miércoles, 19 de enero de 2022

El bilingüismo, de entrada, sí

 Aunque parezca algo alocado, el tema de las lenguas cooficiales siempre trae polémica. Básicamente se genera porque las posiciones extremas ven un ataque a sus esencias si se regula la convivencia de lenguas, una convivencia que a pie de calle es real y palpable.

Parto de la base que cualquier constitucionalista de bien no tiene problemas en aceptar (es más, le encanta) que haya una multitud de lenguas oficiales en el Estado. Es una señal de su rica historia y su complejidad com territorio. Más triste es que solo hubiese un idioma y se aplastase cualquier conato de usar idiomas que han sido del lugar (de todos nosotros en esencia) y han generado y apadrinado el desarrollo de culturas diferenciadas. Y, como siempre, la diferencia siempre está bien para evitar homogeneidad y destrucción de intentos de evolución, porque lo que siempre es igual no evoluciona, se estanca y es más proclive a la desparición.

Que conocer el castellano sea obligatorio no me parece tan dramático, la verdad. Todos los países intentan tener una lengua franca para poder comunicarse en cualquier lugar del territorio entre dos personas cualquiera. Los que no tienen el uso de una lengua franca ya se ve que tienen más dificultades (pienso en Bélgica, para qué nos vamos a engañar) que mejoras. Y sí, ha de estudiarse en escuelas para entender y comprender el idioma y expresarse mejor al usar todos sus matices y fortalezas. Una cosa es potenciar una lengua minoritaria, otra excluir la lengua mayoritaria. Los furibundos ataques a la familia del niño (incluso al niño) por pedir que se aplique la ley que indica que se puede impartir el 25% del tiempo en castellano y el restante 75% en catalán no los puedo comprender, ni perdonar.

No me gusta tampoco que se arrincone una lengua cooficial minoritaria como muchos están ahora haciendo con las peticiones de cooficialidad del asturiano. Me parece que es necesario que se le dé el respeto y fuerza que se merece, como muchas otras lenguas que se encuentran en desuso o son apenas habladas. Hace unos años comentaba con un amigo brasileño que el aragonés era prácticamente una lengua muerta pero parece que ha vuelto a resurgir por la protección y promoción institucional. Sí, sé que el riesgo es que se puedan generar chiringuitos alrededor de la promoción de la lengua y que pueden aparecer discriminaciones (las típicas oposiciones que te excluyen indirectamente si no hablas una lengua cooficial porque la puntúan mejor que tener títulos académicos) pero creo que es un precio a pagar a cambio de fortalecer el andamiaje que sostiene a una cultura, a una idiosincrasia particular. A fin de cuentas, lo que tiene que ser perfectamente bilingüe es la Administración del Estado o la autonómica. O sea, que te puedas dirigir perfectamente ante los entes en el idioma que desees y que te responderán de igual modo (no que el que te atienda debe ser sí o sí bilingüe).

Lo que no me gusta nada es que se fuerce a crear exclusividad, a diferenciarse por el hecho de ser diferentes y no por aportar un granito de riqueza y multiculturalidad. Pienso en este tema en los intentos de dar una sintaxis diferente al andaluz con respecto al castellano. Si ahora cualquier acento se toma como un idioma vamos camino no a la riqueza (porque se hace artificialmente), sino a la fragmentación. Que existan sonidos en andaluz que no los recoja el castellano o que se pronuncien las cosas de manera diferente no creo que sea punto de partida para forzar a generar una lengua, puesto que ni siquiera los hablantes más puros del andaluz se sentirían cómodos con una nueva ortografía de gran e innecesaria complejidad. Una cosa es valorar la cultura y el habla andaluzas, otra es plagiar cosas a lo bruto para destacar tu cultura y habla, que se valúen por lo que realmente valen, los adornos impostados sobran y le quitan fuerza.

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