De camino a Braganza decidimos tirar por carreteras secundarias para acercarnos a la autovía en un lugar más oriental. Retroceder hasta Oporto de nuevo no estaba en nuestros planes. Tampoco queríamos llegar tarde y por si las moscas paramos en Vieira do Minho para repostar y comprar comida. Nos quedamos a las afueras y no pudimos disfrutar de muchos detalles. Ya se sabe que los arrabales de cualquier pueblo que tiene polígonos industriales se parecen mucho entre sí.
Eso sí, los caminos que rodeaban otro embalse, el de Ermal, tenían muchos pueblos pequeños y de piedra, muy bonitos y evocadores. Los bosques caducos y llenos los troncos de líquenes daban un aspecto de cuento de hadas. Es zona montañosa y vas llegando hasta la autovía (fallé en el desvío y fuimos sentido Oporto un rato hasta encontrar una salida). Y cerca de Braganza la niebla y la noche lo invadieron todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario