miércoles, 12 de mayo de 2021

Cambio de aires en Ecuador

 De intentarlo una y otra vez el candidato Guillermo Lasso consiguió su tan ansiada por presidencia ecuatoriana. Dirigente derechista y de infausto recuerdo en los sucesos del feriado bancario, logra quitarse la mala fama que tenía y se impuso a Andrés Arauz, el candidato de izquierda apoyado (o designado) por el carismático Rafael Correa.

Arauz ganó en primera vuelta y muchos lo daban ya como receptor de la banda presidencial. Es más, Lasso ganó por muy poco al indigenista Yaku Pérez. Incluso se habló de fraude electoral, puesto que Yaku fue segundo en los recuentos bastante tiempo y solo unas décimas terminaron por apearle de la segunda ronda. Aunque no hubiese habido fraude, una diferencia tan nimia amerita para un segundo recuento (aunque fuese parcial en algunas provincias disputadas) pero se negaron las autoridades en redondo. Y estas cosas han pasado más de una vez, desgraciadamente, que la ley dice una cosa y la pasan por alto. Son esos detalles los que te hacen poco a poco descreer de la democracia.

El presidente Lenín Moreno, muy hundido en popularidad, no hizo nada por la reelección. Fue aliado de Correa (su primer vicepresidente) y tras ganar experiencia en el extranjero era cantada su candidatura a un Rafael que ya no podía presentarse más. Pero, ¡oh, sorpresa!, de la noche a la mañana se convirtió en su más acérrimo oponente. Ni la oposición iba a hacer tanta oposición como Moreno a Correa, incluso lo persiguó judicialmente. Hay, desgraciadamente, ciertos momentos en la vida política latinoamericana en donde los que llegan quieren borrar todo lo que hizo quien se va, no importa si lo que hizo sirve o no, es como una «damnatio memoriae» que tanto practicaban los romanos para con los enemigos vencidos. Una mala gestión de la pandemia (hubo incluso muertos tirados en la calle en ciertos momentos), una política errática y una crisis económica vinculada a sus recursos naturales han tocado gravemente los nuevos cimientos de la Revolución Ciudadana, que modernizaron (si bien no del todo) al país de una manera vertiginosa en pocos años. Sí, Correa no es angelical o no es la bondad personificada, pero que quiso poner a Ecuador en los primeros puestos (o al menos cerrar todo el gap que fuese posible) es innegable.

Para mí, el problema que ha tenido Arauz ha sido, aparte de su juventud, que ha sido apadrinado muy fuerte por Correa, incluso a veces daba la impresión de que iba a ser un testaferro dirigido desde Bélgica. Una cosa es que te identifiques como de la misma línea política, o que es tu mentor, o que seguirás una política continuista pero la impresión era otra. Y cuando viví allí tres increíbles años y hablé con ecuatorianos que habían vivido todo el proceso incluso desde antes de la llegada al poder de Correa me dijeron que lo que había hecho era impresionante, que creía en el país y su potencial (humano, cultural, natural, tecnológico) y que lo habían votado y lo estimaban en alta manera pero que tras una década debía dar un paso al costado y dejar que sangre nueva tomase las riendas del país. O sea, muchos que apoyaban, apoyan y apoyarán a Correa no querían verlo de nuevo en el ruedo político, ni personalmente ni a través de títeres. Es algo de admirar aunque no sé si el precio pagado (que un neoliberal Lasso gobierne para el sector privado y las clases más ricas) ha sido demasiado alto.

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