miércoles, 27 de octubre de 2021

El olvidado horror afgano

 Ha sido como la crónica de una muerte anunciada. Una ansiada retirada de tropas estadounidenses de Afganistán y en lo que canta un gallo, los talibán han vuelto a tomar el poder. Increíble. Y lo vimos como una película a cámara lenta, temiendo que terminase justo como sospechábamos como iba a terminar. Tantos años no han servido para nada. Y me duele que lo poco que se estaba consiguiendo, sobre todo en libertad y derechos para la mujer, van a quedar en la nada más absoluta.

No creo que sea incompatible criticar la ocupación de Afganistán por parte de EE.UU. y criticar su sonrojante retirada. Seamos sinceros, esto viene de muy atrás, esto viene de los años coloniales británicos y su necesidad de crear Estados tapón. O Estados dóciles que facilitasen el meter mano en sus asuntos internos, especialmente con el cultivo del opio. Una sociedad muy tribal, muy disgregada, que ha jugado a ser un país unido. Unos ataques continuos con los famosos URSS y EE.UU. que salieron escaldados. El opio sigue, sí, pero ahora también los gasoductos del mar Caspio. Ya sabemos que al-Qaeda tenía su fuerte ahí, con el mulá Omar, pero la intención de Bush no era escarmentar a los talibán, sino más bien asegurar suministros de combustible. Y ahí radica un gran fallo, un pecado original. Las tropas de EE.UU. no llegaron con la idea de forjar y proteger la democracia (aunque sea la exportable sin más suya, sorda a las idiosincrasias del lugar y, por tanto, propensas a colapsar). A ningún dirigente estadounidense le importó el futuro de Afganistán. No quisieron entrenar bien un ejército, apoyar económica y políticamente a un gobierno propio, a sufragar educación y a divulgar las fortalezas de la democracia. Llegaron, mantuvieron un gobierno dócil y cuando las cuentas salieron a pagar, salieron a lo loco.

Y muy clara la actitud ya incluso en la guerra. Gente del mundo militar que conozco estuvo destinada allí y cuentan que siempre había un barrio donde vivían los de siempre que estaba todo impecable, ningún bombardeo los alcanzaba y las grandes y lujosas casas tenían luz y demás suministros cuando Kabul lo pasaba mal. Al final siempre es más de lo mismo. Al menos ahora el presidente Biden tuvo la entereza de decir la verdad: que estaban ahí por causas diferentes a garantizar la estabilidad democrática de la región. No iban contra los talibán, no iban contra el terrorismo, no iban a favor de las mujeres y las minorías, no les interesaba consolidar nada, sino que iban por otras cosas y ahora ya lo tenían asegurado. Así que fuera. Y se fueron tan rápido que dejaron un inmenso arsenal para los talibán, arsenal de última generación. ¿Una forma de pago, tal vez? Porque cuando un ejército se retira, inutiliza su arsenal para que no lo usen en su contra, ¿no?

Bush consiguió el objetivo maquillándolo de otra cosa. Obama, aunque crítico, mantuvo la mascarada. Trump, bajo su manto histriónico, fue continuista y se las vio venir. Tanto se las vio que terminó pactando con gente que había estado detenida en la terrorífica prisión de Guantánamo. Gente que ahora ocupa altos puestos en el gobierno del Emirato. Biden ahora contento porque prometen no albergar a terroristas de al-Qaeda en suelo afgano. Sí, esto fue planificado, la llegada de los talibán ha sido algo proyectado. Quizás la huída del Gobierno legítimo y la floja resistencia militar no fue pensada pero que el régimen republicano democrático iba a caer tarde o temprano era cosa cantada. Muchos clanes no fueron contactados y casi todo lo que hacía EE.UU. (o la coalición internacional de la OTAN) atendía a Kabul y alrededores. Que cambiase un régimen por otro no era trascendente para muchos clanes. Y esto lo han usado los talibán a su favor. Y, claro está, el infinito apoyo de Pakistán, que quiere un Afganistán débil para poder mirar hacia la India sin temor. Un Estado títere que pueda manipular a su antojo.

Ahora los talibán tienen un discurso más comedido, más adaptado a las sensiblerías del siglo XXI. Ojo, que nadie se engañe, estos talibán no son más moderados que los del siglo XX. Son iguales o peores. Sin embargo, ahora en vez de ejecutarte en una plaza pública para clamor de la opinión pública internacional lo hacen en un sótano sin cámaras. Son igual de criminales pero con palabras y gestos bonitos. Y lo peor es que muchos compran estas mascaradas.

Sí, los medios de comunicación pronto quedaron pasmados por el avance talibán, rápido aullaron de miedo con las represalias y más raudos para abandonar el tema y pasar a otro asunto. Desgraciadamente, olvidaremos lo que pasó y el régimen de terror podrá campar a sus anchas. Fueron dramáticas las escenas de evacuación del personal nacional y de sus colaboradores (eso sí, creo que Suecia y Países Bajos huyeron como ratas sin avisar a los colaboradores afganos, los cuales, si son atrapados, serán cruelmente ajusticiados). El aeropuerto de Kabul convertido en suculento botín con ataques de los desalmados del Estado Islámico y los talibán, presumiblemente, cobrando dinero a los Estados por pemitir el paso de personal de tal o cuál país y sus colaboradores, trabajadores, traductores y familias.

Lo que me da náuseas es que la Unión Europea, Rusia, China y varias potencias pronto han dejado de criticar la brutalidad talibán. Pronto han dejado de apoyar grupos insurgentes anti-talibán (o al vicepresidente que asumió el control dentro de las fronteras para iniciar una insurgencia) y pronto han empezado a avanzar que sin reconocerlos como legítimos van a negociar con ellos. El blanqueamiento del régimen taliban por parte de Occidente ha sido vergonzante y a una velocidad insultante. El mismísimo Borrell como que ha intentado dar a entender que esta gente no es tan malvada, que quizás incluso incluirá mujeres en el Gobierno y que van a negociar tal o cuál cosa. Un esperpento.

¿Qué se puede hacer? Los Estados occidentales ya no quieren ni pueden volver (mucho dinero, mucha mala prensa). Esto no se resolvía manteniendo las tropas de EE.UU. indefinidamente. No. Esto solo pudo haber funcionado hace 20 años con un planteamiento diferente por parte de las tropas invasoras. Derrocar a los talibán y fortalecer la democracia. Solo hicieron lo primero y sobre todo por los combustibles y el opio. Ahora es muy tarde y solo queda el apoyo internacional a los grupos democráticos disidentes y a los miles de refugiados en medio mundo. Se lo debemos.

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