miércoles, 24 de febrero de 2021

Diario de Viaje: Villaminaya (Enero de 2020)

Momentos de soledad por viaje familiar, para compensarlo fui a ver este pequeño pueblo donde puedes atisbar una zona llana bordeada de montes, donde también imperan los aerogeneradores y si hay suerte puedes incluso atisbar, imponente, el castillo de Almonacid.

Eran horas vespertinas, así que había que darse prisa. Cosa mala, pues erré el camino, ya que mi objetivo era, tras recorrer un poco del pueblo, ver la esquina donde está la iglesia de Santo Domingo de Silos y la luminosa plaza del ayuntamiento, dirigirme hacia el puente romano sobre el arroyo Guazalete. El pueblo tenía numerosos bares con gente que aprovechaba la última tarde del fin de semana y había en varias placitas grupos de niños jugando. El camino es sencillo, aunque algo largo. El paisaje ventoso ayuda a evadir la mente y en centrarse en caminar. Es curioso que estos sitios, bien olvidados por las rutas turísticas, tienen una paz (quizás por eso) que no se encuentra en muchos lugares.

Finalmente llegué hasta el puente romano, severamente reformado. Queda poco del original, es una pena. Pero también es una alegría que entre juncos y rocas se haya querido revivir el pasado del lugar. Y un pasado importante porque ese puente era parte del camino que llevaba de Toletum hasta Corduba. O sea, salvando todas las distancias era comparable a las autovías de hoy en día que conectan grandes urbes. Quizás cientos de carretas cruzaron dicho puente sobre un arroyo que sería muchísimo más caudaloso que en la actualidad.

Mis pasos apuntaron entonces hacia el pueblo para poder descansar un poco y volver a casa antes de que se cerrase la noche.

sábado, 20 de febrero de 2021

Diario de Viaje: Arcicóllar (Enero de 2020)

 Un viaje relámpago por recomendaciones que nos hicieron de pueblecitos cercanos a Madrid, o con conexiones a Madrid, aunque este seguía siendo parte de Toledo. Cierto que en un pueblo puedes alquilar algo más grande por menos dinero pero las conexiones en transporte público no son idílicas. Bueno, parte de lo que pagas es por conexión, lo que ahorras en gasolina va en alquiler.

El día andaba frío y nuboso pero fuimos temprano por carreteras bastante tranquilas. Todo muy silencioso, todo casas y espacio, algunas calles tenían pintados elementos decorativos en el asfalto, y también su curioso escudo. Quizás estuvimos días después de alguna fiesta del lugar. A pocos metros de donde aparcamos estaba el ayuntamiento y una plaza grande que dejaba al otro lado la típica iglesia de la región con algunas esculturas religiosas.

Lo más curioso fue llegar a la calle Real con una medianera enorme, como si hubiesen querido hacer un paseo a la entrada del pueblo o algo. Sin embargo daba la sensación que era una zona que esperaba alta densidad de tráfico cuando en realidad no llevaba a ninguna autovía. Unas cuantas caminatas por los senderos aledaños y proseguimos nuestros viajes.

viernes, 19 de febrero de 2021

Diario de Viaje: Pinto (Enero de 2020)

 Tras el parón navideño tocaba retomar las visitas a las ciudades del sur de la Comunidad de Madrid en un claro guiño a nuestros propósitos de mudarnos más cerca del trabajo. Pinto nos gustó bastante, no muy extensa, edificios no muy altos y por tanto calles soleadas y una cantidad de parques y jardines bastante interesante.

La primera parada fue en el enorme parque de Juan Carlos I, con su zona canina enorme y mucha gente caminando y disfrutando el sol a pesar del frío. Deportistas, entrenadores caninos, niños, un lugar muy concurrido. De ahí callejeamos de un lado para el otro viendo cómo eran las calles, los edificios y la alta complicación para encontrar aparcamiento.

Llegamos hasta la enorme plaza del ayuntamiento, bien clara y diáfana, Los edificios porticados tan característicos de la zona y un mapa de la ciudad labrado en el suelo. Caminamos hasta el parque del Ejido y el parque Norte, que dan para quedarse a pasear un largo rato con la perra. Un buen café y una ojeada a la estación de cercanías, que está dominada por el sobrio Torreón, testigo del pasado de esta ciudad.

domingo, 14 de febrero de 2021

La vida como fuenlabreño

 Pues hace unos meses escribí que mi ciclo en Toledo lo veía finalizar. Mucho tiempo de viaje para trabajar, una ciudad que no está diseñada para vivir en ella (solo para acoger turistas) y una forma de ser demasiado árida para crear vínculos.

Así que viendo el inminente confinamiento tras el verano empezamos a mover ficha. Mirar por aquí, por allí, organizando las visitas para acudir al lugar. Y caer en trampa (felizmente resuelta) de dar una cantidad como fianza de que vas en serio para alquilar. Es curioso la cantidad de cosas que te piden para alquilar (como que tienes que cumplir requisitos de funcionario cuando un funcionario iría a comprarse algo, no a alquilar) cuando a cambio los propietarios a penas se paran a velar porque tengas una buena estancia en su vivienda. Y más que hubo cierto nivel de pataletas de los propietarios del piso que dejábamos. Su afán de coger todo el dinero posible les llevó a puntos demenciales, puntos cortados de raíz al aplicar la ley y avisar por medios oficiales nuestra voluntad de rescindir el contrato.

Fuenlabrada tampoco es para tirar cohetes, es una ciudad mediana (se recorre rápido) con multitud de bloques de pisos y un serio problema de aparcamientos. Sin embargo, es lo que uno le pide a una ciudad dormitorio: barrios con comercios, variedad de alternativas, anonimato, gente de diferentes procedencias que no tienen miedo ni estatus para responderte correctamente, buena conexión en transporte público con la capital, acceso rápido al trabajo y un largo etcétera.

Es más tranquila de lo que supuse en primer momento y tiene que el norte colinda con inmensos parques de Leganés para poder pasear y desconectar tranquilamente. Y más cuando vuelven los confinamientos perimetrales.

Eso sí, hubo problemas con el piso con una precaria instalación de luz y la falta de algunos documentos de habilitación para poder empadronarnos tranquilamente (¿no puedes esperar un tiempo a tener toda la documentación en regla para poner en alquiler el piso o el ansia de tener dinero te gana?). Si bien el barrio es tranquilo (no es el más glamouroso de la ciudad, seamos sinceros) hay ajetreo con grupos que hacen fiesta al lado de tu ventana. Y la capacidad de negociación es bastante precaria. No creo que sea el destino definitivo pero al menos hemos dado el paso grande para mudarnos a la Comunidad de Madrid. Ya ir bicheando por otros barrios de Fuenlabrada o ciudades cercanas no es tan inverosímil. Sin embargo, a pesar de todo, estoy bastante contento con el cambio.

Sí, es un movimiento que refuerza la España vaciada, Madrid es un gran atractor, pero la alternativa no está. Sí, culpo en parte a la capital por su poder de absorción y olvido del resto pero también culpo a esas capitales de provincia que no juegan bien sus cartas, se quedan embelesadas en su esplendoroso pasado y apuestan únicamente a funcionarios autonómicos y turistas.

martes, 9 de febrero de 2021

Diario de Viaje: Mérida (Enero de 2020)

 Con el sol bajo llegamos a la capital extremeña. Tenía ganas de conocerla pero por una cosa o por otra nunca se me dio la oportunidad. Ahora, por fin, restañaba esta heridita que tenía. Y no me decepcionó para nada.

Los restos del acueducto de Los Milagros, iluminados de noche, te enamoran. Es impresionante esa obra de ingeniería de tiempos romanos que ha logrado llegar hasta el día de hoy. A saber si dejan de mantener puentes y carreteras de hoy si llegan a dos mil años en el futuro. La zona verde que rodea al arroyo de Albarregas, con algunas casitas antiguas, es un buen lugar para pasear bastante.

Callejeando llegamos hasta el templo de Diana, iluminado de una manera espectacular. Me gustó la mezcla de columnas y los restos del palacete que se construyó en los restos de la era antigua. Ya era un templo vetusto cuando lo reformaron para convertirlo en hogar. Caminar por las calles con muchos guiños al escudo de la ciudad y al pasado romano, con gente disfrutando de lo que veía. Llegamos hasta la rotonda con la Loba Capitolina y vimos los muros de la alcazaba. Menuda mezcla de culturas esta ciudad. Y, cómo no, el largo puente romano sobre el Guadiana. El parque fluvial es muy recomendable y más si lo visitas con niebla.

El área arqueológica de Morería queda algo opacada por el nuevo edificio pero como integración de los restos arqueológicos al urbanismo actual no es mala idea. Callejeando ves iglesias y fachadas de palacetes, olvidando por algunos segundos el pasado romano de Mérida.

El Teatro y el Anfiteatro, como están rodeados de vallas y vegetación son difíciles de observar. En algunos resquicios. Entiendo que sean la joya de la corona y necesita de especial protección y pagar por verlos pero cuando vas con mascotas todo se te complica. Si avanzas más llegas al acueducto de San Lázaro, que no sorprende tanto y casi al lado te embelesa las gigantescas dimensiones del Circo.

La verdad es que no recuerdo si pasamos cerca por la Casa del Mitreo. Lo que sí fue que en la concurrida Plaza de España había muchos niños chicos con petardos y eso hacía mal a nuestra perrita y enfadados nos fuimos a comer cerca de lo que más me impresionó: el Arco de Trajano. Su tamaño descomunal me hizo pensar cómo pudo ser en su época de esplendor y cómo, tras el paso de los siglos, los lugareños se han identificado con esta estructura majestuosa.

domingo, 7 de febrero de 2021

Diario de Viaje: Badajoz (Enero de 2020)

 Lo bueno de no beber mucho en Nochevieja es que no tienes resaca en la mañana de Año Nuevo. Ya relaté el buen paseo de dimos antes de abandonar Portugal y tirar de nuevo por autopistas de peaje hasta cruzar la frontera. El camino también es hermoso y ves algunos pueblos en lo que te da gana parar y recorrer. Otra vez será. Antes de cruzar la frontera intentamos llegar a una gasolinera para repostar gas natural pero aún estaba en obras y nos quedamos con la miel en los labios.

Satura que tras la frontera al entrar en España por el puente sobre el río Caya y te indique todo y casi al instante el desvío que tienes que tomar para entrar en Badajoz. Entramos por la zona del hospital, todo bastante reciente y amplio y llegamos a cruzar el gigantesco río Guadiana y aparcamos en un lugar tranquilo, justo para ponernos a pasear en una ciudad que estaba bien tranquila.

Lo primero de todo era encontrar algún restaurante abierto para almorzar porque cruzar la frontera pierdes una hora. Hubo suerte y pudimos comer en la terraza una buena sepia y una copiosa ensalada. Con esa energía ya nos pudimos poner a recorrer el centro de Badajoz llegando al Real Convento de Santa Ana y al edifico de La Giralda, con una recreación bastante bonita de la joya sevillana en el edificio con tintes árabes.

Los paseos nos llevaron hasta la Plaza Alta, con uno de sus lados mirando hermosamente a la Alcazaba, que domina el paisaje de la ciudad. Al pronto seguimos callejeando hasta ver la muralla de la ciudad y el Baluarte de la Trinidad. Más pasos hasta llegar a la pequeña catedral y al ayuntamiento, donde ya se podía ver más gente paseando y merendando en el primer día del año.

En la vuelta llegamos hasta la coqueta Puerta de Palmas y caminamos en la ribera del río. Ya el sol estaba bajo y había que moverse hasta la siguiente parada, donde habíamos reservado el hotel.

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...