viernes, 26 de diciembre de 2014

Diario de Viaje: San Miguel de Urcuquí (Septiembre de 2014)

Pues, como es evidente, había que ir visitando nuevas localizaciones de la provincia de Imbabura. Y como es natural tocó el lugar de trabajo: Urcuquí.

Realmente Urcuquí es un pueblecito con calles llenas de gente mirando pasar la vida y con la atracción de una plaza central con su iglesia y su jardín con la escultura de San Miguel luchando contra Lucifer. Y los sitios de administración pública del lugar. Poco más que contar a excepción de su cementerio, con construcciones raras, tipo balcones y corazones. Sí, muy raro.

Yachay queda a menos de tres kilómetros de Urcuquí. Sigue siendo del término municipal pero la universidad está enclavada entre montañas y valles y aprovecha los restos de la Hacienda San José, que creo que eran lugar de descanso del primer presidente de Ecuador, aunque no se me puede hacer mucho caso. Las plazas al estilo andaluz con sus fuentecillas son muy relajantes. No tanto como los desniveles hasta las zonas que servían para procesar el azúcar que es donde está la biblioteca y las zonas más novedosas.

Y como es patrimonio la Hacienda, las casas para vivir no pueden ser tocadas, ni siquiera por una chincheta. Lo bueno de otro sitio, las antiguas caballerizas, es que una de las paredes es solo vidrio, que da a un paseo que desemboca en un tupido bosque, lugar donde está el caserón del rector. Acequias y norias adornan aún más el paisaje.

martes, 23 de diciembre de 2014

Alfonso XII y el gabarrero

Esta anécdota es muy similar a una ya muy famosa donde Alfonso XII se dirigía hacia Palacio acompañado por alguien, o por el cochero que lo llevaba hacia allá. Pero siempre queda bien referir anécdotas del Pacificador. Incluso hay varias referencias que esto no le pasó a él, sino a su hijo Alfonso XIII.

Parece ser que el Rey, en una de sus famosas y prolongadas cacerías por los montes, se perdió en El Pinar. Era normal que fuese a cazar solo o acompañado de algunos amigos, pero no muchos. Y es que lo usaba como excusa para reflexionar y escribir su diario de caza, además de toparse con otros cazadores o ganaderos y compartir buenas y sencillas experiencias, a sabiendas que no lo reconocían. Vagando por el bosque se topó con un gabarrero, ocasión que aprovechó para orientarse:

-¿Sería tan amable, buen trabajador, de indicarme cómo volver a La Granja?

El hombre, buen conocedor del terreno, se lo indicó:

-Llegue por aquí hasta el Puente de Navalacarreta y verá la carreterá. Sígala y llegará a La Granja.

El Rey le agradeció con mucha cortesía las indicaciones, pero algo escocido porque no había sido reconocido dijo con aires de grandeza:

-¿Sabe con quién está hablando, gentilhombre? Soy el Rey de España.

Acto seguido irguió la cabeza a ver si lo reconocía por algún retrato o las monedas, Con los ojos entrecerrados esperó una laudatoria, Pero el gabarrero, cortó por lo sano lo que creía una broma:

-¡Ah, sí! ¡Y yo soy el Obispo de Segovia!

domingo, 21 de diciembre de 2014

Ébola en el Reino de España

Susto monumental. Y que me digan que no. Pero nos hemos salvado por los pelos, la verdad. Y todo esto ha sido por una soberana estupidez del Gobierno (que no son pocas ya), con tal de congraciarse aún más con la Iglesia Católica. Y para ser sinceros, ha puesto contra las cuerdas a la sociedad española.

Este 2014 ha sido el año del ébola, ha vuelto con una virulencia brutal y desastrosa. Varios países afectados y los muertos podían contarse al día por decenas. Parece que el foco esta vez salió de un funeral de un religioso africano, que pudo estar en contacto con los murciélagos portadores de la enfermedad. Los gestos efusivos de los concurrentes procedieron a la expansión del virus, cuya tasa de mortalidad es una de las más altas. Y entre pocas medidas higiénicas y que muchos creían que era algo falso y más bien una herramienta de dominio gubernamental, se expandió a más no poder.

Y mira por dónde que afectó a religiosos y colaboradores españoles. Y como alguno de ellos era blanco la noticia saltó a las portadas. Sí, algo hipócrita esta sociedad. Pero España no tuvo otra gran idea que hacerse la Estados Unidos del continente europeo. Decidió imitar a la primera potencia mundial y traerse a infectados para cuidarlos. Pero claro, años y años de recortes en sanidad e investigación terminan haciendo mella. Se usaron protocolos estúpidos y a imitación de las películas de humor de los 80. El Carlos III no estaba preparado para afrontar un caso así, por muy buen hospital que haya sido en el pasado. Todo por congraciarse con la religión más poderosa del Reino. Una vergüenza, vamos.

Y no solo porque trajeron a España un vector de la enfermedad, cosa que debería estar prohibida por leyes internacionales. Si hay una enfermedad peligrosa lo mejor es controlarla, delimitar su radio de acción, no hacer al contrario. Además, llevar al enfermo a Madrid, ciudad perfectamente conectada por cualquier rincón del país y con una población nada desdeñable. Evidentemente, el paciente murió.

Pero la vergüenza no terminó aquí. Al tiempo una de las enfermeras presenta los síntomas. ¡Tras haberse ido de vacaciones! Tiene fiebre e indica que puede ser ébola, ¡y el hospital la devuelve a casa! Un fallo, un error de protocolo, un descuido, y casi se deja desierto al país en unos meses. Pudo haber estado en contacto no solo con su familia, sino con multitud de desconocidos y la expansión podría haber sido terrorífica. Pero por suerte supo aislarse cuando aparecieron los síntomas, y por suerte en el periodo de incubación no se puede transmitir ébola. Y que se sepa hasta ahora, por aire es imposible. Pero otra vez el temor a la pandemia, a la chulería temeraria de Rajoy y Mato, que no dimitía por nada del mundo. Terror y espanto entre los españoles. Pero más a contagiarse era porque iban a matar a un perro (cuando lo mejor era estudiarlo para ver si los perros pueden ser fuente de contagio; para nada dejarlo tranquilo como pedían muchos insensatos). Sí, hipocresía total de la sociedad española, que le importa más un cánido que los miles de muertos humanos que ya hubo en África. Terrible cómo muchos banalizan la condición humana, como en las peores épocas del siglo XX.

Pero esta vez hubo final feliz. Fármacos nuevos, hidratación continua y la enfermera se libró, al igual que su familia más directa. Un asco que políticos empezaran a culparla como si fuese idiota, cuando fue su soberana estupidez la que trajo todo este desaguisado. Un Partido Popular que quiere hacernos creer que todo lo malo ya fue dejado antes de 2011 o por otros cortos de entendederas. ¿Responsabilidad? Nunca.

Pero sabiendo cómo es el español, de seguro que no se habrá aprendido nada y caeremos de nuevo en el mismo error. Y puede que esta vez la suerte no esté a favor.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Diario de Viaje: San Miguel de Ibarra (Septiembre de 2014)

Nueva etapa vital. Nuevos desafíos y nuevas vivencias. Y con algo de temor, para qué engañarnos. Pero con ganas de volver a trabajar y cambiar de aires, puesto que la situación en Argentina se había hecho insoportable.

Lo primero fue la histeria de conseguir documentos y legalizarlos. A veces como que no daba tiempo necesario, pero lo logramos. Y aunque salí a una hora más tardía de lo que indicaban como óptimo llegué en un bus enorme y solo ocupado por dos, hasta Ezeiza y me puse a esperar. Y esperé más de la cuenta, puesto que una intensa lluvia con tormenta electrizó toda la pista y no se podía repostar. Pero al final hubo suerte y sobrevolé los Andes y me maravillé con esas formas. Un paso rápido por Guayaquil y terminé en un bus de miles de colorines chillones que me dejó cuatro horas después en Ibarra, de algo más de cien mil habitantes.

Lo primero que hice fue comer algo, por lo que salí del hotel y busqué dónde seguía algo abierto. Me impactó la poca iluminación. Muy tétrico. Y eso de que no enluzcan los laterales de los edificios y los miles de cables colgados me preocupó. Pero a la mañana todo cambió. El farallón ibarreño, los prietos montes me maravillaron, con el nevado Cayambe al fondo. Y eso que no había visto al Imbabura en todo su esplendor. Majestuoso y con ese imponente cono volcánico. Uno no se cansa de mirarlo. Y es que cambia la posición del sol y cambia la forma y se resaltan nuevos detalles. ¡Y por fin sol y calor!

Paseé por el centro, que es como un improvisado e imponente centro comercial. Y el mercado aún más. Trazado y pinta española. Y más con sus placitas ajardinadas con árboles encalados hasta la mitad. Las iglesias son las típicas criollas y el paseo me llevó hasta el parque Ciudad Blanca, que antes era un antiguo aeropuerto. Ahora es un paseo inmenso y largo, con multitud de zonas, puentes y fuentes. De recibo entrar en los centros comerciales y observar el arcángel que está sobre uno de los montes. Y el tema de comidas, pues se te vuelven locos los ojos, para qué negarlo. Visitar la zanja donde se esconde el río Tahuando es un espectáculo de vegetación, típico en Ecuador. Y comer las nuevas y exóticas frutas no tiene precio.

jueves, 11 de diciembre de 2014

La agitada vida de al-Afgani (4/4)

En 1895, tras las acciones de al-Afgani por evitar que sus adeptos fueran exiliados le visitó en Estambul Mirza Riza Kirmani, un iraní que era su devoto seguidor. Kirmani había estado varios años preso por actividades en contra del gobierno y lo primero que hizo al ser liberado fue visitar a su mentor. Parece ser que en tal reunión se forjó una idea: asesinar al Shah, ya que las tensiones entre el monarca y al-Afgani eran ya insoportables y Kirmani estaba tan convencido de sus ideales que la idea de volver a Persia y cometer magnicidio no le eran tan extrañas. Dicho y hecho, de vuelta al territorio iraní se hizo con una pistola y cuando Nasir al-Din se encontraba visitando un santuario a las afueras de Teherán disparó varias veces contra él. Así finiquitó su reinado y las rencillas con su mentor, mientras este preparada el medio siglo lunar de su gobierno, el 1 de mayo de 1896.

Pero Persia no podía soportar tal noticia y los hechos se ocultaron un tiempo, el suficiente hasta que la brigada de cosacos tuviera controlada la situación y los disturbios que podían suceder pudiesen ser rápidamente abortados. Y Amin al-Sultan tuvo buen acierto en llevar a cabo este movimiento. La razón era que se esperaban trifulcas y combates por el trono, debido a la debilidad del heredero, Muzaffar al-Din. Su hermano, Zill al-Sultan, gobernaba desde hacía algún tiempo un extenso territorio alrededor de Ispahan y su poder se había acrecentado. Muchos apostaban por él como nuevo Shah, pero terminó apoyando el orden sucesorio cuando vio que Rusia e Inglaterra no apostaron por él, sino por Muzaffar.

Cuando la cuestión sucesoria fue resuelta se ejecutó al regicida Mirza Riza mediante la horca y se pidió con denuedo la extradición de al-Afgani y de sus tres fieles seguidores, aún prisioneros en Trebisonda. El Sultán turco jugó sus cartas diciendo que no podía entregar a al-Afgani, puesto que era afgano y la jurisdicción iraní no le afectaba en lo más mínimo. Pero sí que fueron entregados sus acólitos, inocentes del plan de magnicidio. El príncipe Muhammad Ali Mirza se encargó de recibir a los tres prisioneros y ejecutarlos sumariamente en la localidad de Tabriz. Sin embargo, las acciones de al-Afgani no se prolongaron más tras este golpe, puesto que un cáncer se apoderó de él y lo consumió de a poco, llegando su fin en el año 1897.

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...