miércoles, 3 de febrero de 2016

Rajoy, el tramposo

Son consecuencias del bipartidismo derruido y de que se ha olvidado la sociedad de cómo funciona el parlamentarismo, políticos incluidos.

Ni teniendo a mano el artículo 99 la gente parece entender. Ya dije que como mucho votas a los candidatos a diputado/senador correspondientes a tu provincia, no al candidato que te vende la propaganda del partido. Una vez conformadas ambas cámaras los partidos con representación deciden elegir un representante para entrevistarse con el Rey. Este representante incluso no tiene por qué ser el candidato que elige cada partido para la Presidencia del Gobierno. El Rey, tras entrevistarse con todos los partidos de Congreso y Senado propone un candidato y se lo comunica al Presidente del Congreso, quien debe hacer el anuncio a estos, ya que sus votos son los que dan la confianza (o no) al candidato. Si tras la primera prueba no consigue mayoría absoluta, puede volver a presentar su programa 48 horas después. En este caso, si consigue aunque sea mayoría simple, queda investido de la confianza de la cámara baja y el Rey lo nombra Presidente del Gobierno.

Si bien es Felipe VI quien postula un candidato, su elección es refrendada por el Presidente del Congreso. Aun así, cualquier veleidad o capricho pronto es destruido por los votos de los diputados. Es por ello que su labor consiste en indagar las intenciones de los partidos con representación parlamentaria. Si encuentra un consenso unánime (lo más raro) o que muchos apoyarían la candidatura de tal o cual persona, es el paso más lógico proponerlo como candidato. Si la cosa no es tan sencilla, el siguiente paso natural es proponer al candidato del partido que más votos haya obtenido. Durante todo el reinado de Juan Carlos I ambos casos coincidían en la misma persona (bueno, le pongo reparos a Aznar en 1996, candidato del partido más votado pero no apoyado al principio por el resto de fuerzas políticas) pero esta es la primera vez que hay que indagar en serio.

Tras la primera votación de investidura corre el tiempo de dos meses. Si en ese intervalo no consigue la confianza ningún candidato, las Cortes Generales son automáticamente disueltas y se convocan a nuevas elecciones. Es por eso que el proceso regio de consultas va con lentitud y ha de tenerse al menos una idea más o menos vaga de por dónde empezar.

Creo que Felipe VI tuvo un gran error al preguntarle a Mariano Rajoy si estaba dispuesto a ser candidato. La lectura del artículo constitucional no contempla que alguien decline tal responsabilidad. Por sentido de Estado uno ha de aceptarlo, aunque las cosas no vayan tan claras a tu favor. Rajoy se burló de la Constitución y de las instituciones estatales al mirar más su interés electoral y personal. No sé si esto rozaría el grado de traición, algo contemplado en la Carta Magna incluso para el jefe del Ejecutivo (esté en el cargo o esté en funciones). Digo que el Monarca se equivocó por educación o deferencia. Tuvo que atenerse a lo que dice el artículo: llegar a una conclusión y comunicársela al Presidente del Congreso, Patxi López. Cuando el Presidente comunica a los diputados el nombre es el justo momento en el que se toma consciencia de quién ha sido propuesto. En ese caso, entiendo, no hay declinaciones que valgan. O agarras los papeles y subes al estrado a proponer tu programa o programas una fecha para ese mismo suceso. Rajoy no tuvo que saber que él era el candidato (aunque todo apuntaba que sería él) en Zarzuela, sino una vez que la Cámara Baja estuviese reunida para el anuncio que llevaría a cabo López.

Gastada la primera ronda, rápido se inició la segunda, quizás más enfocada en insinuar por parte del Monarca qué otras opciones verían con buenos ojos los políticos. Quizás unos ánimos en pos del consenso se escucharon en esta ronda. Quizás ahora hubo algo donde rascar y la propuesta de Pedro Sánchez como candidato sea sólida. Las votaciones de confianza lo dirán.

Es más, el tema de agradecer y declinar, si todo candidato lo llevara a cabo, ¿no prorrogaría eternamente esta situación transitoria? ¿No llegaría a ser como un golpe de Estado encubierto? El Gobierno en funciones seguiría así sine die. No sé si se pueden disolver las Cortes anulando las elecciones democráticas por mucho que esa idea les guste a PP y Podemos. Ahora más que nunca necesitamos a políticos con visión de Estado y diálogo, mucho diálogo. Es más, Rajoy jugó una sucia carta diciendo que no se había retirado y que esperaba a otro turno. Tal desplante al declinar y tal soberbia en esas declaraciones es para que quede automáticamente descartado de otras hipotéticas siguientes rondas de consulta.

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