sábado, 9 de marzo de 2019

Posta que estos son detectives

Casi de nunca me ha gustado el cine negro. O la novela negra, ya que estamos. He visto algo de cine y me ha gustado y he leído algo al respecto y me ha entretenido. Pero nunca me ha apasionado o querido indagar más en el género, al contrario que otros. Bueno, no se puede estar en todo, ¿verdad?

Sin embargo, la serie creada por Nic Pizzolatto es una pasada. Es la estética neo-noir que combina mundo actual con detectives y tramas del cine de antaño. Quizás porque hay un asesinato macabro y se recrea lo más fidedigno posible el proceso que lleva a un detective a resolver el caso. No sé. Asesinatos macabros sigue habiendo en el cine, pero este tufo a cultos prohibidos en zonas deprimidas de Estados Unidos, a tramas políticas y corruptelas en ciudades aledañas a grandes urbes (y por ello invisibles a la Justicia) o a la influencia de poderosas familias en condados que solo se sostienen por la actividad de la empresa de dichos ricachones permite que reflexiones mucho. Que las cosas que describe, más o menos, no están tan alejadas de lo que podría ocurrir realmente. O las idas y venidas de compañeros de trabajo, donde esos personajes maniqueos dejan paso a relaciones más complejas con roces y aproximaciones eternas.

El tema de dividir el caso en dos momentos de tiempo diferentes, con personajes caracterizados con sumo detalle, fue una novedad impresionante. La selección de actores también tuvo mucho acierto, aunque la participación coral en la segunda temporada les terminaba quitando protagonismo y (unido a las prisas por emitir algo cuando la temporada 1 aún resonaba con fuerza) hicieron que no impactara tanto, que llegase incluso a aburrir. En esta temporada 3 se ha intentado emular a la original, dando ahora una atención desmedida a la psique del protagonista. La excusa ha sido el caso y la trama importante de la serie era ahondar en la mente de un obsesivo detective, cosa que se agradece. No llega a las cotas de la primera (eso era imposible) pero por suerte ha seguido su temática.

También me gusta que hayan, aunque fuese de manera tangencial, insertado temas, ideas, conceptos del mundo lovecraftiano y chambersiano. Hubo referencias explícitas al mítico y terrorífico Rey de Amarillo y a la lejana y sobrecogedora ciudad de Carcosa, creaciones de Chambers y ligadas racionalmente a la mano maestra que lideraba el culto y al lugar donde se cometían las atrocidades. Hubo un guiño a la árida y peligrosa meseta de Leng, centro del culto caníbal. Todo muy sutil y eso ha sido de mi agrado. Incluso podrían haber incursionado en esta mitología un poco más. No digo en convertir la serie en terror cósmico, sino hacer varios guiños y referencias a estos mundos, como que este mundo convive con otro o al menos convive con gente que cree que existe ese otro mundo.

No sé qué le deparará el futuro a la serie. Quizás no conviene retorcerla más hasta convertirla en un sucedáneo de sí misma. La segunda temporada siempre será una buena señal de alarma. Quizás toca abrila a otros sectores, pero no mucho (quizás siga pegando ambientar la serie en lugares virtualmente abandonados por el Estado y usar varias líneas temporales). Lo que sí se es que es bastante recomendable ponerse a verla. En serio.

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