martes, 28 de agosto de 2012

Mis familias

Uno no decide en qué familia nace, es un hecho estadístico, aunque algunos creen que es el destino divino. Todas las familias, aunque con lazos semejantes a muchas otras de culturas afines, tienen sus particularidades, sus vidas internas. Hay penas y glorias, cosas que se dan a la luz y cosas que intentan ocultarse. A la persona en última instancia le quedan pocas opciones: o se larga muy lejos para separarse de la familia o intenta convivir con estas luces y sombras, hacerlas habituales para que no hagan más de lo que hacen. No he tenido mala suerte en mi familia carnal, una marabunta de tíos y tías con muy buena disposición a la relación. Unos padres harto bondadosos que ayudan hasta el extremo. Un hermano, aunque no haya llegado a una relación íntima, que despierta admiración y orgullo.

Pero sí se elige a la familia política, o más bien, al elegir a tu pareja viene asociada la familia política. Al principio hay cordialidad y quizás algún recelo sobre qué papel estás jugando. Es que es verdad, uno entra en una estructura que lleva ya años formada y todos se conocen bastante bien. Solo con el tiempo y demostrando tus buenas intenciones puedes lograr que te abran sus sentimientos y te acepten en el ámbito familiar. Ser exótico también ayuda, quieren conocer de qué pie cojeas y si lo que tienen de referencia es real o imaginado. Los niños te consideran parte del grupo de juegos, lo que también ayuda a asentarte en la familia. He de decir que he sido plenamente aceptado y que con el paso del tiempo tengo la intención de convertirme en un habitual de la familia.

Y lo mejor de todo, tienes tu pareja a la que has elegido. Habrá habido temas al principio de dudas y muchas trabas contra nosotros, pero esto es un proceso que se aprende día a día, crear lazos cada vez más fuertes y de confianza a la par que se mantiene una intimidad para no ahogarse. Una relación espiritual, mental, física. Todo ello ha de estar equilibrado y el ansia de descubrir el mundo con ella siempre está ahí. Su bondad, ternura y belleza hacen que dé gracias cada día por tal honor de estar junto a ella. Y hoy ya son dos años, Geo, dos años que quiero multiplicar por cincuenta. Con ella soy mejor persona, aprendo más de la vida y confío en el amor.

Te quiero.

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