sábado, 9 de noviembre de 2013

Diario de Viaje: Saint-Malo/Sant-Maloù/Saent-Malo (Septiembre de 2013)

Aun con un fuerte resfriado, no podía dejar de visitar la región occidental francesa. Además, el coche estaba alquilado y me esperaban para partir, aunque esperé en el sitio que habíamos quedado durante casi media hora, mientras que los demás estaban en la parada de tranvía. Bueno, al final se arreglaron las cosas y pudimos viajar sin complicaciones hacia la Bretaña.

Nuestra primera parada fue en Dinan, que sigue siendo encantadora y nos quedamos con las ganas de descubrir más de esta ciudad. Directamente nos fuimos al bastión o torre defensiva y visitamos su museo interior con sus enormes chimeneas y la cantidad de objetos que había en cada sala. Para destacar, como siempre, las grandes cocinas que se usaban por aquellos años y los jardines aledaños con esculturas y zonas semiderruidas. Impresionante la vista desde la parte más alta de la torre: bosques verdes hasta donde la vista alcanzaba, racimos de casitas de techo inclinado de pizarra entre bosques y bosques, la línea de la ciudad con sus sillares de piedra característicos. Recomiendo ir a esta ciudad, gente. Después salimos y recorrimos por el exterior para ver el desnivel y el riachuelo, pero pronto subimos para recorrer el centro y visitar como siempre la torre del reloj y la catedral, además de recorrer la muralla exterior y ver el bastión donde estuvimos. Paramos en el centro de casas de travesaños de madera para comer las típicas galettes y escuchar algo de música medieval que estaban tocando. Al final bajamos hasta el nivel del río para ver la ciudad desde abajo y recorrer las casitas medievales que hacían de lavaderos en la Edad Media.

Tras eso, y un par de equivocaciones y algo de lluvia nos dirigimos a Saint-Malo, una ciudad colindante a la costa atlántica y que sus cambios de marea cambian el paisaje que es una barbaridad. Atravesamos la parte nueva y llegamos hasta el puerto, donde conseguimos encontrar aparcamiento subterráneo (con coches británicos bien de los setenta) y conseguir un mapa. Bueno, Saint-Malo antigua está dentro de una muralla y las casas son de piedra para aguantar los fríos invernales y las calles estrellas y alargadas me recordaron mucho a Cádiz. Sin embargo, hay montículos que te dejan ver u ocultan bellos paisajes. Mientras degustaba productos típicos atravesamos el centro y recorrimos las calles hasta pasar por la catedral o iglesia principal y de ahí visitar grandes casas hasta llegar a la playa. Como había marea baja era enorme y se conectaba con el fuerte de la isla por medio de grandes piedras, por lo que fuimos hacia allí recorriendo poco a poco y viendo lo que formaba la marea baja. Había incluso un dique que no supimos para qué serviría pero las burbujas de aire que salían nos dieron la idea de que podía ser un criadero de marisco: con el dique no se los llevaría la marea. Recorrimos por tanto la muralla desde fuera viendo algas y moluscos adheridos, junto con desagües de hace cientos de años. Incluso vimos una enorme piscina con trampolines y todo... que funciona cuando la marea está baja, puesto que queda bajo el nivel del mar cuando sube la marea. También conexiones con otros islotes que se veía claramente cuál era el nivel que alcanzaba la marea (varios metros) por el cambio abrupto de vegetación. Tras esto subimos a la muralla e hicimos la ronda para ver el interior de la ciudad y el puerto nuevo, llegando así hasta la plaza principal para ver a bohemios vendiendo cuadros.

La vuelta nos llevó hasta Rennes para cenar, llegando a la plaza del Ayuntamiento y la ópera, que causó grata impresión. Además, ver el imponente edificio del sector République de la ciudad también hace que gane mucho enteros. Del Parlamento de Bretaña a recorrer sus calles típicas y cenar fue todo a gran velocidad y de ahí, con una oscuridad creciente atravesamos el barrio de las típicas casas de madera y las avenidas principales con balcones apretujados entre sí. Ya de noche cerrada tuvimos algunos problemas para salir de la ciudad pero en un rato volvimos a Nantes para dormir con fuerza, puesto que había que comenzar la jornada laboral en pocas horas.

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