viernes, 6 de febrero de 2015

Otra más de 'wagneradas'

Si no lo sabíais, os lo confirmo, nunca me terminó de gustar don Francisco Sosa Wagner en UPyD. Fue traído como un fichaje 'mediático' envuelto en fanfarrias y aplausos. Como si trayendo a una figura te bastase para ganar más votos. Eso sí, por el común de la gente no era tan conocido. Sin embargo, en el sector político era una figura de peso, puesto que había estado envuelto en la creación de la Constitución de 1978 y había evaluado la tesis (con sobresaliente) del que llegaría a ser Presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero.

Sosa Wagner siempre ha sido un germanófilo, con posturas de inculcar en España lo que funciona en Alemania, sobre todo su sistema federal. Está bien querer una España federal, pero hay que ver qué elementos alemanes pueden usarse y cuáles no, puesto que calcar algo que fue concebido con otra idiosincrasia no funciona del todo la mayoría de las veces. Si no, recordemos la democracia a la estadounidense que le dejaron a Irak tras la guerra, sin adaptaciones. ¿Resultado? Un país fragmentado con luchas político-religiosas y gran parte del país independizado en el Estado Islámico y los kurdos a dos pasos de lo mismo. Pero bueno, todos pueden opinar y listo, no hay nada malo en ello si se dialoga con respeto.

Sin embargo, a Sosa Wagner pronto se le subió el éxito a la cabeza. Petulante a más no poder, consiguió el acta de eurodiputado y se movió a sus anchas, con muchos éxitos y algunos puntos oscuros (presuntos fallos de votación en contra de los homosexuales y a favor de viajar en clase preferente y no en turista). Defendió posturas con un pepino en la mano, pero con tal tembleque que todos vieron que era una postura forzada más allá de sus límites, que no era así y no sentía eso. En el fondo podría tener incluso un alma de cobarde. Cosa que demostraría en el futuro. Sin pena ni gloria volvió a ser candidato principal al Europarlamento. Ganó, y no por méritos propios, sino porque fue apoyado y bendecido por la cúpula del partido que, por cierto, se ufana de total democracia interna pero olvidan que se vicia si apuestan y publicitan más a un candidato que al resto. Lo malo es que no fue solo, sino con un equipo más, por lo que ya no podía campar a sus anchas. Es más, parece que no le dejaron elegir equipo de asesores y montó en cólera. Típicas luchas de poder, vamos. Y la falta de autocrítica, muy tradicional esto en Unión Progreso y Democracia, dio el toque fatal. Nunca reconocer errores propios y hacerse la víctima eterna no es la solución. Criticar a todos porque hacen lo que hubieses hecho tú tampoco es para alegrarse. Bajar en votos y que nuevos partidos te arrollen es para pensárselo, para saber en qué se falla al comunicar.

Apoyos a sectores no recomendables y la apuesta por un nefasto Presidente (y a un Cañete con serio conflicto de intereses), dejaron a Sosa Wagner en una posición delicada. ¿Su táctica? No hablar en el seno del partido y airearlo todo por cartas a los periódicos. Pero don Francisco sabe lo que hace. Bastante bien, por cierto. Aprovechando unas voces que pedían el acercamiento con Ciudadanos hace un fuerte llamamiento para que esto tenga lugar. Olvida que en el Congreso del partido nunca habló del tema, presidiéndolo y todo y que en declaraciones de 2014 ya se oponía a un acercamiento con C's. ¿Cambió de opinión? Es algo respetable, pero me parece que no cambió de opinión, sino que usó este envoltorio para cargar a la directiva del partido con su dardo envenenado: los tildaba de autocráticos por no dejarle hacer a su antojo. Evidentemente, la dirección montó en cólera y él aprovechó para decir que le atacaban por el envoltorio (o sea, por proponer pacto con C's), desviando así la atención del ataque verdadero. Por mucho que le dijesen que lo atacaban por el tema de presunta falta de democracia, él insistía que no, que era por el pacto. Un gran jugador, sí señor. Eso hay que reconocérselo.

Como nunca desveló el motivo por el que aducía fallas democráticas (porque vería la gente que sería al negarle actos egoístas), pronto le taparon la boca. Si el problema era que UPyD se negaba a fusionarse con C's, se hizo en septiembre unas reuniones relámpago para pactar procedimientos de fusión y votaron mayoritariamente. Sosa ahora estaba desnudo. Se habían comido el envoltorio y ya no podía quejarse de que lo atacaban por eso. Ahora todo el mundo sabría que lo atacaban por mentiroso y manipulador. Así que empezó a dinamitar la relación con el partido, a desoír directivas y a faltar a reuniones. El partido le retiró la portavocía y pronto dimitió con varias patadas enfurruñadas, las cuales surtieron poco o ningún efecto. Wagner había desaparecido, pero aprovechando de dejar abierta una profunda herida en el partido: las respuestas furibundas de Lozano y Gorriarán, haciendo ver a la opinión pública que UPyD tiene en sus filas gente sin escrúpulos y capaz de sacarte la piel a tiras si dices una palabra que no gusta. En lo personal, que un político votado deje de cumplir el programa por el que lo votaste es suficiente razón para mandarlo a paseo, pero el escarnio que le hicieron dejó con muy mala prensa a UPyD. Suerte que para estos comicios voté a otra formación.

Sosa ahora estará lamiéndose sus heridas. No llegó a ser la deidad que él imaginó para sí, pero a cambio ha dejado tambaleante a su antiguo partido. Ahora Maura, que bebe de sus doctrinas, es la astilla europea de UPyD, que clama por una coalición con Ciudadanos. De bajísimo perfil, sospecho que él se ve como la reencarnación de su abuelo el Presidente.

Las encuestas dan puntos cada vez menos favorables a UPyD, que no sabe cómo recuperarse de estos sustos. Saben que hacen las cosas bien y correctamente, pero fallan estrepitosamente al comunicarlas, al hacerlas amigables al ciudadano de a pie. Hoy, en plena crisis, este quiere obviar las buenas formas e iniciar procesos rupturistas. Desgraciadamente no cala el mensaje de reformar las instituciones, pero desde las instituciones y siguiendo la legalidad vigente. A la gente le encanta los cantos de sirena. Y mientras, Sosa Wagner tiene su castigo: cada día hay menos gente que se acuerda de él como figura política española.

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