martes, 30 de enero de 2018

Diario de Viaje: Torremolinos (Enero de 2012)

Después de haber visto Kárate a Muerte en Torremolinos pues tenía muchas ganas de recorrer esta localidad malagueña. Friki que soy yo. En esas visitas a la familia que hacía de manera periódica tocaba presentarse formalmente a la nueva tía, una tía que había nacido fuera del matrimonio y que se había intentado mantener en secreto su existencia. Sí, cosas estúpidas de la familia y que es mejor callar que dar a conocer, con el consabido regusto a traición que después tenemos los más jóvenes con respecto nuestros mayores.

Pues bueno, retomando. Fuimos mi pareja y yo. Y mi madre también, convencida in extremis para que visitase a su hermana. Un tren que nos lleva desde el pueblo hasta Málaga y de ahí un cercanías hasta la localidad, famosa por sus playas. Un encuentro bastante interesante, sí. Historias paralelas a la historia oficial familiar que es igual o más interesante. La verdad es que nos hartamos de comer pescado y sepia para hacer homenaje a la costa mediterránea. Torremolinos está lleno de casas típicas de la zona, adaptadas para los turistas. Eso hace que haya épocas donde está tranquila la ciudad y otras donde está a rebosar. Tiene unos parques que merecen la pena, incluso una plaza en homenaje a Europa (con la alegoría de su rapto en escultura) y asientos con los escudos de las naciones que la componen. Muchas tiendas, sí. Muchas alegorías a su escudo municipal y grandes avenidas.

Otro día aprovechamos para visitar Málaga y, en vez de seguir el plan inicial, tuvimos que volver obligados a Torremolinos a almorzar y volver a despedirnos de mi nueva tía y de su amiga (bueno, pienso que era más que amiga, pero como no estuvo confirmado por ellas pues para qué vamos a hablar) y correr casi a velocidad de la luz en coche a la estación de trenes. Casi morimos de infarto de tanta carrera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...