lunes, 28 de noviembre de 2011

Personajes de Primer: Joseph Platts

Es uno de los personajes más importantes de la película, aunque nunca sale en todo el metraje. Es el enemigo natural de Emiba, enconado con Aaron desde hace tiempo. Parece que cuando Emiba trabajaba a todo ritmo en la fabricación de placas madre, Platts empezó a darles largas en muchos proyectos que podrían haber catapultado a la empresa a un nivel de producción y económico muy superior, terminando en una traición al grupo y la condena a ser un equipo de segunda sin posibilidades de realizar patentes y enfocados en vender a piratas informáticos. Aaron le tendrá tanta tirria y miedo a la vez que se sentirá culpable durante un año pero al descubrir la posibilidad de viajar a través del tiempo se conciliará consigo mismo y se envalentonará, declarando una vez que estaría dispuesto a pegarle. Kara cree que esa declaración está dentro de un juego sobre qué haría uno después de tenerlo todo y lo anima mientras se siente orgullosa de su resolución. Abram, sospechando que puede usar el viaje en el tiempo para hacerlo, intenta disuadirlo: aunque lo hiciera y volviesen en el tiempo para evitar la agresión, su otro yo no estaría muy dispuesto a dejar lo que iba a hacer cuando supiese que el Aaron que volvió en el tiempo había hecho lo esperado.

Finalmente, Abram descubre la forma de hacerlo sin tener que detener a un doble, pero las cosas se complican al aparecer otro viajero temporal y estar las máquinas conectadas. Todo ello desencadena un final inesperado, ya que ellos se sienten impotentes, que no son los originales y todo lo que viven corresponde a una línea temporal que ha sido definida por otros dobles. Pudiera ser que Aaron yendo a agredir a Platts, hubiese desencadenado un altercado en el que la vida de Abe pudo estar en peligro, o incluso haber muerto.

Platts representa el enemigo invisible, aquel que intenta que tus planes fracasen una y otra vez, ya sea activamente o por proyección, es decir, condicionando con algún hecho a la otra persona para que inconscientemente se vea siempre impedido y dificultado. O te rompo tu proyección para beneficiarme o te condicionaré la vida y tú mismo te la romperás, aunque yo no me dé cuenta o participe activamente.

martes, 22 de noviembre de 2011

Cristina sube, Rossi se estrella

De tiempo atrás viene la discusión sobre el peronismo. Esa corriente ideológica que un pelo más y se convierte en populismo puro y duro que a la vez que ningunea y exprime a la opinión diferente garantiza y promueve el bienestar a las clases más desfavorecidas. Escudados en el peronismo ha habido corrientes totalmente antagónicas y solo podía darse y congraciarse en ese peronismo.

Sin embargo, la política de los Kirchner, que si bien sacó a Argentina del pozo en el que estaba sumida, ha acusado su éxito a un romance casi obsceno con el populismo. Nacionalización de industrias, refinanciación de la deuda, aumento del nivel de vida, coaliciones con Estados a la vez que desprecio a los que querían meter mano. Sí, de eso no cabe duda, pero lo que mucha gente no quiere ver es que fuerza las tuercas más de lo conveniente, oculta datos preocupantes y el personalismo amenaza con abarcarlo todo. Cristina arrasó en estas elecciones presidenciales en una mezcla de falso exitismo, oposición trasnochada y obnubilada, la titulación de "viuda de" y las acciones necesarias para asegurarse tranquilidad. A pesar del uso de "perros de la guerra" como Hugo Moyano o Aníbal Fernández para destrozar las ideas opositoras (incluso con políticas sospechosas de rozar en lo mafioso), ocultar represión a pueblos originarios, uso de policía o matones para acallar a profesores, etc. ha conseguido cubrirse de una gloria tal que puede compararse a los próceres decimonónicos.

Que todo venga del Banco Interamericano de Desarrollo, que la industria nacional sea solo industria de montaje de lo comprado afuera, que el proteccionismo y aumento de portes de aduana aumente todo (porque al final todo viene del extranjero), que las empresas saquen recursos naturales impunemente y se compren hectáreas a precio de saldo, que se prohíba con miles de trabas la compra de divisa extranjera para hacer la ilusión de que el peso es fuerte y que no se devalúa, parece poco comparado con las medidas exitosas y brillantes como dar pantalas gigantes LCD para todo el mundo para ver el fútbol gratis pagado con el fondo de pensiones, que se den netbooks (portátiles con pocas prestaciones) a los colegios mientras se caen a pedazos, que se regalen milanesas y cerdos comprados a Brasil y decir que son de aquí. Estos éxitos (minimizando las críticas que se le sacan) hacen que todo el mundo se vea feliz y completado, que parezca que no haga falta nada más, que seguir viviendo en una villa miseria enganchado a todo pero con zapatillas y móviles de último modelo. Total, Europa está mucho peor. Siempre la misma comparación, en un afán de ser líderes latinoamericanos pero con la morbosa obsesión de compararse a Europa o Estados Unidos, a la vez que saltar por los aires cada vez que esas dos economías alaban las políticas Argentinas (al más puro estilo "odiamos al Imperio menos cuando nos dicen cosas bonitas").

Lo raro es que el efecto Cristina perdió fuerza en las elecciones provinciales de Santa Fe. En las presidenciales el Frente Para la Victoria arrasó, pero a la hora de elegir Gobernador fracasó. Santa Fe es un fuerte feudo socialista. La gente, además, creo que tiene aún un fuerte sentimiento paternalista (maternalista en este caso) y en vez de ver las políticas de un partido miran a la persona, diga lo que diga. Por eso la empática Cristina Fernández tiene tanta confianza y puede remontar cualquier varapalo. No importa que mientan en la inflación o que use fondos públicos para transporte de jarrones de Santa Cruz a la Casa Rosada (o sus operaciones de estética en EEUU y la compra de ropa carísima de París), porque es verla y es olvidar todos los problemas. Sin embargo, el candidato santafesino a la Gobernación, Agustín Rossi no tiene empatía personalista. Todo el mundo lo conoce, conoce sus métodos rastreros y su poca valía. Sabe que se arrima al árbol que más conviene y que siempre tuvo perfil bajo. Se presenta en una inauguración de cualquier cosa (aunque no haya sido con fondos nacionales -de su partido-) y se pone cerca de la fiesta para que le hagan fotos. Si alguien se queja, se ríen de quien lo delata y le echan para otro lado, siguiendo con su campaña caradura. Esta vez ha sufrido una humillante derrota, pero eso no lo va a hacer reflexionar de que no engaña a nadie y se dejará otra vez la barba para parecer que ha cambiado (o como hizo en estas elecciones, usa el logo de un chivo -su apodo- para que no asocien su nombre y lo que dice que hará a tan nefasto personaje).

Pero el cúlmen de todo es la gran cantidad de admiradores e idólatras. O miman al FPV o a Cristina o a Rossi a capa y espada. Los kirchneristas, que tanto criticaban la época de Menem y terminan aplicando cosas parecidas. Se autotitulan defensores de una política "nacional y popular" que más bien parece nacionalista y populista. Aplauden (y bien que hacen y hacemos) que den cadena perpetua a los crueles dictadores del Proceso y alaban la democracia, pero cuando les dices que disientes en sus posturas ya abandonan la democracia y exaltándose llegan a insultarte entre crítica y crítica destructiva. Nunca vi tanta pasión y ganas de destruir al adversario para no escuchar críticas. Si se dicen tan abiertos y demócratas, ¿a cuento de qué esas dentelladas?

jueves, 17 de noviembre de 2011

Diario de Viaje: Tecnópolis (Agosto 2011)

Fue en realidad en Villa Martelli, en la provincia de Buenos Aires, justo cruzando una carretera que delimita la Ciudad Autónoma de la Provincia. Pero como no tocamos la ciudad y era grande de por sí, pues tiene mérito de ser un punto de destino por nombre propio.

Había mucha ilusión por ir en el laboratorio. Un enorme complejo dedicado a la tecnología argentina. Así que acordamos con un sindicato comprar los pasajes para ir con ellos en autobús muy temprano y volver a la tarde. El día prometía por estar despejado y no una temperatura muy fría, y más sabiendo que las predicciones meteorológicas para la semana siguiente eran nefastas y los días en que podíamos todos eran pocos. Para entretenerme en el viaje nada menos que un libro sobre Historia, la transición entre la Edad Antigua y la Edad Media, vista desde los romanos, los pueblos germánicos y los sasánidas, y centrándose en religión, literatura, adornos, pocas fechas y pocos nombres.

Tecnópolis es inmensa. Música y malabaristas nos recibieron ante una gran puerta con una inmensa Constitución. Rápidamente fuimos a ver una actuación de Fuerza Bruta que estaba inspirada en la industria nacional. Un coche colgado con fuegos artificiales y dando vueltas gente; tres frigoríficos colgados y gente descendiendo por ellos boca abajo. Muy raro, la verdad. Interesantes las áreas de robótica, de paleontología (con esqueleto incorporado), antártica (con frío y agua salpicando) y aeronáutica. Además de los choripanes, superpanchos y shawarmas que dimos cuenta. Había tanques y cohetes, además de helicópteros. Pero no tenía nada un nivel alto, era más divulgativo pero desde una perspectiva simplista. Esperábamos ver avances y explicaciones del tema, pero todo eran juegos infantiles o monólogos pregrabados. Algún proselitismo muy evidente y la recomendación de muchos vigilantes de que no entrásemos en ciertos sitios que eran extremadamente aburridos.

El final de Fuerza Bruta tirando hierro fundido a una pared y ver las explosiones de la oxidación del metal fue casi lo más destacado de Tecnópolis, además de la actuación discotequera, los helados para celíacos y la zona de antropología que parecía más un circuito de trial de motociclismo.

martes, 15 de noviembre de 2011

Un nuevo retorno al 15 de noviembre

Como cada cumpleaños vengo a hablar de situaciones que no están plenas de felicidad y albricias. No todo el mundo está día a día celebrando cosas y pasándolo bien. Sé que hay muchos países por comentar y que de un año a otro puede que se me olviden. Dictaduras africanas y de Oriente Medio, que da para hablar largo y tendido. Del capitalismo y España pasé a Guinea Ecuatorial, terminando hace un año con Bielorrusia. Y ya prometí que escribiría sobre Cuba. El Estado que ocupa toda la isla de su mismo nombre (excepto el enclave estadounidense de Guantánamo, donde se llevan a cabo excecrables torturas y detenciones ilegales).

La historia de Cuba nunca ha sido de flores. Tras la conquista española, se convirtió en un punto de referencia comercial entre Europa y América, de tal grado que los españoles la llamaron la Perla del Caribe. Pero aun así no tenía estatus de provincia española tal cual y en el último tramo del siglo XIX se desencadenaron guerras independentistas. Dos guerras en la Restauración hicieron que ganara más peso en la política española como región administrativa y a pesar de la oposición caciquil se planteó una abolición de la esclavitud. Pero este acercamiento llegó tarde y entró en la órbita de la pujante Estados Unidos, que tenía unas ansias voraces de convertirla en su colonia. Tanto que acusó a España de una bomba que habían colocado ellos mismo en el tristemente famoso acorazado Maine. La diferencia de potenciales de las Armadas basculó pronto y a finales de 1898 Estados Unidos se quedó con Cuba para secarle las entrañas. Afortunadamente, Cuba ganó su independencia en 1902.

La democracia duró poco entre dictadura y dictadura, llegando al cúlmen de Batista. La situación era tan insostenible que Fidel Castro recluta a desencantados y fieles al comunismo para derrocar a Batista. Lo lograron. Muchos sospechosos de estar a favor del régimen fueron ejecutados por el Che Guevara en la famosa Cabaña. Aún es difícil conciliar esta actuación con los postulados de hermandad y buenas acciones que clamaba el argentino. Estados Unidos tuvo miedo de tener el comunismo a sus puertas, que la Unión Soviética pudiese catapultarse en la isla para destruir su país. La histeria alcanzaba su clímax en estos años de la Guerra Fría. El bloqueo y la crisis de los misiles nucleares han sido golpes duros para los cubanos, sumado a los intentos de invasión estadounidenses y atentados contra la vida de Castro. Este mismo, con el tiempo, mientras ganaba en poder y riqueza ha ido sumiendo al pueblo cubano hasta la desesperación. El bloqueo internacional es aborrecible porque lo pagan los de siempre, los menos poderosos. Los que tienen el poder poco pierden. Y creo que cuando desaparezca el bloqueo los cubanos verán que poco cambian las cosas y que Castro está detrás de la opresión total que corta los medios de comunicación informáticos y destina casi todo lo de valor a los turistas encerrados en circuitos predefinidos.

La idea de partido único y el ahogo a la oposición han ido a más. Yoani Sánchez escribe a tientas, las Damas de Blanco son golpeadas y humilladas periódicamente. Fariñas está en la cárcel cada pocos días. Los opositores católicos, arrinconados. Un país que se jacta de una buena educación y medicina y que viven en una bella isla regida por un socialismo demócrata deberían saber que a la oposición se le enfrenta con palabras y hechos, no con bombas de humo de que todos están a sueldo de la CIA. Con la URSS desaparecida muchos han salido de la isla (si podían) para hacerse un hueco en un lugar que respetase sus ideas y ganas de triunfar en la vida fuera de la sombra del partido y del Estado que puede controlar tus acciones. Venezuela y Bolivia han aparecido milagrosamente para cederles recursos petrolíferos, pero parece que no basta, porque hospitales y medios de transporte aún dejan mucho que desear. Las timoratas aperturas tecnológicas y compra-venta de edificios de Raúl Castro (el segundo de la dinastía) no han convencido a nadie. La Unión Europea tiene una política muy estricta en cuanto a reclamar aperturas democráticas y al respeto a los disidentes pacíficos del régimen (que puedes ser encarcelado y exiliado por tus ideas), pero España tiene unos intereses muy raros de ayuda y alabanzas contra el régimen que han desencantado a muchos. Las últimas alianzas internacionales españolas han terminado en descrédito, ya sea de los antiguos aliados como de estos nuevos aliados, que por mucha ayuda y buenas acciones seguimos siendo ninguneados en cada alocución pública.

Solo quiero este día un par de cosas para Cuba: que termine de una vez por todas el feroz bloqueo y que los propios cubanos puedan entrar en democracia real y opinar libremente si les conviene una dictadura de partido único que mira más a los extranjeros con divisas que a sus compatriotas.

viernes, 11 de noviembre de 2011

La Monarquía de Felipe VI

Felipe de Borbón y Grecia nació en 1968 con el título de Infante. Como único hijo varón de los Príncipes se convirtió de manera autómatica en heredero del Heredero, en caso de que el dictador Franco eligiese a su padre como sucesor. Eso pasó en 1969 y hasta 1975 tuvo una vivencia como un niño más y convertido en el compañero de juegos de sus hermanas. Cuando su padre fue proclamado Rey se convirtió de facto en Príncipe de Asturias, cargo que ocupa hoy, y lo seguirá siendo hasta su ascensión al Trono. Con la mayoría de edad juró su cargo y pronto empezó a tener proyección política, presidiendo ya desde muy joven la Fundación Príncipe de Asturias. Aconsejado por sus padres inicia una formación sin dignidades en escuela, aunque los aires de superioridad durante la adolescencia lo harán rebelde y engreído al saberse como futuro Rey. Para cortar esto de raíz, Juan Carlos I hace que se forme de manera intensa en los tres ejércitos y tras esto cursó el último año de secundaria en Canadá, donde tuvo que apañárselas solo y con pocas distinciones. Ya un poco curado vuelve a España y estuda Derecho en Madrid, con asignaturas de Economía para preveer las posibles acciones que podría llevar en un futuro. En Estados Unidos obtiene su máster en Relaciones Internacionales, copando todos los requisitos para ser un Jefe de Estado preparado. Como todo joven, sus escarceos amorosos ocupan un lugar en su vida, pero con la consabida repercusión mediática, tanto que termina la relación con Isabel Sartorius. Quizás resentido intenta conseguir el amor que le complete y no como un mero trámite. El conflicto causado por su relación con Eva Sannum salta por todas partes y Zarzuela se opone a ello, pero no lo consigue con Letizia Ortiz, con la que termina casándose y teniendo dos hijas. El periodista Jaime Peñafiel puso bajo dura crítica esta decisión, el egoísmo de Felipe en hacer pesar más su amor que las obligaciones que le conlleva el cargo. Estas declaraciones lo alejaron de la amistad del Rey. Parece que no quiso seguir la tradición Borbón de amar a una mujer y estar casado con otra y convivir para protocolo y asegurar la sucesión dinástica.

Los monárquicos más puristas han detestado este matrimonio, ya que la Corona tiene que ser una institución modélica y fiel a sus tradiciones. Que entre una plebeya (divorciada para más inri) y se derogue la Pragmática Sanción de Carlos III sin pompa ni boato ha hecho que incluso piensen en una alternativa republicana antes que ver a un Rey que ningunea las tradiciones, uno de los pilares de la monarquía. Pero creo que la ola europea de matrimonios morganáticos (sin pérdida de estatus) influyó a la hora de elegir a alguien conocida y preparada y española para afianzar los vínculos entre Corona y ciudadanía (ya no se lleva lo de alianzas entre países por medio de matrimonios). Creo que más que rechazo ha provocado acercamiento entre la mayoría de la población que se las trae al fresco estas cosas o lo que quiere es que solo se desempeñen fielmente las funciones constitucionales y que lo demás es accesorio. La gente ha visto que la Familia Real es más cercana y que no vive en una burbuja al estilo inglés. Que hablan tranquilamente y no usan guantes para tocar a la gente y que cualquiera puede llegar a la más alta institución representativa del Estado. Quizás no se puede banalizar esto y diluir todas las normas porque entonces la Familia Real carecería de sentido, pero con gestos así se pone de manifiesto que no son de otra pasta o que no pueden mezclarse con los que representan, que sospecho sería algo de más insidia y traería a la larga más desafección que afección por misticismo.

Los sondeos de popularidad dan una pista de cómo va las simpatías o antipatías, aunque según quién y cómo pregunte los resultados serán muy dispares, incluso en intervalos de tiempo próximo. Otro problema a resaltar es que nunca se sabe si la gente puntúa por la propia institución de la Corona o por el papel del Rey. Si es lo primero, se asienta la monarquía sin importar quién ocupe la jefatura de Estado (o que si un Rey es impopular se puede cambiar por otro y no de régimen). Si es lo segundo estamos en un régimen monárquico transitorio sostenido por el juancarlismo. Quizás va siendo hora de diferenciar por quién se pregunta y puntuar por separado. En este año, según Metroscopia, la Corona cayó en popularidad de un 80 a un 74 %, según Abogacía, la Corona tiene de nota un 5,6, cuando siempre se sostuvo alrededor de 6,5-7,0. Para el CIS, el Rey tiene un 4,89 de confianza y suspende por primera vez, aunque es la tercera institución mejor valorada. La verdad es que la popularidad ha bajado, ¿por qué? ¿Ya no gusta? Hoy en día hay muy pocos que se denominen monárquicos, pero a fin de cuentas nadie cuestiona la monarquía (criticarla sí, aún nadie hizo proponer y publicitar una alternativa republicana con peso y visos de consistencia, a menos que consideremos algunos timoratos intentos de IU que parecen más intentos publicitarios y manifestaciones por la III República en fechas señaladas y sin repercusión días después) en serio y mientras dé estabilidad y se permita el desarrollo político normal en las Cortes no se van a hacer movimientos para eliminarla. Puede que haya temor a perder el estatus del partido o que todo se descontrole, quién sabe. Así que por pragmatismo está. Hace años leí una entrevista a un destacado comunista que ante la pregunta de si el aumento de críticas a la Casa del Rey se podía traducir como un desapego a la Corona, él, sorpendentemente, respondió que no: antes la institución estaba sobreprotegida y pocos confiaban en los partidos políticos democráticos de la Transición, por lo que se aferraban a la institución, pero cuando algo está asentado y normalizado desaparecen las ayudas periodísticas y la gente critica lo que no le gusta en un afán de que rectifiquen. También en una reciente entrevista al paradójico Mario Conde se dijo que cuando hay una crisis y la gente desconfía de la clase política y el ordenamiento actual, todas las instituciones caen en popularidad, arrastrándose unas con otras y que esto podría ser malo para la Corona, ya que él prefiere que sea una institución no política, sino popular, que el Rey (aun como Jefe de Estado y símbolo de España internacionalmente) fuese paralelo a la trama política, que tuviese las atribuciones que tiene hoy en día el Defensor del Pueblo y que en vez de estar para fotos e inauguraciones fuese como el rey medieval que protegía al pueblo de la nobleza, es decir, de la clase gobernante; que analizase cuentas, corrupciones, desmanes, falta de democracia, trampas y especulaciones y las hiciese públicas a la vez que llevaba estas pruebas a los tribunales.

El papel de Juan Carlos I ha sido impresionante, pero ya va siendo hora de una renovación en Felipe VI. Juan Carlos tiene empatía y sencillez, que junto a la democratización durante la Transición y su intervención en el 23-F se ha ganado un alto puesto, junto a su influencia internacional y el allanamiento de muchos contratos empresariales, como el reciente sobre la construcción en Arabia Saudí de una línea de ferrocarril de alta velocidad por parte de España. Seguro que tiene tratos oscuros y ha ganado dinero subrepticiamente, pero hay que ver cuánto es verdad y cuánto difamación, ya que no puede defenderse por sí mismo. Felipe no tiene la campechanía de su padre (dicho popularmente y por militares que conozco), es frío como su madre pero tiene presencia y transmite seguridad y ganas de aprender mientras se pone al tanto de todo (dicho esto por dos amigos declaradamente republicanos que se encontraron con él en una inauguración de un insituto y en una eliminatoria de la Copa Davis). El Príncipe ha tenido momentos de proyección, como su proclama a favor del fin de la violencia etarra, yendo a manifestaciones y su entereza en decir frente a Carlos de Gales que Gibraltar es un tema que ha de resolverse y que la soberanía ha de debatirse. No es un tema que muchos les guste sacar para no crear rencillas entre Reino Unido y España, pero él salvó el mutismo impuesto por el Gobierno a sus ministros. No se arredra cuando alguien lo cuestiona y puede hablar con esa persona sin problemas. Su trayectoria en las tomas de posesión de muchos Jefes de Estado en América lo han hecho relevante en este continente y ha ganado experiencia y popularidad. Su formación universitaria, su pericia en pilotar aviones militares desempeñándose duramente con la nueva hornada del Ejército y los plausibles consejos de un Juan Carlos recién abdicado pueden serles de gran ayuda. Y creo que esa experiencia y ese afán de ayudar a España reclamando su lugar en el panorama internacional sin arredrarse con potencias a lo inglesa, son vitales en estos últimos tiempos de crisis económica y política. El Príncipe seguramente tendría una actuación política más activa que su padre. Este, para consolidar la democracia, nunca ha aparecido públicamente ejerciendo sus funciones de árbitro y moderador máximo. No digo que el futuro Felipe VI meta las narices en política, sino que ejercite siempre sus derechos y obligaciones constitucionales, que no modere solo en privado, porque parecerá desidia o dejadez y cuando aparezca en público las críticas le arreciarán (como pasó con el actual Rey a principios de 2010). Que cuando haya crisis diga algo, que cuando algún estatuto autonómico sea sospechoso de inconstitucionalidad proclame algo sobre la unidad española, que cuando se ejerciten conciertos económicos hable sobre la igualdad de todos los españoles, que cuando haya polarización política luche por la concordia, que cuando los países vecinos o no tan vecinos insulten al país que pida calma y respeto y hable de las virtudes de España a la vez que pida subsanar los desperfectos, que cuando recorten derechos a las fuerzas de seguridad o se les cuestione su trabajo cuando lo hacían legítimamente (como los casos en las aguas cercanas a Gibraltar) que clame que son también ciudadanos españoles y no debe de recortárseles nada. En resumen, que sea activo y que aparezca periódicamente hablando y aconsejando, que se vea que le preocupan los problemas cotidianos. No meterse en política no quiere decir guardar mutismo, porque la gente al tiempo empezará a dudar del cargo y de la capacidad de responder hacia temas sensibles y de interés.

Tras los hechos de corrupción en la Familia Real, la Corona debe purgar toda sospecha y alejar a los que se hayan aprovechado, criticando duramente la actuación del descarriado. Controlar para que no vuelva a pasar. Despejar dudas dejando que los presupuestos a la Casa del Rey sean transparentes y sepamos en qué se gasta hasta el último céntimo, tanto de lo otorgado en los Presupuestos, como en regalos y el uso del Patrimonio Nacional. Porque la Corona tiene que estar por encima, ser un claro ejemplo de austeridad y rigor, haciendo las cosas bien e intentando rectificar las que van mal. Que con cabezonería el Rey arrastre en su caída a la Corona es algo triste y patético y no faltan ejemplos. Entonar un mea culpa y aclarar todo cuando haya alguien que se lucre por su puesto (como pasó en Inglaterra y no por ello se impuso el republicanismo) y salir fortalecidos pidiendo perdón y dejando hacer a la Justicia y no ocultar todo y extorsionar para que se retiren cargos, repudiar la corrupción en público, tanto de su Familia, como de políticos o de constructores. Una abdicación rápida y sencilla va a consolidar en el puesto a Felipe de Borbón como monarca, ya tanto por la connivencia de los partidos políticos, como por los formadores de opinión y tanto por el pueblo que lo que quiere es democracia y pocos problemas. Habrá algunas protestas y manifestaciones, pero en el fondo la gente aunque no le guste la respeta y la deja estar a la monarquía, ya sea porque pasa del tema o porque tiene en mente cosas más importantes que un cambio de régimen no va a cambiar. Si la crisis hace esto más inestable quizás la muerte del actual Rey desencadenará en una República (aunque, como dato curioso, una vez leí en un foro que cuando España tiene problemas el primero que se va es el Rey, y que solo se terminan dichos problemas cuando vuelve otro Rey). Y si abdica quizás no dure mucho tiempo como Rey. Por eso ya dije hace meses que en 2012 sería la fecha ideal, ya por no entrar en un callejón tambaleante, ya por dar un soplo de aire fresco a una importante institución cuando el resto están flaqueando. Además, Juan Carlos I, desde su operación de pulmón, está cayendo una y otra vez en recaídas y en mal humor (quizás por el recuerdo de la angina de pecho mortal de su abuelo como del cáncer de laringe de su padre). Felipe VI, aun ya no tan joven, estará más sano y con una edad óptima para una mejor conexión generacional. Así que en apoyo a la neutralidad de la Corona y esperando un remodelado a los nuevos tiempos, ¡viva Felipe VI!

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...