jueves, 20 de marzo de 2014

Hace diez años hubo un trágico día

Todos lo recordamos, sabemos dónde estábamos a esa hora, incluso muchos pueden describir con pelos y señales las sensaciones que tuvieron. Hubo manifestaciones espontáneas (en una y por primera vez en la historia, acudió la Familia Real) y muchas lágrimas. Y, sobre todo, versiones contradictorias, desde que ETA lo tenía todo bien preparado hasta que los islamistas se quedaron en la estación riéndose en medio de la gente, explayándose en su obra.

Afortunadamente, este 11 de marzo ha estado regido por el buen comportamiento de las fuerzas políticas y de la ciudadanía en general. Muchos programas especiales y entrevistas (desgarradores testimonios de Pilar Manjón al declarar que fue infravalorada en su sentimiento por nunca renegar de sus posturas políticas). Documentales muy bien fundamentados, con aportes de muchas asociaciones víctimas del terrorismo. Esta vez no hubo manifestaciones en homenaje ni nada espontáneo, solo reflexión y recuerdo.

También se supo que, aunque yo me enfadé ya en cierta efemérides con la pasividad de la Justicia contra las declaraciones (se atribuía la autoría ideológica de los atentados),  El Egipcio estaba fanfarroneando y adjudicándose sangrientas medallas. Pero han salido muchos libros que han estudiado los casos concienzudamente. Quedan muchas lagunas, por supuesto, pero poco a poco se va aclarando el asunto. No reniego de la gran instrucción y documentación del juez Bermúdez, pero la magnitud de los atentados ha podido hacer posible que algún que otro punto haya pasado desapercibido. No olvidemos que muchos de los involucrados en el 11-M estaban siendo controlados por las fuerzas de seguridad y que su vigilancia paró más o menos en fechas cercanas al día fatídico. ¿Órdenes de arriba o monumental error por tener aislados la Policía Nacional y la Guardia Civil sus recursos y medios?

Fernando Reinares ha adjudicado todo al calor del 11-S. Terroristas que encubrían sus ideas enfermas en un velo religioso se sentían abrigados por la obra de al-Qaeda y los postulados de Bin Laden sobre la recuperación de al-Andalus para su Califato integrista. A finales de 2011 en Pakistán se llega a la conclusión de que deben hacer algo por el desmantelamiento de la célula terrorista española a los mandos de Abu Dahdah. Una cruel venganza. Por marzo de 2002 empieza a moverse el siniestro engranaje que se consolidará en dos años. El ideólogo principal entonces es Amer Azizi, integrante de la célula de Abu Dahdah que logró evitar la redada al estar en Irán cuando se llevó a cabo la famosa Operación Dátil. Es entonces que Mustafa Maymouni, cercano al ideólogo, siente los mismos deseos de venganza y hace suya la idea de Azizi, con la misión de recomponer los restos de la célula y consolidar la idea de un atentado en Madrid. Estos dos energúmenos no estarán solos, fanáticos de las ideas de Abu Dahdah como los tristemente famosos Abdelmajid Fakhet 'El Tunecino', Said Berraj y Jamal Zougam colaborarán activamente en la preparación y ejecución de los atentados.

Los terroristas no estarán solos. Otros grupos islamistas escuchan ecos de sus planes y deciden ayudarlos. Por ejemplo, el Grupo Islámico Combatiente Marroquí ayudó con hombres y recursos a la célula durmiente a partir de 2002. El fanático Allekema Lamari, antiguo miembro del desarticulado Grupo Islámico Armado está fuera de la cárcel y siempre fue conocido por sus ardientes deseos de atentar en España y causar un gran número de bajas (el CNI siempre identificó sus posturas exterminadoras). Jamal Ahmidan 'El Chino' también pone a disposición en 2003 su banda de delincuentes radicalizados en posturas afines al salafismo yihadista.

La guerra de Irak hizo que Azizi comentase a sus superiores su plan de venganza, que fue bien visto y aplaudido en estos círculos. Los pocos medios judiciales, la subestimación del poder de comunicación de los terroristas y la falta de experiencia para enfrentar a esta nueva clase de amenaza pudieron ser clave para que en los cuatro trenes de cercanías muriesen 191 personas inocentes, con sus tiempos buenos y malos, con sus alegrías y penas, con sus odios y esperanzas. Inercia posterior para seguir atentando contra los trenes de alta velocidad. afán de muerte y como golpe de gracia haciéndolo pocos días antes de unas elecciones generales, lo que haría frenar el día a día del país y del Gobierno. No era la primera vez que alguien intentaba atentar en España poniendo bombas en los ferrocarriles (pocos meses antes ETA estuvo a punto de ello), pero sí fue la primera vez que el Reino se vio azotado de manera tan brutal y criminal.

No olvidemos, es el mejor homenaje que les podemos hacer, junto a seguir investigando.

domingo, 9 de marzo de 2014

Un respeto para la I+D+i

Muchas veces, cuando hay algo nuevo, surge miedo y se intenta taponar la consolidación de esa novedad. El ser humano es curioso por naturaleza, pero también por naturaleza la especie quiere un terreno que conozca y pueda desenvolverse sin problemas y peligros. El cerebro ha de bascular siempre entre un extremo y otro.

Aunque sea un eslogan muy bonito y que te inserta en los preceptos progresistas, pocos saben realmente lo que es la investigación. Es denostada por parte de los políticos por no darle réditos a corto plazo. Es denostada por el común de la gente por no considerarlo un auténtico trabajo. Seguir estudiando, le llaman. Como si fuese un dispendio de dinero que se le da alguien por sentarse y leerse algún libro y soltar cada ciertos años una idea descabellada. Idea que cualquiera puede desmentir al leer la cabecera de un diario generalista cuando habla sobre ciencia. Patético.

¿Qué es entonces trabajar? ¿Doblar la raspa cargando sacos o vareando olivos? Pues no hay mucha gente que lo haga, así que pocos son los trabajadores que existen. O que no cuentan que atender en una vitrina o un trabajo especializado son trabajos que requieren más complejidad y que uno que se dedica a algo complejo puede hacer tareas rutinarias y desgastantes (a un alto precio, claro) tras una breve adaptación. Pero el recíproco no es cierto. Y si se quejan del dolor muscular tras unas horas de trabajo les invito a ver si les gusta el dolor de cabeza y cansancio generalizado tras una jornada de investigación exhaustiva. Seguro que eso de estudiar para aplicar e innovar, descartar modelos e ingeniárselas para desarrollar nuevas soluciones no es algo que se consigue en un día. Pero el problema es que cuando algo no se entiende, se tiende a denigrar, a rebajar hasta un nivel que conoces. No es que desprecie lo demás, una sociedad ha de tener de todo y bien interconectado, pero hay ciertas cosas que requieren otra fuerza de voluntad o complejidad.

El generar conocimiento es un trabajo. Y bastante serio. Quizás mucho no tiene aplicación inmediata, pero puede abrir muchas puertas o ser trabajado en profundidad para abrir un nuevo campo de aplicación. Las teorías de Einstein no tendrían aplicación inmediata, pero nuestra tecnología actual se basa en sus conceptos. Repito, ni quiero tecnocracia ni persecución a deportistas y folklóricos, sino que la gente intente tener la mente abierta para discernir que los medios de trabajar son muy amplios y que no por ello son peores o mejores (o ni siquiera trabajos), sino que algunos son de una complejidad diferente a la otra (limpiar pasillos requiere una complejidad diferente a realizar trasplantes).

Que no, que no me pongo exquisito. Si bien siempre me gustó eso de conocer los motivos de los fenómenos que observaba os confieso que de pequeño quería desempeñar una profesión para mi edad adulta. Pero nada de medicina, ni fútbol, ni explorador, sino que siempre quise ser basurero. Curioso, ¿no?

jueves, 6 de marzo de 2014

Anécdotas de Alfonso XII: el regalo

Otra nueva anécdota recogida por Luis Carandell. Es sabido que al rey Alfonso XII le gustaban las corridas de toros y no perdió oportunidad de acudir en una en la que lidiaban dos famosos toreros, rivales y de altas cualidades, tanto que hoy en día sus nombres aún son conocidos: Salvador Sánchez Povedano y Rafael Molina Sánchez, mejor conocidos por sus apodos de Frascuelo y Lagartijo, respectivamente.

Estos, para hacerse con el favor del Rey en su particular competición (y exigencias del protocolo) le brindaron un toro cada uno, siendo del agrado de Alfonso XII. El Monarca llamó a ambos toreros al palco y les explicó la situación. No sabía hasta el último momento si podía o no asistir a la plaza de toros, por lo que la falta de decisión hizo que no preparase ningún regalo que tradicionalmente se daba a cambio del ofrecimiento del toro.

Ante la situación y el no poder llevar a cabo el intercambio que se hacía por costumbre, Lagartijo medió para decir que no había nada que regalar, puesto que su presencia ya era suficiente y del agrado de ambos lidiadores. Así que replicó:

—Conmigo está Su Majestad 'cumplío'.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Anécdotas de Alfonso XII: ¿equivocación?

Un ejemplo sobre la actitud de dinamismo y buenos augurios que el nuevo Rey quería dar a la institución militar y que fue recogida por el escritor Luis Carandell en su libro sobre anécdotas políticas en España a lo largo de la Historia. Además, es un nuevo ejemplo de la mítica campechanía que siempre han hecho gala los Borbones en un intento de no ser expulsados del país.

En este caso, durante la campaña contra los carlistas, el joven Alfonso XII visitaba un hospital militar. Haciendo presencia en el peligroso frente y confortando a los heridos ganaría simpatías y prestigio en el ejército, que mucho le hacía falta, puesto que la Restauración estaba aún tambaleante y un monarca joven no inspiraba tanta confianza como un soberano experimentado y entrado en años. En este caso se acercó a la cama de un teniente que había hecho bastantes actos aguerridos y de valor. Alfonso XII entonces le preguntó:
—¿Qué tal, Capitán?

El enfermo se incorporó y dijo:
—Soy Teniente, señor...

El Rey no rectificó:
—¡He dicho Capitán!

Entonces, ya sea por confusión y pocas ganas de rectificar o que quería medio en broma medio en serio darle la noticia del ascenso tuvo lugar esta anécdota en medio del hospital militar.

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...