lunes, 9 de diciembre de 2019

Y ahora, ¿se pondrán de acuerdo?

Una repetición electoral que deja un panorama más incierto que las elecciones del mes de abril. Si Pedro Sánchez creía que la gente iba a aglutinar su voto en lo malo conocido (PSOE y PP) se equivocó de raíz. Quizás él no, sino su asesor de imagen, Iván Redondo, que le comió la oreja de que ante tanta inestabilidad el bipartidismo volvería a ser lo que fue durante tanto tiempo. Eso sí, se ha visto que el multipartidismo no funciona si los políticos no dialogan, no consensúan, no parlamentan. Y bueno, la palabra "Parlamento" viene de parlamentar, ¿no?

Los cinco que nos metieron en el embrollo de unas cuartas elecciones en cuatro años ni se inmutaron en volver a repetir su candidatura. Vamos, si no sabes dialogar ni llegar a acuerdos, por coherencia y humildad, no te vuelvas a presentar. Pero estoy pidiendo mucho. Y mientras tanto, con tantos dimes y diretes, se avecina una nueva crisis económica global y aún tenemos los presupuestos del popular Montoro... sin visos a ser renovados, no ya por convertirlos en más sociales y menos neoliberales, sino como mínimo en estar actualizados al presente.

A Zapatero le vino el cargo de Presidente muy grande. A Rajoy le cayó de chiripa, por ausencia del anterior, y nunca estuvo preparado para tal alta responsabilidad. Ahora, a Sánchez le encanta el cargo pero no por sus funciones y ejercicio, sino por el boato y prebendas asociadas a su posición. Le encantan las cámaras, la posibilidad de viajar en avión privado (bueno, de titularidad estatal, que se lo pagamos todos), los estrechamientos de mano con figuras internacionales. Hay quien dice que ha llevado a cabo varios actos y reuniones que les correspondían por protocolo al Rey, como si no le gustase que le hicieran sombra o compartieran el foco mediático, que fantasea con ser jefe de Estado para eliminar la "competencia". No sé, quizás es más el tema asustaviejas para poner nerviosos a los que están (estamos) tranquilos con el Régimen del 78. Sin embargo, sigue liderando las posturas más sensatas (con permiso de derrapes inexcusables de sus compañeros de Gobierno). No creo que muchos lo hayan votado por convencimiento, sino que han visto que es el más sensato de toda esta caterva, con políticas más definidas y que necesita eliminar el condicionante de los partidos nacionalistas que han saboreado las intentonas secesionistas.

Pablo Iglesias terminó convirtiéndose en la voz más mesurada y coherente del momento. Coherente, sí, porque deseaba tocar poder por uno u otro medio y de ahí no se ha movido. Sí que calmó su discurso y se ha hecho ver como más sensato entre los insensatos. Incluso intenta atraerse simpatías de todos lados: una vez dijo querer asaltar los cielos, ahora solo quiere llegar llamando; antes echaba por tierra el legado de la Transición tildándolo de pacto franquista, ahora abandera la defensa y el pleno desarrollo de la Constitución. Es más, hace unos meses Sánchez hacía cabriolas para no pactar con él porque no lo quería de socio (o los empresarios no querían la coalición), hoy están codo con codo para llegar a Moncloa (¿y los empresarios ahora no influencian? ¿O es que nunca influenciaron en las resoluciones de Sánchez?). Más País, el partido de Errejón escindido de Podemos, no ha cumplido ninguna expectativa. Se vendió como un Podemos sin el personalismo de Iglesias, una nueva izquierda entre el centro izquierda del PSOE y la extrema izquierda de Podemos. Un partido creado para desbloquear la situación política. Y nada de nada. Muchos hablan de que Errejón es el político a temer, más cauto y con más ambición que Iglesias, pero a día de hoy tiene que demostrar mucho para intentar convertirse en una postura política que atraiga.

Ciudadanos, por su parte, se ha estrellado. Rivera ha caído tras unos intentos inútiles de consolidar su gran acierto previo. Quiso convertirse en la alternativa del PP, dejando su estrategia de consolidarse como el partido de centro derecha que se necesitaba por la de ser líder de la oposición. Pero sus apoyos ilimitados al PP hicieron que dejara la gente de verlo como un cambio sensato, como un partido bisagra. Muchos dicen que esto y el blanqueamiento de Vox los han terminado por destruir. Otros dicen que su jugada in extremis de apoyar a Sánchez por sentido de Estado y no llevar a unas segundas elecciones. Solo el tiempo lo dirá. Lo que se ha visto es que el intento de parecer la "derecha cool" ha ahuyentado a muchos centristas. Su jugada fue buena a corto plazo, pero a largo plazo puede ser su golpe mortal.

Casado moderó su discurso de una elección a otra. Las acusaciones a lo loco, gritar por los aires un artículo 155 duro en Cataluña (muchos tenían sueños lúbricos con tanques atravesando las calles de Barcelona) y los ecos de la Gürtel, que condenó al partido como tal por corrupción, hicieron que se desplomara. Muchos temieron la sombra de Ciudadanos por su lado liberal y temieron que Vox, por su lado nostálgico del franquismo, les comiese los bordes y solo quedase en el PP el núcleo democristiano. Y es que si tienes a mano el original (el nacionalismo español rancio de Vox) y la copia (el "nuevo" PP de un inane Casado), la gente termina decantándose por el original. El miedo por una fuerza parlamentaria secesionista con peso han hecho que muchos volvieran al PP, pero de forma incidental. Y es que tras las purgas de Casado no se ha visto nadie de la vieja guardia, quizás sea Ana Pastor la única que sobrevive. Lo sorprendente es que ahora que Rajoy está publicando un libro parece un hombre de Estado de libro al ser comparado con esta nueva hornada pepera. Ya la política se ha vuelto un conjunto intrincado de gente joven, de lemas de éxito, de mensajes vacuos y de fábrica de tensión y polarización social.

Vox me da miedo, la verdad. Supuse que iba a ser colector del voto bronca, como lo fue Podemos hace unos años. Pero, al contrario que el partido morado, no se está desinflando. ¡Hoy por hoy es la tercera fuerza parlamentaria! España ya rompió el ser una excepción europea, a saber, que no tenía fuerzas de extrema derecha en su Poder Legislativo. Quizás esto sea entrar a una normalidad en comparación con tus vecinos, pero deja en muy mal lugar la política de tu país. Los medios de comunicación tienen parte de la culpa de que estén donde estén: cada vez que un voxita ladraba una barbaridad iban todos a poner el micrófono y a gastar horas y horas de debate televisivo diciendo lo malos que son. A ver, la noticia en Vox sería que alguien dijese algo sensato. Pero aparte de publicidad gratis tienen a la gente polarizada con el tema catalán. Cada perla supremacista genera votantes de Vox, cada ataque de Vox genera mayor contingente independentista radical. Y esa es la pescadilla que se muerde la cola y por eso no creo que se corte la escalada en breve lapso. Sus mensajes contra la inmigración, contra las libertades, contra el feminismo están calando en gente joven porque generan una cortina de que ellos son los defensores de los ultrajados, cuando no hay ningún tipo de ultraje. ¿Convivencia entre culturas? Ultrajan y roban a los que son de aquí. ¿Indignación contra la violencia machista? Ultrajan las feminazis a las personas de bien que no creen en esas tonterías. ¿Planteamiento de la diversidad sexual? Ultrajan nuestras tradiciones cristianas con perversiones. ¿Derechos de los animales? Ultrajan las costumbres de España. Y así con todo. De tanto repetirlo muchos han probado su sopa boba y les gusta. Les gusta que los traten de manera especial, que digan que los mimen, cuando en realidad nunca han sido atacados.

Por su parte, PNV, ERC, JxC y demás están de lo más felices. Saben que en aguas revueltas ellos tienen mucho que ganar. Y ganar significa más competencias, más dinero, más desigualdad entre las autonomías, más derechos especiales... Quizás el PP deba devolverle el favor al PSOE y abstenerse, tal y como sucedió, pero de manera opuesta, en 2016. Por ahora creo que la coalición PSOE-Podemos es la que tiene más visos de triunfar, pero va a depender mucho del resto de fuerzas constitucionalistas: si tienen visión de Estado pero perderán votos por la "traición" de apoyar a Sánchez o de si quieren ganar más votos obligando a Sánchez a volcarse a las fuerzas independentistas, con el consecuente debilitamiento de la estructura estatal. Muchos politólogos ya hablan de que no se puede estar indefinidamente de elección en elección, que las cosas han de cambiar y que las terceras elecciones deberían tomarse como constituyentes, algo así como el suicidio de la IV República Francesa que dio origen a la actual V República. Pero para mí es algo a la tremenda, no es que todo fue pensado para un sistema bipartidista y ahora como no hay ya es inútil (que también). Primer se podría comenzar por cambiar la ley electoral, por ejemplo. Pero repito lo del inicio, el sistema es parlamentario, así que han de parlamentar. Hay que obligarles a parlamentar y no resolverles el problema cambiando las reglas para que los mismos intransigentes sigan en la cresta de la ola.

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