domingo, 1 de diciembre de 2019

Diario de Viaje: El Real de San Vicente (Noviembre de 2018)

Un lugar excepcional, enclavado en la sierra que le da nombre. Hay que tener suerte de que el clima acompañe, porque casi siempre se ven nieblas en los alrededores y te ocultan las vistas a bosques y peñascos que rodean al pueblo.

Lo primero que hicimos fue ir a ver la fachada de la iglesia de Santa Catalina, con un aspecto muy similar a la arquitectura religiosa de la provincia (lo más curioso fue que en el suelo había dibujado, con adoquines de colores, el escudo del pueblo). Unas tapas en un bar cercano nos llenaron de energía. Si te adentras algo desde la calle principal el pueblo se vuelve muy pintoresco, con calles cortas y giros bruscos, casitas antiguas con la leña preparada para el invierno que se avecina. Mucho desnivel y rincones muy bonitos, dándote la sensación que es un lugar de relax, para desconectar. Eso sí, pasar el invierno aislado tiene que ser algo arduo, la verdad. Aunque el olor a leña me recuerda los días de vacaciones de Navidad en el pueblo de mis padres.

Una caminata corta nos llevó a la Fuente de los Veneruelos, con su abrevadero (o zona de lavado de ropa) cercano, con un tejado bien característico. Pues bien, ahí te pones en marcha y poco a poco vas penetrando en los bosques del lugar. Y la época era espectacular, pues había multitud de verdes, incluso de amarillos por los grupos de árboles de hoja caduca. Todo el lugar inspiraba paz y sosiego, incluso podías fantasear con alguna aventura épica. Sube que te sube y recorriendo algunos muros invadidos por musgo verde llegas a una zona de descanso, que asoma grandes rocas ¿graníticas? y le dan un aspecto imponente al lugar.

La caminata nos llevó hasta un aparcamiento cercano al convento del Piélago, donde tras unos metros de avance pudimos hacer avistamiento de un vértice geodésico. Más para allá, entonces, se llegaba al monte Venus y las ruinas del castillo de San Vicente, pero ya las fuerzas escaseaban y tocaba iniciar el descenso para seguir admirando esos bosques del lugar.

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