Para el cumpleaños de mi mujer varios amigos organizamos una comida campestre en un lugar un tanto curioso, pero es el que teníamos más cerca, pues estamos desperdigados, para variar. Hicimos una copiosa compra y llegamos a este pueblo. Para nuestra sorpresa estaba a rebosar, como una feria o algo así y apenas pudimos callejear.
Nos pusimos como objetivo aparcar en otro lado, algo lejos del lugar por si volvía a estar atestado. Evidentemente, ya no había abarrotamiento pero al menos pudimos caminar un poco para ver los restos de las murallas árabes del pueblo y unas plazas curiosas con nombres de galardonados con premios Goya.
También impresionó el puente romano cercano al área recreativa de La Chopera y la frondosidad del lugar. Comimos bastante bien y recibimos varios chaparrones. No estábamos preparados para este cambio de tiempo pero por suerte solo fue un rato y no nos calamos. Salió el sol y terminamos la tarde en el chiringuito cercano al riachuelo Caz de Riego, un brazo del Jarama. Lo pasamos bien, la verdad.
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