lunes, 29 de noviembre de 2021

¿Y ahora? Leganense

 Pues ni un año hemos aguantado en Fuenlabrada. Y me da pena porque aunque el barrio no fuese el mejor me sentía cómodo en él y aún me quedaba mucho por conocer de esta ciudad. Pero bueno, vivir en un bajo tiene sus riesgos (aunque siempre hay alguno disponible y casi siempre admiten perros o no son quisquillosos por los contratos temporales sucesivamente encadenados). La verdad que el movimiento del bar no me inquietaba mucho pero sí el grupo que se ponía junto a la ventana hasta altas horas y que veías que tenían de vez en cuando una cierta actividad altamente sospechosa. En estos casos, por desgracia, no se negocia y quedan dos opciones: o tragas o te largas.

Sí, el cinturón sur madrileño ni tiene los mejores paisajes ni tiene un encanto per se. Sin embargo, es verdad que el fuenlabreño tiene un cariño especial por su ciudad y eso termina notándose. No tiene muchos parques y casi todo son bloques aquí y allá, pero tiene algo que te atrae y te da ganas de seguir conociéndola. Sus bares, sus eventos, la vida de barrio, no sé, hay algo especial en todo ello.

También va a ser que, salvando las diferencias, me pasó lo mismo que con Nantes: siento que no completé el ciclo y que mudarme me deja algo inconcluso. La verdad es que el cambio no ha sido a peor y Leganés está muy cerca, por lo que puedo seguir explorando de vez en cuando la ciudad de Fuenlabrada hasta completar el ciclo (o rellenar los huecos que mi inconsciente dice que faltaban por rellenar).

Por otro lado, Leganés es una buena opción. Ya cuando visitábamos esta zona para ver de mudarnos nos pareció la ciudad más equilibrada en cuando a parques. Los barrios son como siempre, repletos de viviendas, populosos, multitud de culturas conviviendo y un deje de ciudad dormitorio que aún no puede quitarse. No encuentro ese encanto oculto o ese cariño de sus habitantes. Lo tienen, sí, pero es diferente. En Leganés al menos puedes moverte fácil a pie y recorrer la gran cantidad de zonas verdes que tiene y eso es algo de agradecer. El bajo (¡otro bajo!) poco a poco ha ido calmándome y demostrándome que no iba a ser otra repetición de lo vivido el año pasado. Bien construido, con una interesante disposición y algo más grande. Una plaza y las salidas bien cerca. Mi mujer más cerca del trabajo y yo casi a la misma distancia. En cierto sentido estas ciudades del cinturón sur se parecen pero cada una tiene una característica que la hace diferente.

Veamos qué deparan los meses siguientes, la relación con los vecinos y la administración. Por ahora en mis paseos quiero recorrer y aprender de la idiosincrasia del lugar y poder aportar cierto grano de arena en la región que me acoge.

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