viernes, 29 de enero de 2016

Diario de Viaje: Mindo (Junio de 2015)

Es un lugar impresionante. Una pequeña escapada a este rincón de la provincia de Pichincha y te deja encantado. Está más allá de la Mitad del Mundo, un lugar casi desértico y en una hora ves pastos y arbolitos y terminas en una tupida selva.

La verdad que tras reservar fuimos medio aleatorio y al final nos dejaron en la desviación, a unos pocos kilómetros. Y todo adivinando, pues sin GPS y sin que te avisen por dónde vas estresa un poco. Pero bueno, enganchamos justo otro bus que nos llevó al centro y de ahí un taxi hasta el lejano hotel. ¡Pero qué hotel! En medio de la nada, con unas zonas enormes de selva para poder pasear tranquilamente hasta un riachuelo que aceptaba las aguas de otros arroyos de más corriente. Un paseo tranquilizador. Es más, como era en mitad de semana todo estaba aislado, éramos casi los únicos que habitábamos el hotel. Por cierto, comidas muy ricas y hamacas por todos lados rodeadas de arboledas (o como se diga) de bambú. Por la noche los ruidos de la selva inundaban todo y había que tener cuidado con los bichos atraídos por la luz de la habitación. Pero lo más sorprendente era la cantidad de luciérnagas que tenía el lugar.

Lo malo era salir de allí, pues el pueblo quedaba a más de 2 km. Y casi sin ninguna luz. Casi me ataca un perro. El pueblo no tiene mucho, una calle principal y unos parquecitos para decorar pero está enclavado entre un par de montes de formas curiosas y repletos de vegetación. En el hotel pudimos hacer tirolina entre las colinas y a gran velocidad en las posturas más raras y también poner a prueba nuestra pericia en turismo extremo y cruce de puentes de estilo tibetano. Bueno, también logramos pasear por el mariposario y ver bichos enormes y conocer algo de sus costumbres.

Mindo también tiene lugares bastante hippies o alternativos, también. Hay, en una calle secundaria y casi al lado de la iglesia, una cafetería con hamacas/silla regentada por franceses. Tienen unos cuencos con agua azucarada o lo que sea que atrae a decenas de colibríes. Y es que Mindo es famosa también por esos curiosos pajarillos.

Altamente recomendable el lugar, señoras y señores.

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