miércoles, 15 de marzo de 2017

Desengaño, segunda parte

En los inicios de este blog, mejor dicho, del blog hermano de dominio .es que empezó a ir mal, tuve mis primeras reflexiones funestas, tristes. Sobre todo era porque cada vez que volvía a España era una mezcla de sentimientos, sobre todo los de amigos y familiares que cada vez hacían menos por quedar, por saber de ti. Y los meses que pasaba en Argentina cada vez menos se contactaban. Algo de culpa he de confesar que tuve, pero pasó con mucha gente a la que uno supone esencial en tus círculos. Como que si no eres rutinario se adaptan rápido a la rutina y no hacen nada por intentar mantener el vínculo.

Bueno, he de abogar que no pasó con todo el mundo eso. Siempre hay gente que lucha y se desvive por mantener el vínculo y siempre se lo agradeceré. Finalmente vi que es un tema incluso altamente estudiado y que es normal verse en medio de todo, en todos sitios pero en ningún sitio. No terminas de ser uno más en la sociedad de destino y la idealización de la sociedad de origen solo son fantasías. Aunque parezca que nada cambia, todo cambia. Y te dejan fuera del partido. No hay que echar la culpa ni crear odios, las cosas son así, poco más.

Estaba preparado para que eso también pasara en Argentina. Pero fue antes de lo imaginado. Esta última visita me ha sido agridulce. Gente con la que solías quedar como que ni hizo esfuerzo en reunirse y algunas personas como que tras los saludos iniciales ya notabas que estabas importunándole. Amigos, colegas, que los veía esenciales y que les guardaba un gran cariño han hecho nuevas rutinas y quedas fuera de ellas. Esta vez no voy a enfadarme, tampoco a decepcionarme. Al menos una reunión anual puede ser hablando de temas intrascendentes. Pero sigue siendo triste. Fueron varias personas, pero así es la vida, ¿no?

Eso sí, aún queda gente que quiere saber cómo estás, qué ha sido de tu vida y gente que está ahí y que periódicamente se intenta comunicar para mantener el vínculo. Eso es lo que hay que aprovechar. Hay que aceptar la accidentalidad de la vida, que hay temas que vienen y temas que van, pero siempre queda un rescoldo al cual darle vida y mantener el fuego de la amistad.

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