sábado, 18 de marzo de 2017

Diario de Viaje: Puerto Ayora (Mayo de 2016)

No podía ser descartado este enclave natural, las Islas Galápagos son dignas de visitar al menos una vez en la vida y darse a la imaginación para pensar cómo Darwin, pasando de isla en isla, pudo concebir su teoría de la evolución.

Llegar no es sencillo. Ya desde Quito te obligan a pagar ciertos impuestos para preservar el archipiélago. Y revisiones tras revisiones. La parada técnica en Guayaquil antes de internarse en el Océano Pacífico y aterrizar bajo un excelente clima en la Isla Baltra, bien llana, bien desértica y con matorrales y ruinas de antiguas edificaciones abandonadas. Empujones y más colas para pagar más impuestos. Revisión de documentación incluida a pesar de no haber salido de Ecuador. Bien, el transporte nos llevó hasta un pequeño embarcadero, necesario para llegar a la Isla Santa Cruz, a cinco minutos. Después, un largo recorrido por la isla para atravesarla de norte a sur con algo de vegetación más espesa y un clima más benigno. Increíble en tan poco espacio. Ya llegados a Puerto Ayora, nada del otro mundo, arquitectura ecuatoriana pero con unos adoquinados de la avenida que lleva al puerto bastante atractivo, pudimos descansar un poco en el hotel. Tras el breve descanso y la típica comida basada en frutas y pescado nos embarcamos de nuevo en una lancha para ir a la Playa de los Alemanes. Buena temperatura del agua, arena blanco-amarillenta y lobos marinos por doquier. En el paseo incluso atravesamos estanques salinos con formaciones bastante enormes, muy curioso. El final de la ruta nos llevó hasta Las Grietas, un diminuto brazo de mar encajonado en un acantilado. Muy hermoso para nadar y bucear, ya que el agua es muy transparente y puedes avanzar sin problemas hasta una zona de rocas. Pero cuidado con los cangrejos que moran por allí. Buenos momentos de relax y más si antes de embarcar paras un rato en un bar y tomas daikiris junto a iguanas y enormes pelícanos (perdón si no son, pero poco biólogo soy).

A la mañana siguiente tocaba la gran caminata hasta Bahía Tortuga. La caminata es espectacular, media hora en recorriendo un camino adoquinado en mitad de la selva. Silencio, avistamiento de algunos pájaros curiosos, nada de viento y árboles que no parecían árboles, como si fuesen un cactus gigante que perdió algunas de sus hojas. No sé cómo explicarlo, pero era bien curioso. La playa es hermosa, aunque con un oleaje brutal. Podías internarte mucho sin apenas hundirte y con la poca gente que había le daba un aspecto paradisíaco. Caminatas y caminatas para ver las iguanas. Sorteando la pequeña península llegabas a otra playa, menos espectacular, pero sin un oleaje tan terrible, así que te podías bañar y matear sin problemas. Lo malo fue que nos insolamos en cantidad. Por la tarde recorrimos la ciudad y su paseo marítimo, lleno de tiendas de joyería y pelícanos, incluso algunos juguetones. Llegamos incluso hasta la estación científica Charles Darwin, donde pudimos ver a las inmensas tortugas galápagos, aparte de otros animalillos e iguanas. Impresionante la edad que tienen estos bichos. Otro paseo por la playa y listos para madrugar y cambiar de isla.

Después volvimos de nuevo a la ciudad pero más para descansar que otra cosa. Hamacas y tragos para recuperar fuerzas e iniciar el viaje de vuelta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...