viernes, 11 de agosto de 2017

Cuando la soberbia te nubla

Guerras y más guerras, hay gente que no concibe vivir de otra manera. Y eso, a los que queremos vivir en paz, nos cansa.

A veces la guerra es una consecuencia de actos políticos. Intereses partidistas que no pueden chocar directamente y aprovechan para encontrar escenarios, lugares tensos que brindarán el campo de batalla. Ellos, los gerifaltes, quedarán en la sombra y moverán las piezas a su gusto. Las piezas, engreídas, se creerán adalides de la causa que cuentan con el apoyo incondicional de cierto político o movimiento y actuará con más saña, no dándose cuenta que justamente es la marioneta que luchará una batalla que en el fondo no es la suya.

Por eso digo una y otra vez, sin cansarme, que nunca elijas bando por el mero hecho de que te obliguen. O porque te lo piden. Sé consciente, evalúa pros y contras de los bandos, entra en uno (o no) cuando estés convencido. Porque si no, solo serás un peón: útil para batallar de manera manipulada y sin remordimientos por parte de la mano maestra para sacrificarte. No sean, por favor, carne de cañón.

Normalmente es fácil manipular a un sector de las personas. De ahí el nuevo remonte del populismo. Pero en ciertos sectores cuenta más la adulación, enseñar una rendija de poder para que cierto sector fantasee con él. Darle a probar un poco para que quiera más, para que desee ascender sin importar a quién pisotear. Adularle el ego. Pero no mucho, vaya que consiga tanto ascendiente como el tuyo e intente derribarte. Gente soberbia, sin escrúpulos, en un mundo en el que cualquier cosa ya ha sido impregnada por lo más aborrecible del neoliberalismo. El mundo ya no es el que era, ahora parece todo un videojuego en una caza vertiginosa de conseguir puntos, bonus, estrellas... Ya se mira más la forma y menos el contenido.

Pero retomando, en la batalla en la que te crees el mejor estratega de los tiempos, cuando combates en una institución pública o en un lugar con atención mediática, olvidas que estás siendo manipulado por poderes muy superiores al tuyo, por gente que sí es estratega realmente. En tu fútil intento de reivindicar para ti la figura de Napoleón o de Alejandro, manipulas por ansias de poder a todo el que puedas. Haces mal a gente por mera soberbia y con ignorancia sigues actuando. ¡Cuánto daño han hecho, en cierto sentido, House of Cards y Game of Thrones! Ahora cualquiera se cree un estratega, una mente bélica y conspiradora que nunca se dio en el mundo.

¡Ah! Pero no siempre se gana, no siempre deleitas la merecida victoria. A veces caes brutalmente derrotado. Siempre hay alguien más listo o manipulador que tú. Pero bueno, lo que digo siempre, si pierdes, al menos hazlo con dignidad. Acepta que tu contrincante (quizás también manipulado por poderes que también desconoce) fue más inteligente que tú, que tuvo mejor estrategia o que la suerte le sonrió, yo qué sé. Pero es muy patético dar pateletas, llorisquear y renegar de tu derrota. Eso te deja en una posición altamente risible. Es de sabios aceptar cuándo quedaste derrotado, en serio. Y se puede aprender mucho, pero en cambio, si sigues soñando en una épica remontada, como si fuese esto una simple película, tu reputación caerá por los suelos. Los manipulados se darán cuenta de que lo fueron y pronto perderás crédito y reconocimiento. Tu derrota será mayor. Es por eso que la soberbia es mala consejera y los inútiles intentos de reivindicación generarán hastío y desapego.

¡Cuántas cosas similares he tenido que presenciar los últimos meses! ¡Cuántas veces he visto esa niebla en los ojos que es la soberbia! Eso sí, muchos han quedado retratados sin caretas ni poses, se les ha visto la ignominia. Y de eso no hay vuelta atrás.


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