martes, 5 de junio de 2012

Vida sin humos


Hace ya un tiempo que se impuso en España, como multitud de países a lo largo y ancho de este planeta, una ley antitabaco. Al principio fueron timoratos intentos de dividir bares de gran superficie en dos o que pudiesen elegir, de tal manera que todo permanecía igual. Las leyes antitabaco son en general restrictivas y como en Argentina, su prohibición es total en lugares públicos, comercios o restaurantes.

Yo no fumo y agradezco que cuando salgo ya no tengo que volver a casa con ese mal olor. Pero principalmente no es por eso, sino por mi salud. Como fumador pasivo recibo un porcentaje de humo (lleno de alquitranes y otras sustancias) que no deseo en mi cuerpo. Y como no fumo mi tolerancia es menor, por lo que incluso se da que sin fumar también tengo alguna probabilidad de generar un cáncer relacionado con el tabaco. Dejando ya un poco este ataque de hipocondría tengo que decir que gran culpa de todo esto la tiene el propio Estado. Por mucho que diga que fumar mata y que suban el precio a lo loco aún cuenta con una cantidad de puestos de trabajo, y lo que es más relevante para el Estado, una fuente de impuestos como pocas (quizás al mismo nivel que el alcohol y la gasolina). Es una droga legalizada en la que se aprovechan que es difícil de dejarla para subir el precio lo que quieran (no por disuadir, que habrá algunos pero pocos, sino para recaudar más bajo esta excusa). Si en el Reino estuviese prohibido de una vez por todas y se hubiesen analizado la reconversión de los trabajadores del sector y dónde situar los impuestos que los gravan otro gallo cantaría.

Tampoco quiero defenestrar a los fumadores. Están en su derecho. Pero es un derecho activo (el acto de fumar) que entra en conflicto con mi derecho pasivo (el no querer respirar humo de tabaco). Parece que en España está más valorado el activo que el pasivo. Si dices que no quieres que fumen a tu lado te miran como un egoísta; si te niegas a ir al lugar donde tiene que ir el fumador (aunque sea uno y los amigos decenas) eres una mala persona. Por eso también debemos aprender a respetar los deseos de los demás. Solo en España he visto que todos los no fumadores, por ser políticamente correctos, salen a las terrazas con frío o calor a acompañar al fumador para que una vez cada decenas de minutos se dé el gusto. En países con un mínimo de sentido común, la gente entra donde quiere en un principio y el que fuma, en vez de quejarse y criticar el ambiente, no fuma hasta que no salen del lugar o en un momento se disculpa y sale a la calle solo para satisfacer su deseo. Parece que hoy en día todos tenemos que respetar los caprichos de uno y que lo otro no es tan relevante. Creo, con esto, que fuerzan y retuercen algún postulado cristiano.

¿Que los bares tienen menos clientes y tienen que cerrar? Yo creo que no. Si no hay humo irá gente que le guste respirar aire sin nicotina y si los ciudadanos empezamos a tomar conciencia y a impartir valores de respeto y de adecuación a las circunstancias a los más jóvenes (con una campaña desde el incio de sus vidas para disuadirles de fumar) sabrán que pueden estar en un bar sin fumar una o dos horas y si no pueden, disculparse y salir un momento para ello, sin apóstoles abnegados. Pero la falta de educación en el Reino de España es horrorosa y países con un mínimo de ella nos dan mil vueltas en el arte de saber comportarse.

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