lunes, 25 de febrero de 2019

Horas trágicas en Venezuela

Pues sí, desde que Maduro tomó las riendas del país Venezuela ha recorrido un camino muy peligroso y delicado. Allá quedó el socialismo del siglo XXI de Chávez (ya con sus luces, ya con sus sombras) y con una pobre gestión junto a un buen tinglado para poner a los suyos a desfalcar a manos llenas ha puesto a Venezuela sobre las cuerdas. Inseguridad, enfrentamientos, inflación monstruosa, silenciado absoluto de la oposición... era evidente que tarde o temprano todo esto iba a estallar.

La enorme migración venezolana que se ha dado en los últimos tiempos tiene pinta de diáspora: de un lado para otro con el afán de ser considerados refugiados intentan crearse un hueco fuera de su querida patria a la vez que intentan seguir ayudando a los que aún quedan dentro del país. Muchos conocidos llevan maletas llenas de medicamentos cada vez que viajan a ver a sus familiares. Y que no me digan que me lo invento o que solo lo he visto en uno o dos. Es casi la norma general.

Lo malo es que la alternativa en venezuela no es atractiva. Entre el aplastamiento y que muchos ya huyen de las posturas socialistas no queda gente fiable que asuma las riendas del gobierno. Los países extranjeros apoyan y abrazan a cualquier candidato que haga la contra a Maduro pero no tienen ni idea de cuáles son sus políticas. Si la política bolivariana es nefasta no creo que la solución sea abrazar el neoliberalismo que proponen los opositores. ¿No hay término medio?

No sé cómo va a terminar esto. Ahora con dos presidentes, Maduro y Guaidó, donde el segundo cada vez recaba más apoyos internacionales. Un presidente encargado que, a mi juicio, llevó a cabo un golpe de Estado blando. Bien que nos repugne Maduro pero no se le puede echar a cualquier precio y este cargo de 'encargado' crea una inseguridad alarmante. ¿Qué va a pasar en todo país en el que Guaidó empiece a designar embajado, por ejemplo? Las implicaciones se nos escapan.

Lo siento pero no me cierra la maniobra de Guaidó. Bien que la Constitución venezolana recoja este supuesto, pero lo aplicaron tarde (el jefe del Legislativo solo puede asumir la presidencia del país antes de que el candidato elegido la asuma, en cuanto lo haga y se le declare incapaz, debería subir de rango el vicepresidente), ya que Maduro había ya asumido la renovación del mandato. Lo siento pero así no se puede seguir abrazando la Constitución que tanto dices que respetas. Te la has pasado por el forro.

Y qué decir de la alianza ilimitada de Estados Unidos. Ahora parece que se acuerdan de la falta de democracia en el país sudamericano. Ahora ven que alguien necesita de su ayuda. No Haití, no Nicaragua, Venezuela. ¿Quizás estén urgenciados de ayuda humanitaria y democrática por tener las mayores reservas de crudo pesado del planeta? ¡Ay, qué malpensado que soy!

Bloquear las fronteras para evitar la llegada de medicinas y alimentos ha sido una jugada asquerosa por parte de Maduro y los suyos. No es que estén viviendo en leche y miel ahora, vamos. Se niega porque de lo contrario parecería débil. Al final quien sufre, como siempre, es el ciudadano de a pie.

Ahora, lo loco, es que ya están hablando con la boca abierta sobre intervención militar extranjera. Y eso es muy peligroso. Peligroso porque aún el ejército está muy dividido en su lealtad y nada puede terminar de manera rápida. Aullar para que vengan de fuera para ayudarte solo es una invocación a una guerra civil larga y cruenta donde es el extranjero el único ganador. Improndrá sus políticas, pondrá sus gobiernos títeres y se concederá a sí mismo las jugosas tareas de reconstrucción.

Miedo me da...

jueves, 21 de febrero de 2019

Diario de Viaje: Alcabón (Febrero de 2018)

Bueno, el paso por este pueblo fue en modo relámpago y no me dio tiempo a mucho. Con el nuevo trabajo había que ir de un lado para el otro casi de continuo y Alcabón fue una parada de rigor.

Apenas recorrí nada, la carretera que atraviesa el pueblo, pasando por casas de fachada característica de la zona y algunos murales improvisados para adecentar los muros de los solares que quedan por construir. Algún recinto antiguo tuve que atravesar, aunque no conservo mucho recuerdo. Por la Plaza España paramos un ratito y de ahí al polígono industrial para entrevistarnos con una empresa maderera.

La verdad es que poco más puedo aportar a este viaje relámpago a este pueblo.

sábado, 16 de febrero de 2019

Diario de Viaje: Almuradiel (Diciembre de 2017)

Pues deseando volver a ver a un amigo que pasaba un par de días por Madrid tocó hacer un viaje en autobús. Creo que nunca había hecho el viaje en este medio de transporte y me sorprendió gratamente que parásemos a mitad de camino a descansar un rato.

Pero bueno, en media hora daba ganas de andar y conocer un poco este pequeño pueblo (y más que no había caminado mucho por tierras castellano-manchegas. Almuradiel sigue teniendo la estructura de estos pueblos articulados alrededor de un camino o carretera, con alguna que otra posada donde pasaron personajes importantes en su momento.

Es curioso que tiene un parque cercano a una residencia de ancianos donde hay un mástil de barco. Ni idea si es una metáfora o tuvo insignes marinos este pueblo que queda en las estribaciones de Sierra Morena.

Algunos pasos más me llevaron a la plaza del pueblo, donde destaca el ayuntamiento con una arquitectura típica del lugar, donde prima más la estructura baja que abarca gran superficie. Los balcones, el reloj típico y la campana que da las horas son bastante entrañables y la fachada presenta alternativamente ladrillos y sillería, como si quisieran combinar estilos tradicionales del lugar.

A pocos pasos está la ermita del lugar, que presenta a mi entender cierto porte neoclásico.

viernes, 15 de febrero de 2019

La nueva era andaluza

Pues casi cuatro décadas después se rompe la anomalía democrática que estaba instalada en Andalucía. Contra todo pronóstico, la ruptura entre PSOE y C's, la cual provocó adelanto electoral, dejó un parlamento andaluz muy fragmentado, cosa que aprovechó el ansioso PP para aliarse con el oportunista C's e invitar al novedoso (pero a la vez rancio) Vox.

Desde el comienzo estaba todo bastante cantado. Los juicios sobre los ERE han marcado mucho la opinión pública y las proclamas de nueva política (o ahora sí lo haremos bien o ya encontramos la receta) por parte del PSOE no han calado. La desarticulación de Podemos y la travesía por el desierto del andalucismo en la era post-PA no ayudaron mucho a Adelante Andalucía y dio la sensación de que pronto se bajó de la pugna la formación. Había una esperanza de alianza PSOE-AA (recordemos la alianza socialista con IU cuando el PP ganó en votos) pero generaba muchas quinielas sobre qué debía hacer el resto de partidos. Todo apuntó desde un primer momento a que el PP de Juanma Moreno tocaría por fin el palacio de San Telmo, tan ansiado por los herederos de los señoritos de antaño.

El escollo principal que se había creado era Vox. Pactar con un partido a la derecha del PP hacía poner incómodos a muchos, por lo que pronto Ciudadanos se convirtió en el fulcro de la balanza. Para ser presidente se necesitaba su apoyo y la abstención de otro gran partido (PP para mantener al PSOE, escenario poco probable a los pocos días de las elecciones, o PSOE para encumbrar a su histórico rival). Pero no, esa piel no la iban a vender tan barata. ¿Y qué pasó? Pues que pronto se pusieron unos y otros a blanquear a Vox, comparándolo con otras formaciones de dudoso espíritu democrático pero (y ahí el matiz que aprovechaban) que estaban escorados a la izquierda de la izquierda tradicional. Si los de izquierda pactaban con la extrema izquierda, ¿por qué no (según su interpretación) puede pactar la derecha con la extrema derecha? Con ese argumento terminó de echar el lazo a los indecisos y C's, siempre ávido de poder, le importa poco cambiar de camiseta según sople qué viento.

Por un lado ya sabemos cómo son las políticas del PP y cómo de prepotentes son sus cargos. No van a mejorar Andalucía, de eso ando seguro. Se recortarán algunas libertades, se intentará desprestigiar todo servicio público y se implementarán políticas neoliberales. Por ahí no es la solución a la secular problemática andaluza. Pero hay otro lado que lo considero, esta vez, positivo. Durante cuarenta años el PSOE ha tejido una red institucional casi perfecta, tanto que partido y Junta era indistinguibles. Agencias de colocación y caladeros de votos estaban a la orden del día en la tierra andaluza. Con este cambio de gobierno por fin se arrojará algo de luz sobre las cloacas y empezará una lenta desinfección. Ojo, no es que el PP quiera desbaratar todo eso, no son tan tontos. Lo que intentarán es ordenar algo las cosas para ver cómo funciona y ahí empezar a aprovecharse de ese gigantesco tinglado. La desinfección se dará cuando se levante de la manta y empiecen a estudiar cómo aprovecharse se todo: va a ver un tiempo de dudas, líos e inseguridades. Ahí se resentirá algo el mecanismo. ¿Miedo que el PP haga el clásico 'quítate tú que me ponga yo'? Bueno, es que no veo al PP más de cuatro años en el gobierno, la verdad.

Con cuatro años de coalición y otros nuevos cuatro años los de Ciudadanos van a tener una idea mejor formada de cómo funciona la política andaluza de la Junta. Anque no hayan ocupado cargos importantes ya saben dónde cojea y dónde no el mecanismo. Son ellos los que juegan a largo plazo. Y todo apunta que su próximo movimiento en Andalucía será para quedarse con el sillón de la Junta varias décadas. Y en ese juego da igual crear monstruos (como Vox) o construir improvisadas alianzas. Es lo típico de un partido que su programa electoral solo contiene un punto: gobernar a toda costa.

sábado, 9 de febrero de 2019

Ibarra, la ciudad a la que tengo miedo de volver

Uno de los lemas de Ibarra es que es la ciudad a la que siempre se vuelve. Pero visto lo visto, da miedo tal declaración: es más una amenaza que un bonito reencuentro.

Hace pocos días hubo un feminicidio brutal en sus calles, cerca del centro de la ciudad. Durante horas un hombre retuvo a su novia embarazada con amenazas de matarla. La policía, más espectadora que otra cosa (dicen que están asustados tras la condena de uno de los suyos por usar la fuerza contra un delincuente, pero no sé qué pensar) poco se aventuró y el pueblo, con más morbo que civismo ciudadano, grababa la escena y hacía de espectador de lo macabro. Al final el demente mató a la chica, sumando una muerte más a las centenas que se han sucedido de violencia de género en los últimos lustros en Ecuador.

Hacía pocas semanas que Quito se había despertado con la desagradable noticia de la tortura y violación de una mujer. Hace uno o dos días que violaron en grupo a una estudiante en las cercanías de Ibarra. Gota a gota se sucede esta tragedia y no parece que nadie haga nada por evitarlo, como si fuese algo connatural a la sociedad en que vivimos, un subrproducto que se puede aceptar. Todo mal, porque así no vamos a ningún lado.

Pero el caso de Ibarra tomó un giro muy preocupante, se desvió mezquinamente la atención sobre un gravísimo problema social (no solo endógeno, sino compartido por toda nuestra hipócrita civilización) para echar la culpa al que viene de fuera de todo mal ocurrido. El asesino era venezolano y en vez de indagar sobre la violencia de género afloraron quejas y posturas xenófobas. El problema no fue la muerte, no fue el feminicidio, sino que un venezolano había matado a una ecuatoriana. El pueblo ibarreño salió a la calle a protestar por la presencia de venezolanos, muchos de ellos huidos de situaciones penosas en su país de origen. Poco recuerdan los ecuatorianos que muchos de ellos han migrado a lugares lejanos y han sufrido injustamente discriminación. La turba fue a lugares habitados por venezolanos y los echaron de sus propias casas, conminándolos a abandonar la Ciudad Blanca. Todo esto ha hecho derribar a la gobernadora de Imbabura por mala gestión del caso y por inacción policial. Se han tomado cartas en el asunto aunque a mi juicio todo aún de manera superficial.

Criticar al foráneo es lo fácil porque hacer introspección cuesta mucho y sorprendentemente parece que es un precio asumible seguir ocultando la violencia machista y que paguen justos por pecadores. El presidente Moreno, en vez de clamar por la paz y acallar a la turba, hace loas a la paz inherente de los ecuatorianos y habla de controlar aún más a los migrantes extranjeros. Ese no es el problema, señor presidente, eso es echar balones fuera, es caldear el ambiente y es aprovechar una situación para implementar políticas muy cuestionables.
 
Tristeza es lo que siento ahora. Haber recorrido las calles de Ibarra y conocer a sus gentes durante varios años me ha hecho empatizar bastante. Ver turbas como si nos encontrásemos en las cazas de brujas europeas y norteamericanas del siglo XVII o en plena Alemania del primer tercio del siglo XX ha sido desgarrador. Que muchos estudiantes que conozco apoyen estas razzias (habiendo tenido muchos profesores venezolanos y habiendo tenido tiempo de darse cuenta de que el mundo no es blanco o negro) me hace preocupar en alto grado. 

El tumulto puede haber cesado pero temo que la ira siga latente. Hay mucho resentimiento en la sociedad ecuatoriana, hay mucha ansia de revolver las cosas y no de manera pacífica. Creo que tantos siglos de servidumbre han marcado mucho a esta sociedad y se conserva una violencia latente que no lleva a nada. Y toca reconducir esa ira para transformarla en algo constructivo y que apunte directamente al verdadero problema. Lo bueno que hay voces que no compran las proclamas manidas de xenofobia, hay voces que inciden en el verdadero problema de la violencia machista y hay voces, a pesar de que sean reprendidas, que claman por una verdadera paz, convivencia y actitud feminista. Aún hay esperanza.

domingo, 3 de febrero de 2019

Diario de Viaje: Tayrona en Vereda Cañaveral (Enero de 2017)

Últimos pasos en Colombia. Con ganas de empaparnos del Caribe y su vegetación quisimos pasar la noche (suerte hubo que conseguimos lugar) en un grupo de casas cercanas a una de las entradas del parque Tayrona. Por la noche la cantidad de ruidos de la selva es espectacular y tuvimos que poner el ventilador para enmascarar el ruido. También muchos bichos pululando por aquí y por allá. Comida en un puesto en mitad de la ruta para rellenar el estómago y dormir cuanto pudiésemos.

Por la mañana la cola de la entrada era enorme pero finalmente pudimos sacar nuestros boletos y, en vez de pedir taxi que nos llevase a la playa, dar un enorme paseo para ir calentando motores selváticos. Eso sí, lo malo que tiene Colombia es que, para mí, su espíritu liberal lo empapa todo. O sea, el parque natural estaba lleno de chiringuitos y tiendas donde se asaba comida. No sé, para mí un paraje natural ha de ser lo más virgen e impoluto posible. Olores a fritura y basura, junto a innumerables bostas de caballo (que podías contratar uno para que te llevase de un lado a otro) inundaban algo que debía ser preservado lo más posible. En eso aplaudo las políticas de Ecuador, donde las tiendas, pocas, están justo a la entrada y nada más una vez que franqueas la puerta.

El camino del parque te lleva justo por medio de la selva, donde vendedores de agua de coco de origen, quizás, tairona, intentan ganarse algo de dinero. Hubo ascensos y descensos hasta llegar a la primera línea de playa, la cual era imposible de bañarse por el oleaje tan violento que tenía. Pero bueno, era la primera parada para desayunar de nuevo y disfrutar del paisaje.

Seguimos hasta la playa del Arrecife donde nos sentamos a disfrutar de nuevo del espectáculo y ver cómo en la desembocadura de un riachuelo asomaban la nariz unos cocodrilos. Al poco pudimos parar en la playa Piscina, con oleaje más tranquilo y donde pudimos bañarnos y disfrutar del lugar.

Última parada en playa del Cabo y en el cabo de San Juan del Guía. La playa está al lado del cámping y hay más gente pero las vistas son espectaculares. Y la subida al mirador del cabo no tiene desperdicio. La lengua de tierra que une dos playas y termina en el cabo va estrechándose y terminan por casi conectarse con marea alta. El paraje es paradisíaco, de verdad. Grandes piedras redondeadas por el mar, vegetación impresionante, arena clara y mar bravo. Un espectáculo de la naturaleza.

sábado, 2 de febrero de 2019

Diario de Viaje: Palomino en Dibulla (Enero de 2017)

Nada mejor que en Año Nuevo despertarse temprano (eso sí, sin resaca) y pasear en una ciudad que está como desierta. Llevo ya haciéndolo algunos años y es una maravilla, la verdad. En este caso pronto nos subimos al coche y empezamos a bordear la costa, parando en algunos lugares para ver el mar bajo acantilados y sentir el viento salado.

Por el camino vimos bastantes ríos donde las familias pasaban la mañana entre algarabías y gomones para bajar las aguas transparentes. Eso sí, casi todas las familias de varios hijos aprovecharon para ocupar todos los ríos y estaba todo abarrotado.

En Palomino, que ya estaba en la región de La Guajira (Santa Marta pertenece a Magdalena) pudimos parar en un aparcamiento grande e ir recorriendo las casas llenas de chiringuitos. Las comidas de pescado y los zumos de frutas exóticas pululaban por doquier. Al final de tanta saturación llegamos a un lugar donde eran conocidos de Tatiana y nos reservaron un lugar, donde pudimos ponernos al día en las redes sociales y disftutar de un excelente postre.

Pero lo bueno de Palomino es la playa. Está en pendiente pero es muy extensa y con arena muy blanca. Unos baños rápidos y mucho paseo (que en la arena termina agotando mucho, en serio). Al final llegamos a la desembocadura del río Palomino y pudimos tomarnos unas fotos en esa encrucijada entre río, playa y mar. Una gran experiencia y bastante relajante.

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...