sábado, 28 de enero de 2017

La era de Trump

Aún sigue sorprendiendo. El millonario populista con fuerte carga xenófoba se convirtió, contra todo pronóstico en presidente de los Estados Unidos. El mundo occidental enloqueció en el recuento de votos en tiempo real. Y sí, juró su cargo y se acomodó en el salón oval al menos por cuatro años.

Esto da para mucha reflexión. Si tuviese más tiempo (este año lo tengo jodido con el máster) desgranaría poco a poco cosas de interés. Quizás lo haga, ¿quién sabe? Lo primero de todo es cómo un caradura puede conseguir tal cantidad de votos que lo hagan presidente en función de la designación de delegados por Estado. Durante las votaciones empezaron a quejarse de cómo pervertían en sistema electoral, desde crear inverosímiles circunscripciones electorales para primar un color político a horrorizarse por el número de delegados por Estado y que el número de votos no es sinónimo de cantidad de delegados. Evidentemente, durante el periodo entre elecciones nadie se acuerda de esto y el grito en el cielo ya no tiene eco. Dentro de cuatro años volverá a pasar lo mismo.

También se habla de cómo es posible que negros, latinos y gente de bajos recursos se decidan a votar por Trump cuando siempre han sido de opción demócrata. Que por razones étnicas o económicas ya te adjudiquen qué votas es una trampa. Se habla del promedio pero persona a persona las cosas cambian mucho. La mente es un misterio. Habrá que ver detenidamente cómo ese promedio ha cambiado. ¿Qué ocurrió? ¿Desidia, desconfianza, hartazgo, lavado de cerebro, sopesado de otras opciones? Esto es cuestión de estudio y no creo que pueda lanzarme a decir algo a lo loco mientras no haya estudios que hablen del tema.

No nos podemos olvidar que en las elecciones presidenciales se presentan varios candidatos, pero la publicidad y fondos solo van a los candidatos demócrata y republicano. Forzar a la gente a tener una visión dicotómica del mundo no lleva a nada bueno. Ya se vio en Argentina. Cuando te hacen creer que solo hay dos opciones uno es el mal y otro es el voto obligado para que el mal no inunde todo (aunque seas un nefasto de nivel épico). Quizás la gente no tragó a una Hillary que había hecho gala de su afán de bombardear países ajenos, que tenía poco carisma y que no representaba ninguna continuación de la administración Obama. El peso de poder ser la primera mujer estadounidense en ser presidente era mucho, pero parece que no lo suficiente. ¿O quizás fue un 'no' al periodo Obama? Aunque ahora lo tengan como una monja de la caridad recordemos que prometió cerrar Guantánamo y ahí sigue, que ganó un Nobel de la Paz sin haber hecho nada, ni haberse revalidado después, que ha expulsado a tantos inmigrantes ilegales como planea hacer Trump...

¿Y Rusia? ¿Nadie se acuerda de Rusia? Pues sí, con sus hackeos y el flaco favor de Wikileaks a Putin han inclinado mucho la balanza. Putin quería a uno de boca grande, de discurso facilón y demagógico, capaz de seguir los dictados de su homólogo ruso y empezar una política de aislamiento internacional. Si te ocupas únicamente de tu territorio (es lo que plantea Trump a grandes rasgos), Oriente Medio queda a la merced de Rusia y el Pacífico y gran parte de África para China. Su estúpido muro con México lo va a llevar a discusiones sin fin sobre quién ha de pagar y al final lo que logrará será el rechazo internacional. Rusia consiguió lo que deseaba y atacó fuerte a Clinton, haciendo que quede bastante tiempo lamiéndose sus heridas.

Las alharacas de actores y las manifestaciones poco van a ayudar. Es un golpe bajo hacia la democracia lo que están haciendo. No siempre gana el que quieres en democracia. Por mucho que hablen de manipulación electoral (hasta el equipo de Trump lo dice) si la diferencia no es nimia la voz del pueblo es clara. Hay que dejar de llorar y comenzar una oposición crítica y responsable, no dejarle pasar ni una. Ha de cumplir lo prometido, ha de atenerse a las reglas, ha de transigir para gobernar al pueblo y no solo a una parte (y más que el Partido Republicano casi en masa ha aborrecido la candidatura de su candidato). Hay que hacer presión, no solo en las cámaras legislativas, sino con lobbies: si no te gustan las renovables o el aborto ahí vamos a estar día sí y día también contándote sus virtudes, hasta que no puedas ignorar lo que piensa un importante sector de la población. Eso es lo que hay que hacer. El apoyo democrático no se mide por cuántos van a tu juramento.

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