jueves, 10 de mayo de 2012

Dirección de Migraciones: no migren


Los seres humanos hemos estado más tiempo siendo nómadas que sedentarios. Desde que la agricultura y ganadaería tuvieron sus primeros balbuceos allá por el Neolítico hemos preferido vivir en ciudades y consolidando una sociedad cada vez más compleja. Pero eso no quita que queramos seguir viajando. Siempre hay viajes, ya sea por placer, por trabajo, por visita... pero parece que hoy en día los Estados no están por la labor. Que lo suyo es para los suyos y si sobra, para los que viven entre ellos. Que sí se aplican los Derechos Humanos para todos, pero los derechos ciudadanos no están repartidos por igual y alguien que se vea afectado por las políticas de un país y trabaje e invierta en él quizás ni pueda votar ni ser votado. Y también hay muchos que hace décadas que no viven en su pueblo y pueden (podemos) seguir votando sin que nos afecte en nada las políticas que hacen, aunque sí las podemos afectar nosotros con el sentido de nuestro voto. Y cuando las cosas van bien las puertas están abiertas con todos y muchas mafias y caraduras se aprovechan de esto y contratan ilegales para explotarlos. Pero, ¡ojo!, que cuando las cosas se ponen mal brota la xenofobia y el miedo a que quiten trabajo.

La burocracia migratoria es un freno importante. Quizás no por dificultad de papeles, sino por ineficiencia e idiocia de los trabajadores. Las tertulianas, el anciano que abre sobres, los que van de modelos y los que parece que siempre tienen un mal día. Y la manera que tratan al público que muchas veces apenas comprende el idioma del país al que ha ido. Todos confirman que las direcciones de migraciones de cualquier país son igual de exasperantes. Que si te tratan como mentiroso, que si como ladrón, que te piden copia tras copia y no avisaron que las querían, etc. Y cuando crees que está todo te piden locuras, como que una foto con su suegro, que si cartas solo postales, declaración del presidente de la comunidad de vecinos y si el suegro es ese presidente que sea de otro vecino que lleve más tiempo que él (y si no hay ninguno de esos de alguien que se haga pasar), declaración que no vas a hacer terrorismo y quien te acoge tiene casa legal y no de mafia mala... Y dinero, sobre todo dinero. Y mientras sea mejor más disuade y más frenas los viajes, viajando solo las élites.

¿Y cómo consigues ese dinero? Pues cambiándolo. ¿Pero qué pasa cuando el país en el que resides tiene un déficit enorme de divisa y de la noche a la mañana prohíbe o pone mil trabas a la compra de moneda extranjera? Pues papeles y más papeles y a la espera de que te toque un funcionario que no tenga malas pulgas, aunque son los menos. Si tras un tiempo se deciden a responderte en función de datos equivocados, o no, pueden decirte que no tienes dinero para comprar, aunque tengas. Y si tienes es que sale de un trabajo en negro, que puede ser perfectamente una beca ofertada por el mismo Estado. Una paradoja enorme como una catedral.

Pero al final de tanto miedo y tantos cálculos el paso por migraciones en España fue cosa de segundos y dos preguntas tontas, sin mostrar alguno de los miles de documentos. Todo está para disuadir visitantes, pero obtener divisas siempre le gusta a los Estados. Afortunadamente Geo y yo pudimos visitar Madrid, Puente Genil, Villa del Río, Sevilla, Córdoba, Jaén, Torremolinos, Benalmádena, Málaga, Montoro, Lopera, Herrera, Marinaleda, Huelva, Punta Umbría, El Rompido y Cádiz.

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