martes, 9 de junio de 2015

Breve biografía de El Pacificador (1/4)

Bueno, para refrescar la memoria nada mejor que retomar unos retazos biográficos de Alfonso XII, que a estas alturas todos saben, que es uno de mis referentes. Pero tantas cosas que hacer no le dan tiempo a uno a centrarse en todo lo que desea y, también ya lo saben a estas alturas, tengo épocas en las que me aproximo más a ciertos referentes y en otras a otros.

Rafael Fernández Sirvent nos habla de un 'reinado inacabado' debido a los pocos años de actividad regia de Alfonso XII, así como su muerte a cortísima edad. Sin embargo, fundó los cimientos del actual régimen monárquico con control parlamentario y en 1876 nació la Constitución más longeva de las que tuvimos. A esto, se le unió el influjo legendario y romántico de su persona, quedando para siempre en el acervo popular como El Pacificador, el apodo que la prensa oficial logró consolidar.

El 28 de noviembre de 1857 nace don Alfonso, hijo varón de la reina doña Isabel II y es automáticamente nombrado como Príncipe de Asturias. Ya su venida al mundo estuvo rodeada de polémica, puesto que muchas fuentes coetáneas afirman la homosexualidad del consorte de la Reina: don Francisco de Asís. Ya desde el embarazo se sospechaba que el verdadero progenitor era el oficial del cuerpo de ingenieros Enrique Puigmoltó. Esto fue aprovechado por los sectores contrarios a la dinastía Borbón para robar legitimidad a esta y resaltar el rol licencioso de la Reina. Puigmoltejo fue el primer sobrenombre del Príncipe. El 7 de diciembre de 1857 fue bautizado, teniendo como padrinos al papa Pío IX (representado por monseñor Berili) y a su hermana Isabel, la Chata.

Los que convivieron con don Alfonso lo describen como serio y muy responsable para la edad que tenía y con tintes de genialidad. Sus ojos, de color castaño, emanaban serenidad y podían transmitir multitud de emociones. Aunque su altura era menor a la media, sus facciones cautivaban a los que le rodeaban, unido esto a su amabilidad, bondad, ocurrencias y ocultación de su orgullo. Por otro lado, de todos es sabido su precaria salud, ya desde muy pequeño poniéndolo entre la espada y la pared. Los baños en el mar y la práctica de gimnasia y varios deportes (cosas de moda en la burguesía de la España de segunda mitad del XIX) serán sus primeras recetas para recobrar la salud.

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