domingo, 15 de septiembre de 2013

Marca(da) España

El Gobierno de España lo ha estado haciendo mal. No solo este, sino muchos de los anteriores. Ese afán por apostar por el ladrillo, quemando bosques y urbanizando el terreno ante el aplauso de ayuntamientos corruptos y gente que del día a la noche se veía en un sueño de ganar más de lo que se hubiesen atrevido a pensar. Y vino el ensoberbecimiento de muchos que antes eran unos desconocidos. Y los que pinchaban y cortaban se llenaban aún más si cabe los bolsillos. Turismo y construcción a punta pala. Todas las industrias orbitando alrededor de estas dos. Hasta que llegó la crisis.

Es estúpido ver cómo se han llenado la boca diciendo que esta generación era la más preparada y formada de la historia. ¿Para qué? Si a tropezones por cambiar la ley educativa cada dos por tres y con la idea de la generación anterior que sin título no eres nadie, hemos salido bien formados sí, pero a un alto precio. Ciertas áreas del conocimiento siendo desconocidas y con el umbral puesto en el título universitario (luego ya no es el dorado objetivo con el que crecieron nuestros padres).

Invirtiendo en educación varios millones. No es moco de pavo formar a todos los estudiantes. Y después, claro, no hay nada para que puedan entrar en el tejido económico. Formas a muchos y luego no tienes cómo insertarlos. Es el fallo descomunal de nuestros políticos cortoplacistas y con una educación a ras de suelo. Exigen lo que ellos no fueron capaces. Pero claro, tener a la gente apostando por unos Juegos Olímpicos como que distrae bastante. Pero España no puede aspirar solo a eso. Si quiere huir de la cíclica crisis del turismo y ladrillo debe apostar por otra salida. Crea una digna Formación Profesional y crea tejido I+D+i para los investigadores que estás formando. Puede que en cuatro años no dé fruto, pero a la larga será lo mejor. Competencia tecnológica e industrial. Y más ahora que el Reino parece que está entrando en una etapa de cierta recuperación. O de estancamiento. Pero es el momento de tirar para adelante. Y recortar en Sanidad y Educación no parece la mejor vía. Que la meta sea Eurovegas habla de la limitada proyección y ambición cultural y social de los políticos que nos gobiernan.

Ahora está la Marca España, la cortina de humo que oculta nuestros males. España nunca estuvo a la vanguardia científica y los pocos nombres que nos vienen a la cabeza son las excepciones que confirman la enorme regla. Los que se quedan en el país y trabajan de otra cosa son los sobrecualificados. Mal para la Marca. Muchos engrosan las listas del paro. Peor para la Marca. Y los que quieren aplicar sus conocimientos tal cual se van fuera y ayudan al progreso de otros países. Fatal para la Marca.

Es cierto que hay sectores industriales y tecnológicos bastante buenos en España, pero ahora parece que está de moda el propio descrédito. Tanto de la ciudadanía que le gusta revolcarse en la miseria como de los políticos que no saben jugar buenas cartas. ¿Devolverle al Estado lo que ha invertido en ti? En caso de que se deje, claro; si no te da la oportunidad es momento de decir 'adiós, muy buenas'. Además, es una soga muy fina y sutil pensar eso, subconscientemente te crea una deuda impagable cuando en realidad es algo obligado que tiene el Estado de formar a sus ciudadanos para que formen parte de la sociedad. Y la afiliación con la que firmas o dónde indicas que procede la patente se va para otro lado, aumentando el prestigio y las inversiones, además de los recursos que le dejas a ese Estado. Y España, en vez de invertir en investigación, te manda cartas para que hables de la Marca España. Craso error.

Pero hay una cosa interesante. Un detalle. Siendo español fuera estás trabajando duro para hacerte un hueco y poder prosperar. Pensando o no en volver cuando los vientos vuelvan a soplar a favor. Le agradeces al país que te acogió y se lo devuelves con producción científica y tecnológica. Firmas con su sede y cobras de su dinero. Haces Marca Francia, por ejemplo. Pero claro, mientras más hagas y más logros consigas no solo tu destino se ve fortalecido. Casi nunca se puede esconder de dónde eres, de dónde viene esa persona con esa formación académica fuerte, de dónde es ese sujeto que trabaja con denuedo y con brillantes ideas. Y no piensan en que eres del país de destino. Piensan sobre tu país de origen, piensan que aún puede haber algo interesante y de provecho si ha salido más gente como tú, que España no está tan abocada al fracaso como se suponía. Y mientras más te esfuerces en renegar de casa y ascender en tu país de acogida y darle el máximo beneficio más dirán que eres de España y que eres excepcional. Esa es la real, sutil y poderosa Marca España. Y es un buen comienzo.

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