesario, es diseñar mejor nuestras ciudades para que por medios indirectos no se tenga que consumir energía. Quizás no serían necesarios tantos aires acondicionados si arquitectónicamente las casas y los pisos estuviesen diseñados para mantener temperaturas constantes y construidos con materiales de valor agregado (quizás jardines verticales en fachadas sin ventanas expuestas al sol, quizás buen aislamiento térmico en paredes, ventanas y puertas). Quizás sí seguirán siendo necesarios los aires acondicionados pero a lo mejor solo tendrían que usarse puntualmente. Recordemos que mucha de la energía que se produce se invierte en climatización... Quizás, la geotermia puede ayudar, las sombras naturales, doble ventana, etc. ¡Y quizás deshacerse de la idea de ir todo el año en calzoncillos por la casa pueda ayudar también!

Y tampoco digo que los países emergentes tengan que apretarse el cinturón y los países desarrollados, que ya han cambiado políticas, miren para otro lado. En todo lugar del mundo la gente quiere vivir de manera cómoda. Ha de haber colaboración global porque de casi 200 países que hay en el mundo, el planeta sigue siendo común.

martes, 22 de junio de 2021

La insurrección trumpista y el inicio de Biden

 Hace como medio año Estados Unidos vivió una situación atípica: al contrario de la tradición, el país no fomentó un golpe de Estado fuera de sus fronteras, sino dentro. Bueno, no llegó al punto de ser un golpe de Estado, sino más bien una insurrección promovida por grupos de extrema derecha, extremistas religiosos cristianos y conspiranoicos arracimados en torno a QAnon. El objetivo era subvertir el orden constitucional y mantener en el poder al presidente Trump, a pesar de haber perdido las elecciones.

Según la historiografía, hacía siglos que no se asaltaban las cámaras y hacía décadas que nadie había entrado armado (con intención de usar el arma). Momentos convulsos para una primera potencia que está, según parece, en sus estertores. China ya quiere recoger el testigo, aunque pueda ser como el viejo dicho, «de Guatemala a "guatepeor"». Gente de lo más variopinta, vestidos con las indumentarias más estrambóticas, entraron en el Capitolio, quizás con la connivencia de sectores de seguridad del edificio. Hubo mucha tensión, hubo forcejeos, hubo incluso disparos y muertos (eso sí, creo que hubiese sido una masacre si los perpetradores de la insurrección no hubiesen sido lo que ellos definen como «raza blanca»). Por suerte todo fue profundamente investigado y los cabecillas fueron identificados y arrestados, esperando cumplir una merecida condena por atentas contra la democracia.

Un país que ha perdido el rumbo y el liderazgo mundial, un país azotado por fuertes crisis internas, tales como el Black Lives Matter y el Me Too. El racismo y el machismo siguen aún muy presentes en la sociedad estadounidense y a veces explotan conflictos que dejan multitud de disturbios. 

Creía que Trump iba a tener una política aislacionista y solo se iba a interesar de temas internos. Pero no. Movimiento de embajadas en Israel, apoyo a Marruecos sobre la soberanía del Sahara Occidental, blanqueamiento del régimen de Corea del Norte, distensión Rusia. Y las políticas de aumento de crispación de Steve Bannon han atravesado fronteras para arraigarse rápido. Trump ha dejado una escena internacional demasiado herida y resentida y esto va a traer cola.

Por supuesto, muchos dicen que con Biden y Harris todo esto se va a revertir y que por fin triunfa la democracia. Veamos, el Partido Demócrata es más potable que el Republicano pero olvida mucha gente que sus políticas son más próximas a la derecha que a la izquierda, aunque mentalmente se les tenga por una formación de izquierdas. Biden ha recogido muchas propuestas de Trump y le han dado un discurso más florido, pero siguen siendo políticas de Trump, como sus fuertes aranceles proteccionistas o el veto a la inmigración (uno quería un muro pagado por México, el de ahora suplica que no venga nadie) o la prepotente actitud de Donald Trump camuflada en la cara amable de Nancy Pelosi.

Biden tiene por delante una misión muy difícil, que es apaciguar a una sociedad muy polarizada. Pero no creamos en cantos de sirena, no es un filántropo que va a mirar por el bienestar mundial. Es más, quizás sea un candidato de transición para una pronta presidencia de Kamala Harris viendo que presentarla directamente generaría el rechazo machista que tuvo Hilary Clinton en su día. Solo pido que reduzca el fanatismo y que la gente de ese país viva en paz con sus semejantes, que bastantes momentos truculentos nos esperan como civilización.

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...