domingo, 1 de octubre de 2017

No tenemos miedo

Por fin encuentro huecos en la agenda para poder escribir. Muchas cosas han pasado y mucho hay que escribir. Pero bueno, lo importante es que estamos al pie del cañón y nada mejor que recomenzar recordando a las víctimas del 17 de agosto en Cataluña.

Mucho intentaron las fuerzas de seguridad y durante muchos años se han desbaratado multitud de atentados, desarticulándose células yihadistas mientras planeaban sus atroces actos. Desgraciadamente, tal impoluto curriculum se vio quebrado por la sucesión de errores y falta de comunicación. Adeptos al Estado Islámico utilizaron una furgoneta en Las Ramblas de Barcelona, atropellando a multitud de personas y matando a 15, con más de 130 heridos.

Se habla del imán de Ripoll, Abdelbaqi Es Sattii, como el inductor y adoctrinador de los atentados. Una persona seguida y vigilada por varios grupos de seguridad internacionales. Avisos de agencias de inteligencia que no fueron seguidos y la entrada de la política en estos temas, ayudaron a que pasara lo peor. El día previo en Alcanar explotaron numerosas bombonas de gas que después quedaron vinculadas a un plan más macabro de los terroristas: alquilar camiones y detonarlos con las bombonas en sitios estratégicos de Barcelona. Una mala manipulación dio al traste con estos pérfidos planes y los terroristas empezaron a improvisar. Alquilar una furgoneta y usarla como ariete es ahora la macabra técnica que usan (recordemos en Francia cómo han actuado en los últimos tiempos los yihadistas). Abortar un plan detallado y de grandes dimensiones se ha convertido en la especialidad de los grupos de inteligencia pero los atentados más 'caseros' de baja intensidad y con menos muertos son más difíciles de abortar. Sacar un cuchillo de la cocina y empezar a apuñalar es más difícil de prever.

El terrorista, Younes Abouyaaqoub, huyó y acuchilló a un ciudadano para robar su coche y huir del lugar. Fue el coche que escapó a un control policial y fue tiroteado. En la parte trasera encontraron el cadáver desangrado de la víctima: Pau Pérez.

En la madrugada, cinco de los integristas no tuvieron la mejor opción que intentar de nuevo un atropello masivo en la localidad de Cambrils. Intentaron internarse en el paseo marítimo y fueron tiroteados por las fuerzas de seguridad, abatiendo a todos los pasajeros del coche mortal. Los terroristas, jóvenes marroquíes residentes en España.

La desinformación fue enorme en las primeras horas, dando versiones falsas los medios de comunicación, como que se habían atrincherado los terroristas de la furgoneta en un bar y contaban con multitud de asustados rehenes. Eso sí, la información de los Mossos fue bastante clara y precavida, desarrollando una actuación excelente y haciendo olvidar la mala fama que tuvieron previamente.

El día 21, Younes fue finalmente abatido en la localidad de Subirats en un camino rural, amenazando con detonar su cinturón de explosivos, los cuales eran falsos.

Momentos de dolor, sufrimiento, preocupación, pero en la manifestación posterior de las autoridades políticas en rechazo de los atentados, clamando que no teníamos miedo se hizo gala más de intereses políticos que por solidarizarse con las víctimas y mostrar rechazo a la barbarie terrorista. Entre una multitud que condenaba los atentados se alzaron voces discordantes que preferían indicar las desavenencias entre España y Cataluña o cuestionar la presencia del Rey. No era el momento, no era el modo. La política impregnó el dolor y se perdió el sentido. Así no.

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