sábado, 27 de febrero de 2016

Brexit, Bremain...

Estas semanas el impacto lo ha tenido la idea de Reino Unido sobre la celebración de un referéndum sobre la permanencia o no de dicho país en la Unión Europea. Los británicos siempre han tenido un doble rasero para con esta institución supranacional: apoyarla cuando les conviene y denostarla cuando no conviene. Sí a que los jubilados británicos tengan ventajas al viajar al continente; no para tener una moneda común. Y así con todo.

Ahora el tema de la migración no les ha gustado mucho y quieren ver si siguen o no en la Unión, cuando siempre han tenido un pie fuera. Es verdad que esta no era la Unión pensada en un primer principio, más bien es Alemania dirigiendo la política interior (y exterior) de los Estados más débiles y la alianza con los que no lo son tanto. Incluso se podría decir que nos caen las migajas mientras que la evasión de capitales de las grandes empresas se hacen más sencillas. No hay aún una verdadera unión y cuando algunos países miembros ponen en duda el espacio Schengen y hacen controles fronterizos se burlan de su membresía al acatar las leyes que les gustan.

Ahora parece que la solución es dotar de estatus especial a Reino Unido, dejando la puerta abierta a que otros países haga lo mismo. Prebendas ya claramente reflejadas en textos. Consolidar la asimetría europea conlleva al comienzo del fin, a dar por bueno que la asimetría actual ha de continuar y reforzarse. Lo curioso es que muchos españoles que critican esto a su vez apoyan los regímenes especiales vasco y navarro, cayendo en un emborronado oxímoron. O sí a todo o no a todo. Aunque claro, matices siempre ha habido y muchos intentan aprovecharse de ello.

Que Reino Unido salga (pero que salga en serio, con trabas como cualquier país ajeno a la Unión) puede volver a fomentar los separatismos internos y envalentonar a otros utópicos. También incitarán a la disolución progresiva de la Unión al darles un precedente a otros países. Un buen intento de evitar guerras intestinas europeas que no llegaría a cumplir un siglo: vuelta a la casilla de salida.

sábado, 20 de febrero de 2016

España, ¿aún baluarte de Hispanoamérica?

Hay una frase o una tonadilla que se repite multitud de veces en los diarios y telediarios españoles. Se habla de una victoria o un avance en algún país de Hispanoamérica en un campo ajeno como puede ser la Unión Europea, Asia o Estados Unidos. El político nacional de turno entonces le da las gracias a España (o a su Gobierno, a la Casa del Rey o a autoridades) por la ayuda y apoyo de su causa.

Esto sería cosa de aplaudir si fuesen socios o algo por el estilo: ambos compenetrados para conseguir algo en conjunto. Seguro que algún beneficio de tipo económico o aduanero consigue el país ibérico, pero no es a eso a lo que me refiero. ¿Es que los países americanos no pueden hacer cosas por ellos mismos? ¿Es España que actúa con un cierto paternalismo sin que le llamen porque en el asunto queda involucrada una antigua colonia? ¿Cuál es el trasfondo, el tufillo que impregna todo?

Por mucho que en América se hable de la Madre Patria siempre termina la discusión con un resabio a resentimiento, a enemistad no finiquitada. Quizás no se superó el trauma de los conflictos de independencia, quizás las ganas de expolio de los españoles (empresas españolas amparadas por los políticos, mejor dicho) a estos países son los responsables. Quizás aún el ensueño imperial del pasado aún tiene ecos y hace ver superior al lugar donde vives y miras con condescendencia y casi pena a los países de más allá del charco. ¿Será eso? ¿Solo habré detectado estas cosas en casos aislados? Ni idea.

Pero lo más seguro es que sea el caso práctico: un país cuya economía no es muy fuerte aboga por un socio en el territorio que te interesa (o que tenga peso) para que te ayude a conseguir algo. A cambio fama y prebendas. El idioma común es una baza para pedir ayuda a unos y no a otros. O que aún siguen teniendo voz y voto en algunos lugares. Pero España lleva desde el abominable Trío de las Azores. La política neo-imperialista de Aznar, consumada en ese 2003, ganó muchos enemigos en varias regiones del mundo, Hispanoamérica incluida. Después le vino la política errática de Zapatero, cortando lazos con aliados fuertes y forjándolos con países de ideales, cómo decirlo, poco afines a la democracia. Su Alianza de Civilizaciones, si bien fu hecha con buenas intenciones, quedó pronto cristalizada como un canto a la nada. Postureo del bueno. Después vino Rajoy, intentando introducir de nuevo a España en el concierto internacional con un rol más activo (Consejo de Seguridad de la ONU) pero supeditando la política europea y nacional a los intereses de Alemania (con reforma constitucional añadida). O sea, de querer enemistarnos con el mundo para que reconocieran a la España de la Cruz de Borgoña, hasta la segunda fila aduladora de otras potencias, pasando por la inmolación en política internacional con variopintos nuevos aliados.

Esto tiene que dejar una huella. Trece años ya. Si pronto no se repara España poco a poco va a ser cada vez más irrelevante internacionalmente. Si fuese porque se consolida el proyecto europeo aplaudiría, pero eso no está pasando y es por fallos e inacción. Bajo estas condiciones, ¿por qué entonces pedir ayuda a un segundón o 'tercerón' internacional? Ante la tesitura mejor buscar apoyos en Portugal o Italia. O Francia, qué leches.

Pero también que el estado de desarrollo económico siempre es pasajero. Si bien en España la crisis desatada en 2007 todavía no se ha eliminado en la escala micro, muchos países hispanoamericanos han ganado gran peso económico y se están convirtiendo en referentes mundiales. Está México, Colombia a pesar de sus altibajos, Chile, Argentina (aunque desde hace unos años a esta parte parece que volvió a la casilla de salida), Brasil (antes de la terrible crisis actual) y el empuje de Ecuador. Quizás sean fluctuantes, pero la tendencia se ve claramente al alza. Y en pocos años, en pocas décadas, su nivel y prestigio internacional hará que por ellos mismos se valgan para pedir tratos de favor. Ni coalición con la antigua y deprimida metrópolis. Ellos llamarán a la puerta y serán atendidos por lo que son. Fin de paternalismo y merecida cura de humildad.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Rajoy, el tramposo

Son consecuencias del bipartidismo derruido y de que se ha olvidado la sociedad de cómo funciona el parlamentarismo, políticos incluidos.

Ni teniendo a mano el artículo 99 la gente parece entender. Ya dije que como mucho votas a los candidatos a diputado/senador correspondientes a tu provincia, no al candidato que te vende la propaganda del partido. Una vez conformadas ambas cámaras los partidos con representación deciden elegir un representante para entrevistarse con el Rey. Este representante incluso no tiene por qué ser el candidato que elige cada partido para la Presidencia del Gobierno. El Rey, tras entrevistarse con todos los partidos de Congreso y Senado propone un candidato y se lo comunica al Presidente del Congreso, quien debe hacer el anuncio a estos, ya que sus votos son los que dan la confianza (o no) al candidato. Si tras la primera prueba no consigue mayoría absoluta, puede volver a presentar su programa 48 horas después. En este caso, si consigue aunque sea mayoría simple, queda investido de la confianza de la cámara baja y el Rey lo nombra Presidente del Gobierno.

Si bien es Felipe VI quien postula un candidato, su elección es refrendada por el Presidente del Congreso. Aun así, cualquier veleidad o capricho pronto es destruido por los votos de los diputados. Es por ello que su labor consiste en indagar las intenciones de los partidos con representación parlamentaria. Si encuentra un consenso unánime (lo más raro) o que muchos apoyarían la candidatura de tal o cual persona, es el paso más lógico proponerlo como candidato. Si la cosa no es tan sencilla, el siguiente paso natural es proponer al candidato del partido que más votos haya obtenido. Durante todo el reinado de Juan Carlos I ambos casos coincidían en la misma persona (bueno, le pongo reparos a Aznar en 1996, candidato del partido más votado pero no apoyado al principio por el resto de fuerzas políticas) pero esta es la primera vez que hay que indagar en serio.

Tras la primera votación de investidura corre el tiempo de dos meses. Si en ese intervalo no consigue la confianza ningún candidato, las Cortes Generales son automáticamente disueltas y se convocan a nuevas elecciones. Es por eso que el proceso regio de consultas va con lentitud y ha de tenerse al menos una idea más o menos vaga de por dónde empezar.

Creo que Felipe VI tuvo un gran error al preguntarle a Mariano Rajoy si estaba dispuesto a ser candidato. La lectura del artículo constitucional no contempla que alguien decline tal responsabilidad. Por sentido de Estado uno ha de aceptarlo, aunque las cosas no vayan tan claras a tu favor. Rajoy se burló de la Constitución y de las instituciones estatales al mirar más su interés electoral y personal. No sé si esto rozaría el grado de traición, algo contemplado en la Carta Magna incluso para el jefe del Ejecutivo (esté en el cargo o esté en funciones). Digo que el Monarca se equivocó por educación o deferencia. Tuvo que atenerse a lo que dice el artículo: llegar a una conclusión y comunicársela al Presidente del Congreso, Patxi López. Cuando el Presidente comunica a los diputados el nombre es el justo momento en el que se toma consciencia de quién ha sido propuesto. En ese caso, entiendo, no hay declinaciones que valgan. O agarras los papeles y subes al estrado a proponer tu programa o programas una fecha para ese mismo suceso. Rajoy no tuvo que saber que él era el candidato (aunque todo apuntaba que sería él) en Zarzuela, sino una vez que la Cámara Baja estuviese reunida para el anuncio que llevaría a cabo López.

Gastada la primera ronda, rápido se inició la segunda, quizás más enfocada en insinuar por parte del Monarca qué otras opciones verían con buenos ojos los políticos. Quizás unos ánimos en pos del consenso se escucharon en esta ronda. Quizás ahora hubo algo donde rascar y la propuesta de Pedro Sánchez como candidato sea sólida. Las votaciones de confianza lo dirán.

Es más, el tema de agradecer y declinar, si todo candidato lo llevara a cabo, ¿no prorrogaría eternamente esta situación transitoria? ¿No llegaría a ser como un golpe de Estado encubierto? El Gobierno en funciones seguiría así sine die. No sé si se pueden disolver las Cortes anulando las elecciones democráticas por mucho que esa idea les guste a PP y Podemos. Ahora más que nunca necesitamos a políticos con visión de Estado y diálogo, mucho diálogo. Es más, Rajoy jugó una sucia carta diciendo que no se había retirado y que esperaba a otro turno. Tal desplante al declinar y tal soberbia en esas declaraciones es para que quede automáticamente descartado de otras hipotéticas siguientes rondas de consulta.

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...